La última película de Lars von Trier, Melancolía, se presentaba en el pasado festival de Cannes acompañada de unas polémicas, desafortunadas declaraciones del director danés que para algunos condicionaron el resultado de la película el día del palmarés.
Melancolía es el nombre de un planeta que se cruza en la órbita de la Tierra y que puede llegar a colisionar con ella. En seguida vienen a la cabeza del espectador una serie de películas americanas sobre catástrofes que en realidad están bastante alejadas (en las antípodas, se diría) de la película de von Trier, que no engatusa al espectador creando la incertidumbre de si finalmente tendrá o no lugar el catastrófico impacto entre los planetas, porque el final lo conocemos desde el principio, las cartas están encima de la mesa. El cineasta danés centra su mirada en el retrato emocional de dos hermanas, Justine y Claire, que dan nombre a las dos partes en que se estructura la película. Mientras en la primera asistimos a la celebración de una boda, uno de esos momentos de felicidad para muchas personas que aquí está infectado por la tristeza, el desequilibrio emocional o la falsedad de las apariencias, en la segunda parte aparece propiamente la historia del acercamiento de Melancolía. Estas dos partes están precedidas por unos minutos poéticos, nada convencionales, que funcionan a modo de prólogo. Las dos hermanas afrontarán de distintas maneras, desde sus diferentes situaciones, el acercamiento y posible impacto del planeta. En la oscuridad de la sala de cine, me vi pensando un poco sobre los estados depresivos, sobre cómo casi todo pierde sentido desde la perspectiva de la muerte. Aunque creía que mis pensamientos igual no tenían mucho que ver con lo que proponía la película, luego he leído que se habla de ella como de una metáfora de la depresión (que sufrió hace un tiempo el propio director).
La película me parece desaconsejable para aquellos que buscan del cine ante todo entretenimiento. A veces me hago esa pregunta, qué busco en el cine, y me respondo que busco películas que me hagan sentir, películas que me lleven a pensar algo sobre la vida, a darle un poco de vueltas al coco, películas que no resulten artificiales ni impostadas y que no me traten como si fuera estúpido. Y en este sentido, el dinero de la entrada me parece bien empleado en este caso. Supongo que no será la mejor película del danés, pero es una buena película que aquellos que buscan un cine algo distinto al comercial no dejarán pasar. Quizá me hayan gustado más otras películas del director (Rompiendo las olas o Dogville, que me parece excelente), pero Melancolía (2011) es sin duda una buena película, con grandes interpretaciones (Kirsten Dunst, Charlotte Gainsbourg...), y pertenece a ese reducido grupo de películas que me interesan dentro del panorama del cine actual.
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