París y El lugar son los volúmenes segundo y tercero de la Trilogía involuntaria del escritor uruguayo Mario Levrero. Ya comenté en una entrada anterior el entusiasmo que me había producido el primer título, La ciudad. Pues bien, el resto de la trilogía me confirma que estoy ante un autor interesante y creo que injustamente poco conocido, aunque ya se hayan realizado las primeras tesis doctorales sobre su figura y después de su fallecimiento en 2004 se estén editando más libros suyos. Un dato a tener en cuenta: El lugar fue escrito en 1969 y no es hasta trece años después cuando se publica.
Y diréis, ¿por qué se llama “involuntaria” esta trilogía? Pues parece ser que se debe a que Levrero no se propuso de antemano escribir una trilogía, sino que cuando terminó el tercer título se dio cuenta de que había escrito tres libros con una temática similar (ambiente urbano, protagonista solitario inmerso en un mundo dominado por fuerzas que no comprende), y por eso decidió llamarla involuntaria.
En el segundo título, el protagonista llega a un París extraño, con taxis llenos de telarañas y una capa de polvo cubriéndolo todo. El autor inventa en este marco una serie de imágenes que se agigantan en la imaginación del lector. El libro causa una deliciosa sensación de extrañeza.
El lugar me fascinó más que París, aunque hay que decir que Levrero mantiene un gran nivel en toda la trilogía. El último volumen recuerda a La invención de Morel de Bioy Casares. De su argumento no diré nada para no aniquilar su gran capacidad de sorpresa. Se trata de una historia enigmática sustentada sobre las grietas que deja la realidad. Pero Levrero no da respuestas a los interrogantes que plantean sus novelas, simplemente los deja ahí, para que el lector decida por sí mismo, y sus personajes carecen de sólidas certezas.
En la contraportada de uno de los volúmenes, aparece una cita de Oliverio Coelho que habla de Levrero como un escritor de lo fantasmal. Me parece una buena definición del efecto que crean sus novelas, que tienen la atmósfera de un sueño.
Sólo por estos tres libros, Mario Levrero me parece un autor a tener muy en cuenta. La trilogía es una de las lecturas que más me sorprendieron el pasado año. Ahora tendré que seguir con El discurso vacío, La novela luminosa…