17 febrero 2010

Esperando a Godot

Información básica acerca del teatro del absurdo
Al parecer, el término "teatro del absurdo" fue acuñado allá por 1962 por el crítico Martin Esslin para clasificar a una serie de dramaturgos que reaccionaron contra el teatro tradicional. Tiene rasgos existencialistas, cuestiona la sociedad y al hombre. Se decía que la humanidad tenía que resignarse a reconocer que una explicación completamente racional del Universo estaba más allá de su alcance; en ese sentido, el mundo debía ser visto como puro absurdo. Los acontecimientos históricos (la masacre de Hiroshima y Nagasaki) ayudan a entender el surgimiento de estas ideas.
Las tramas de este tipo de obras carecen a simple vista de significado. Algunos elementos, como la atmósfera que crean o los diálogos repetitivos, la incorporación de lo disparatado o lo ilógico, producen en el lector una sensación de desfamiliarización, de extrañeza.
Entre los autores que se han agrupado bajo esta etiqueta podemos citar a Beckett, Ionesco, Adamov, Arrabal, Genet...
Una de las fuentes teóricas del teatro del absurdo es El teatro y su doble (1938) de Antonin Artaud, así como la teoría del distanciamiento de Bertolt Brecht. También guarda relación con la obra de autores como Joyce o Kafka, y con la filosofía del absurdo de Albert Camus.

Esperando a Godot

Escrita en los años cuarenta, esta obra de Samuel Beckett constituye uno de los referentes más destacados, si no el primero que a casi todos se nos viene a la cabeza, del teatro del absurdo
En una entrevista, el cineasta estadounidense Jim Jarmusch confesaba su fastidio ante los llamados biopics de Hollywood, esas películas que relatan vidas plagadas de grandes acontecimientos. Un día me gustaría, decía Jarmusch (o creo recordar que decía Jarmusch), hacer un biopic donde no ocurra absolutamente nada. Es decir, venía a recordar que la vida casi nunca consiste en grandes momentos, incidiendo en la idea de Lennon de que la vida es lo que te pasa mientras haces planes para otra cosa. O, en este caso, la vida es lo que te pasa mientras esperas a Godot.
Se diría que Vladimir y Estragón, los protagonistas de la obra de Beckett, no hacen en realidad nada. Esperan. Esperan a alguien, a alguien que puede que nunca llegue, pero a quien, no sabemos por qué, hay que esperar. Y mientras tanto hablan, se aburren, matan el tiempo. No hacen nada o hacen algo no muy diferente de no hacer nada. Su inacción queda subrayada al final de cada acto:

"-¿Qué? ¿Nos vamos?
-Vamos.

(No se mueven)"

Un crítico dijo que la relación entre Vladimir y Estragón está basada en la de Laurel y Hardy. La obra tiene momentos cómicos que recuerdan al cine de Chaplin y Buster Keaton.
Para terminar, otro pequeño fragmento:
"¿Qué hacemos aquí?, éste es el problema a plantearnos. Tenemos la suerte de saberlo. Sí, en medio de esta inmensa confusión, una sola cosa está clara: estamos esperando a Godot."


Vídeo de Stranger Than Paradise (1984) de Jim Jarmusch

15 febrero 2010

Amanecer

Desperté sobresaltado, pero con el último sueño aún fresco, y recordándolo, comencé a reírme muy bajito (porque era realmente estúpido lo que había soñado) para no despertarla.
Fue inútil. Ella se volvió, con los ojos cerrados me pasó una mano por el pecho y sonriendo dijo: "hay que ver las tonterías que sueñas".
Y se volvió a dormir.

Raúl Rubio Millares, Muestrario (Fundación Municipal de Cultura del Excmo. Ayto. de La Línea de la Concepción, 2007).

