Buah, qué locura de película. Al parecer la última de Álex de la Iglesia ha despertado sensaciones encontradas. Parece lógico, ya que es una película arriesgada y osada, que no se anda con medias tintas. La cinta participó en el Festival de Cine de Venecia, donde se hizo con los premios al mejor director y al mejor guión, y obtuvo un buen puñado de candidaturas a los premios Goya, quince en total, que finalmente se quedaron en dos premios de los considerados menores (maquillaje y efectos especiales). Pese a su éxito internacional, no fue la película elegida por los académicos para representar a España en los Óscar (prefirieron la de Icíar Bollaín).
Para mí ver Balada triste de trompeta (2010) ha sido una experiencia estética intensa y emocionante. La película es excesiva, desmesurada, histriónica, puede que incluso grotesca. Y, ante todo, freak. Esto animará a algunos y servirá de disuasión para otros, pero de la Iglesia no pretende convencer a todos. En esta ocasión crea un mundo estrafalario, extravagante, pero propio, genuino, con un innegable poderío visual: tiene momentos de muy buen cine, escenas muy hipnóticas. Probablemente sin la interpretación de Carlos Areces nada sería lo mismo, pero me parece una película muy conseguida. Me ha convencido.
Seguramente incluso los que no la hayáis visto habréis oído algo del argumento. La acción comienza con la actuación de los payasos en un circo, actuación que se ve interrumpida por la llegada de las tropas republicanas (estamos en plena guerra civil española), que reclutan a los empleados. Posteriormente, la acción se traslada a 1973, el año del atentado contra Carrero Blanco. La llegada del payaso triste a un circo acaba convirtiéndose en una lucha encarnizada con otro payaso para hacerse con la chica guapa. Digamos que el apocado payaso triste digievoluciona en... Bueno, para qué contar más. Si hacemos más caso a la razón seguramente encontremos cosas cuestionables, pero si nos dejamos llevar por los sentimientos disfrutaremos de todo un espectáculo visual. Álex de la Iglesia sigue en buena forma.
Los créditos iniciales no le quedaron mal, para mi gusto, así que dejo el vídeo.