Páginas

28 octubre 2011

Un momento de descanso



Hilarante, puede que esa sea la palabra. Seguramente no soy el único que descubrió a Antonio Orejudo con Ventajas de viajar en tren, una novela tan breve como imaginativa, lúdica, delirante y en una palabra magnífica, que más de una vez he recomendado. Por alguna que otra entrevista, Orejudo me parece alguien interesante: habla claro y no se anda con pedanterías o academicismos. En sus mejores momentos consigue resultar  adictivamente divertido. 

Un momento de descanso es su último libro hasta la fecha, publicado por Tusquets. Orejudo se acerca al terreno de la autoficción y aparece como personaje y narrador de la novela. Dividida en tres partes, en la primera nos acercamos a la vida del profesor Cifuentes en Missouri, donde será acusado de haber humillado a una alumna negra y se convertirá en persona non grata para sus compañeros, que empezarán a darle de lado. Por otra parte, empeorará la relación con su mujer (a la que Cifuentes empieza a espiar, por si tiene un amante) y con su hijo, que no se sentirá apoyado por él para dedicarse a la danza, actividad por la que tiene más pasión que verdadera habilidad. Para colmo, por un boquete hecho en la pared su casa empezará a ser invadida por las hormigas.

Esta primera parte, que quizá sea la más divertida, la más redonda, parece una sátira de lo políticamente correcto, del exceso de protección que actualmente puede existir hacia minorías que históricamente han sido marginadas. “Aquí estamos viviendo una dictadura de los oprimidos”, dice uno de los personajes. Pese a ser un hombre de letras, Orejudo se muestra en algunas afirmaciones muy crítico con las humanidades:

“Los humanistas, sus colegas, él mismo, todos ellos, que un día fueron la vanguardia del conocimiento, no tenían hoy nada que aportar al mundo. Por eso empleaban una jerga incomprensible y desdeñaban las exposiciones claras de los asuntos complejos. Huían de la claridad, porque sabían que la luz es enemiga de la superchería.”

Posteriormente, el texto viene a mostrarnos lo miserable y corrupto que puede ser el mundo universitario. Un mundo que, por otro lado, el autor conoce perfectamente, ya que imparte clases de literatura en la Universidad de Almería. Es un libro que no decepciona, y con Orejudo la calidad está en mi opinión asegurada. Además, qué bien se lo pasa uno leyéndolo, las páginas vuelan. Así que está claro: admitimos Orejudo como sinónimo de diversión. Ahora toca esperar su próxima novela. Mientras tanto, podemos seguir leyendo sus columnas en el diario Público

3 comentarios:

  1. No conocía ni el libro ni el autor, pero tiene muy buena pinta así que tomo nota para cuando me apetezca leer algo divertido
    saludos!

    ResponderEliminar
  2. Tengo creo un libro de él, el que menciona al incio de lo escrito, si es divertido voy por él en cuanto pueda. Comparto eso de que lo complejo puede traducirse en claridad, o por último mientras tenga coherencia y sustento más no pura retórica vacía es apreciable. Un abrazo.

    Mario.

    ResponderEliminar
  3. Tatty: Pues a ver si es un tipo de humor que case bien con el tuyo, esto como todo es cuestión de gustos, yo no puedo decir otra cosa: me lo paso bien leyendo a Orejudo. Un saludo.

    Mario: A mí me divirtió, Mario, y a gente que conozco también. Sí que hay que reconocer que es un libro un poco extraño, pero ante todo imaginativo. Ojalá te guste, a mí "Ventajas de viajar en tren" me parece muy buen libro. Un abrazo.

    ResponderEliminar