11 febrero 2010

Patrick Watson - Close To Paradise


Patrick Watson es un cantautor canadiense que hace una música con influencias del pop llamado independiente y un toque de música clásica. Por lo que hemos entendido, Patrick Watson no es sólo una persona sino cuatro personas, es decir, Patrick Watson toca con otras tres personas: Simon Angell, Robbie Kuster y Mishka Stein. Ha sido comparado con músicos como Nick Drake o Coldplay y ha compuesto música para varias películas. Close To Paradise es el título del album que sacó el año 2006. Ahí van algunas canciones.



08 febrero 2010

La polémica Lish


Biografía breve de Raymond Carver

Nace Raymond Carver en Oregón el año 1938. Su padre es leñador y es alcohólico. Su madre trabaja como camarera. A los tres años, se traslada con su familia a un pueblo de Washington. Se casa a los dieciséis con su novia del instituto, Maryann Burk, con la que pronto tiene dos hijos. Pasa por numerosos trabajos temporales, vive en la pobreza y su alcoholismo le genera problemas en casa y en los bares.
Cuenta Jaime Priede que a los dieciocho años, entregando un pedido de la farmacia en la que trabaja como repartidor, mientras espera en la puerta a que un anciano le pague, le llama la atención ver libros esparcidos por el interior de la casa, así como un ejemplar de la revista Poetry sobre la mesa del comedor. El anciano se la regala: “a lo mejor algún día escribes algo y no sabes adónde mandarlo”, le dice. Esa noche Carver apenas duerme, leyendo una y otra vez los poemas de Ezra Pound.
Poeta y escritor de relatos cortos que publica en revistas, su primera colección, ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, ve la luz en 1976. La crítica acoge el libro con entusiasmo. Alaba la cuidadosa construcción de los relatos, despojados de adornos estilísticos, y señala que Carver posee un sello propio que se detecta en cada uno de sus párrafos.
Un año después Carver deja a su mujer. Ha encontrado a la poeta Tess Gallagher. Ella conseguirá que deje el alcohol, y con ella pasará los años más felices de su vida, hasta la muerte del autor a causa de un cáncer de pulmón, cuando contaba cincuenta años.
Se incluye a Carver en la nómina de autores del realismo sucio. Suelen habitar sus historias alcohólicos, divorciados, desempleados a la deriva, matrimonios en incidentes cotidianos. Desesperanza o escepticismo son palabras fáciles de encontrar en las contraportadas de sus libros.
Tras la publicación de su segundo libro en 1981 (De qué hablamos cuando hablamos de amor), los críticos coinciden en elogiar su estilo minimalista y lo consideran el creador de una nueva escuela.
Además de los poemarios Un sendero nuevo a la cascada (1985) y Bajo una luz marina (1986), Carver publicó en vida otros dos libros de relatos: Catedral (1983), considerado su mejor libro, y Tres rosas amarillas (1988). De publicación póstuma es Si me necesitas, llámame, compuesto por cinco nuevos relatos.
Con esta obra relativamente escasa, Raymond Carver es considerado uno de los maestros del cuento en el siglo XX, “el Chéjov americano”. A su muerte ya estaba firmemente establecido en el canon estadounidense. Se dijo que era el escritor que América no se podía permitir perder.



