Hay muchas cosas que no entiendo. En cuanto a la novela que nos ocupa, no acabo de entender los halagos que ha recibido, ni alcanzo a ver los ecos de Blade Runner de los que se habla en la contraportada, ni atisbo el parecido con obras como El proceso o Un mundo feliz, ni veo cómo puede ser calificada de "utopía gótica".
Mientras leemos esta novela nos acordamos de los escritores de relato corto, que reclaman mayor atención para el género argumentando que es más adecuado a los tiempos, por ser más breve, más intenso y con menos partes accesorias. No recuerdo quién dijo que mientras que un cuento tiene que vencer por K. O., una novela gana a los puntos. A mi modo de ver esta novela no consigue noquear al lector en casi ningún momento.
Y es que Nunca me abandones (2005) es una novela lenta, más bien descriptiva, donde, más que acontecer, las cosas se explican. Es difícil que el libro entusiasme, porque carece de momentos verdaderamente intensos, no nos llega salvo en momentos puntuales ni un atisbo de emoción y, si bien está escrito con una prosa transparente que contribuye a una lectura fácil, le falta a mi juicio densidad, tensión interna, contenido. Por supuesto estoy contando mi impresión al leer el libro, cada cual tendrá la suya, no es que uno disfrute criticando un libro, más bien resulta triste notar que una novela falla.
La historia se centra en la vida en un internado británico, Hailsham, y particularmente en las relaciones entre tres chicos: Ruth, Tommy y Kathy, que es quien narra la historia. Sabemos que allí se les educa para ser creativos y que cuando salgan, a los dieciséis, empezarán a donar algunos de sus órganos. Más tarde nos enteramos de que todos los alumnos de Hailsham son clones, y una vez que están fuera alguno de ellos intenta encontrar a la persona a partir de la cual ha sido clonada. Este hecho confiere a la historia trazos de ficción científica, pero la verdad es que tampoco se ahonda mucho en el tema.
En los personajes tampoco se profundiza mucho, y en las trescientas cincuenta páginas de la novela no pasa nada para mí verdaderamente memorable, uno no se explica cómo se pueden llenar tantas páginas con tan poco. Sólo en momentos puntuales (al principio, al final) consigue el autor crear cierto clima de misterio.
Por lo demás, estamos convencidos de que el renombre de Kazuo Ishiguro se asienta sobre obras mucho más sólidas que Nunca me abandones.