("En realidad, nunca sabemos lo que sucede; somos una brizna de paja en la tormenta de los acontecimientos...")
No exagero si digo que entre los autores más interesantes
que he descubierto este año está el serbio Svetislav Basara. Hace unos meses hablaba
por aquí, sin muchas intenciones de disimular mi entusiasmo, de una breve
novela, Guía de Mongolia, de la que
hablaba bien, entre otros, Enrique Vila-Matas. Pues bien, la editorial
Minúscula me dio una alegría hace bien poco traduciendo al castellano otro
libro del autor. En esta ocasión se trata de uno de relatos, Peking by night (2008).
Desde la primera página del primer relato uno se da cuenta
de que está ante un autor singular. Basara es un excéntrico genial. En su
universo absurdo, imaginativo y delirante encontramos historias como la de un
hombre que está cayendo desde lo alto de la torre Eiffel; una fiesta en la que
los invitados van deshinchándose siguiendo un infalible efecto dominó, por
voluntad propia, como si de una nueva moda se tratara; un hombre que busca a su
madre, que pese a su edad ha sido secuestrada por los tratantes de blancas;
alguien que se pierde en un supermercado o un hombre que tiene que volver a
aprender desde su propio nombre a conceptos mentales que a todos nos resultan
básicos. El componente metaliterario sigue estando presente en muchas de las
historias de Peking by night, en las
que uno encuentra un auto-cuestionamiento de los procedimientos empleados
convencionalmente por los escritores, como si a la vez que escritor, Basara
fuese un lector crítico en guardia ante las caídas de sus historias en lo
convencional, de lo que rabiosamente intenta desligarse.
Ahora sólo queda que Minúscula vuelva a tener la osadía de
traducir otro libro de Basara, aunque sólo sea por compasión hacia este triste
reseñista.