La polémica Lish
En 1998, consolidada ya la figura de Carver, un artículo publicado por D. T. Max en The New York Times Magazine vino a decir que el editor de Carver corregía sus relatos, hasta el punto de que eran más suyos que de Carver. Gordon Lish, que así se llama, además de editor fue profesor de escritura creativa en Yale y en Columbia, además de escritor de cuentos. Personaje controvertido, ha editado a escritores tan relevantes como Richard Ford o Don DeLillo
Tres años después de la muerte del autor, Lish vendió a una biblioteca de la Universidad de Indiana los escritos a máquina de Carver con sus correcciones. Cuando un estudioso los examinó e intentó publicar sus conclusiones, la viuda de Carver lo presionó para evitarlo.
Tanto Max como Alessandro Baricco han visitado el archivo, con idénticos grados de sorpresa. En De qué hablamos cuando hablamos de amor, último libro que Carver publicaría con Lish, el editor había eliminado casi la mitad del texto original de Carver, había rehecho los relatos y cambiado el final a diez de trece cuentos, además de modificar el título del volumen. El “Begginers” (“Principiantes”) de Carver se convirtió en De qué hablamos…, que como ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? toma como modelo a ¿Por qué no pueden decirte el porqué?, del también cuentista James Purdy.
Lo más sorprendente es, quizá, que tanto Max como Baricco corroboran que rasgos atribuidos a Carver, señas de identidad que le granjearon el reconocimiento de la crítica (minimalismo, frialdad impasible, uso de las mínimas palabras posibles, concepción del cuento según la teoría del iceberg de Hemingway, diálogos secos) no estaban presentes en los originales de Carver, sino que se debían a correcciones del editor. Carver se muestra más sentimental, sus relatos inspiran compasión (no escepticismo). En palabras de Baricco: “construía paisajes de hielo pero luego los veteaba de sentimientos, como si tuviera la necesidad de convencerse de que, a pesar de todo aquel hielo, eran habitables. Humanos.” Por el contrario, Lish aporta a las historias gelidez, les confiere un efecto más abstracto y cerebral.
Cabe preguntarnos por la actitud de Carver en todo esto. Tras hablar con Lish, Max nos cuenta la historia. Al principio, Carver se mostró agradecido con la ayuda de Lish. Está hundido en el alcohol y la pobreza, y Lish lo ayuda a mejorar como escritor además de abrirle el camino a la publicación. En una carta de 1969, antes de convertirse en un autor publicado, escribe a Lish: “después de todo, la historia es ahora mejor que cuando te la envié, que es lo importante, estoy seguro” (se trata de una traducción aproximada -el original de Max, que sepamos, no está traducido-).
Esta actitud perdura incluso hasta después de la publicación de ¿Quieres hacer el favor…? (1976). Carver no se muestra molesto. Pero el choque es inevitable, y se produce con la publicación de De qué hablamos cuando hablamos de amor. Los cambios de Lish, como dijimos más arriba, son más acusados. La fama de Carver crece, y el editor llega a pensar en sí mismo como ventrílocuo de Carver. En 1980, Carver le escribe diciéndole que no puede permitirle publicar De qué hablamos… como Lish quiere. No da argumentos literarios. Explica que ha conocido a otros escritores a los que ha dado a leer algunos de los relatos del libro, por no hablar de su esposa, que también los conocía. ¿Cómo explicar las diferencias? Teme que se destape un escándalo y “por el amor de Dios” ruega a Lish que publique el libro como se lo envió. Pero al final, De qué hablamos cuando hablamos de amor fue publicado en 1981 como Lish quiso. Y los críticos lo celebraron.
La publicación de este segundo libro precipitó la ruptura de Carver con el editor. Enfadado, Lish se pregunta si debe hacer público su trabajo en las historias de Carver. El escritor Don DeLillo le aconseja que no se enfrente a Carver (no menoscabaría la fama del escritor y la gente guardaría rencor al editor), cosa que Lish hace, y además concluye diciéndole que tenga cuidado con los archivos. En 1991, tres años después de la muerte de Carver, Gordon Lish los vende, dando pie a que su influencia en la obra de Carver se haga pública.
Parece ser que, en España, la editorial Anagrama va a publicar los textos originales de Carver. Así todos sabremos cómo eran antes de que Lish les aplicara su gélida tijera.

01 febrero 2010

Induráin


Este hombre del que les hablo traía a colación a Miguel Induráin para apoyar su tesis de la colonización de la Tierra por extraterrestres. "Es muy posible, e incluso probable, y ciertamente plausible -escribió- que Induráin no fuese de Navarra sino de Júpiter, aunque no debemos descartar la posibilidad intergaláctica".
En la base de su tesis: el ciclista español subía el Galibier, ascendía el Obisque o serpenteaba por los recodos de l'Alpe d'Huez con la misma expresión, palabras textuales, "con la misma expresión -y aun con menor expresividad- con que alguien pedía en la frutería de la esquina un kilo de fresas y cuatro o cinco melocotones".