Traigo hoy otra de esas películas de "no para cualquiera", pero que me parecen interesantes y comparto por si a alguien que pase por aquí le mereciera la pena. Hace unos días topé con una lista -tan discutible como casi todas- con las cien mejores películas de lo que llevamos de siglo XXI, y me sorprendió encontrar Armonías de Werckmeister (2000), del húngaro Béla Tarr, entre las diez primeras.
Película en blanco y negro, de aire melancólico y pausadísimo ritmo -como acostumbra el cineasta húngaro-, Armonías de Werckmeister expone el dramático contraste entre pureza, inocencia y sinrazón y violencia. Una cinta de poso poético, con fotogramas realmente bellos (véase la evocadora y significativa imagen de la ballena gigante en la plaza al final del filme) que se anclan y perduran en la retina del espectador.
Tras ver El caballo de Turín (2011) y las siete horas (sic) de Sátántangó (1994), Armonías de Werckmeister es la película de Béla Tarr con la que más he vibrado y disfrutado, la que encuentro más completa. Entre las películas de oír crecer la hierba, no obstante, Stalker (1979) creo que es mi predilecta. No le va a la zaga Paisaje en la niebla (1988). Y Japón (2002), de Carlos Reygadas, también me contenta. Nombro títulos de un tipo de cine que algún crítico le parece de "estética cargante", "aburrido" (desde luego no recomendable para impacientes o gente que busque en el cine mero entretenimiento) pero que, cómo no, da en ocasiones muy buenos frutos. Como digo, "no para cualquiera". Dejo tráiler y algunas imágenes:
Gran película, no deja de conmoverme la escena inicial de la narración del eclipse.
ResponderEliminarHola, Antonio. Me alegro de que la aprecies, la escena que comentas es memorable.
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