Como
aficionado al cine, y especialmente al llamado independiente, sentía una
especial curiosidad por leer este libro, curiosidad que ha sido de sobra
saciada conforme iba pasando páginas.
Peter
Biskind, crítico y periodista cinematográfico estadounidense, presenta el libro desde
el prólogo como una continuación de Moteros
tranquilos, toros salvajes, un ensayo anterior en el que daba su versión
del panorama del séptimo arte en los años setenta. En esta ocasión, con Sexo, mentiras y Hollywood, avanza unos
años y se centra en la década de los noventa. El subtítulo reza así: Miramax,
Sundance y el cine independiente.
Nos situamos en la órbita de
directores como Steven Soderbergh, Todd Haynes, Quentin Tarantino, de películas
como El indomable Will Hunting, El piano, Reservoir Dogs o La vida es
bella. Un cine que comenzó como alternativa a los grandes estudios pero
que, en la mayoría de los casos, se ha acabado integrando en ellos. Peter
Biskind habla largo y tendido, de forma cronológica, meticulosa y
pormenorizada, de historias internas del celuloide muy jugosas.
Si el libro tiene un protagonista,
ese podría ser perfectamente Harvey Weinstein, fundador de la distribuidora
Miramax (una de las “torres gemelas del indie”,
junto al festival de Sundance creado por Robert Redford) con su hermano Bob.
Como no podía ser de otra manera, los Weinstein no salen muy bien parados: “En
este negocio todo es ego y codicia. Harvey es el ego; Bob la codicia”. Se
retratan sus maneras casi mafiosas, sus tácticas agresivas para conseguir
nominaciones a los Oscar y sus presiones (que le valieron el apodo de Harvey
Manostijeras) para acortar metraje o cambiar escenas según su criterio, que
trataba por todos los medios de imponer al del director.
"¡Es la clase de tío al que tienes que darle la mano mientras le cortas la cabeza!" Harvey Weinstein.
Su megalomanía y
arrogancia le acarrearon lógicamente muchos desencuentros, pero el negocio fue
prosperando y Miramax se convirtió en un referente de cómo hacer de películas
más bien pequeñas todo un éxito.
Si
algo definía a este llamado cine independiente era, en cierto sentido, su
estética anti-Hollywood, su distanciamiento de las películas convencionales y
precocinadas de los grandes estudios. La entrada en escena de un tal Quentin,
un personaje singular, marca un antes y un después. El hito de Pulp Fiction en
1994, Palma de Oro en Cannes y éxito de taquilla, empieza a convertir a Miramax
y a Tarantino en leyenda.
El libro está repleto de
chismes y cotilleos, con conversaciones detalladas y datos precisos, que hará
las delicias de todos los lectores curiosos aficionados al celuloide. Seiscientas
páginas tras las cuales uno puede conocer más cabalmente la imagen de alguna de
las estrellas del panorama independiente que se hicieron un nombre en los
noventa. Recomendable.