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21 julio 2016

¿No te alegras por mí?



Publicado por la extinta Tropismos en 2007, ¿No te alegras por mí? reúne veinte relatos cortos del estadounidense Richard Bausch. La misma editorial dejó publicada antes de desaparecer -y algunos lo agradecemos- toda la cuentística de Bausch hasta la fecha, que completaban Alguien que me cuide (2004) y La mujer del bombero (2006). No obstante, con posterioridad, Bausch ha publicado una nueva colección de cuentos, Something is out there (2010), aún no traducida al castellano.

Se relaciona la obra de Bausch, nacido en 1945, con la de otros autores estadounidenses como Raymond Carver o Richard Ford, pero intuyo que su obra es menos conocida en España. A mí se me antoja que alguien que disfruta con los relatos de Carver va también a apreciar, sí o sí, los cuentos de Richard Bausch, por lo que en alguna ocasión los he recomendado a entusiastas carverianos. Comparten ambos ese apego por el realismo, el poner el foco en historias cotidianas y en seres algo grises, en ocasiones fracasados, o en momentos embarazosos o íntimamente significativos de la gente de a pie que pelea por mantenerse a flote. En esta línea realista, grosso modo, también podría incluirse, pienso, a otros autores como John CheeverSam Shepard.

El primer relato del libro, "El hombre que conocía a Belle Starr", me parece uno de los mejores. Juega con la poesía que podría encontrarse en el autoestopismo, las vidas de desconocidos que se cruzan y los bares solitarios de carretera y, partiendo de ahí, consigue sorprender y montar una historia con maestría.

"803" va sobre un tipo que llama a un teléfono erótico pero quiere hablar antes de nada, conocer a la chica, saliéndose de lo convencional. Por momentos resulta algo ingenuo considerar la posibilidad de que una trabajadora del sexo telefónico se avenga a mantener conversaciones personales con un desconocido. Si obviamos esto, el cuento es muy entretenido y meritorio.

El que cierra el volumen, "El último día del verano", es otro de los que me han gustado. Abarca las relaciones paternofiliales, los baches de la vida familiar, y narra un incidente algo sonrojante para un padre y un hijo durante un partido de béisbol.

Enamorados no correspondidos, abuelos de niñas que nunca conseguirán saltar el potro en clase de Educación Física, personas que se ven envueltas en situaciones en las que pierden los nervios o en las que están a punto de hacerlo pero al final consiguen evitar el desastre pululan por otras de las narraciones de ¿No te alegras por mí?, incluyendo el relato que da título al libro y que tiene algunos momentos bastante cómicos.

Son textos de unas 15-25 páginas, con mucho diálogo y escritos en una prosa sencilla. En ocasiones la narración parece una mera acotación teatral hasta el siguiente parlamento de algún personaje, y puede pesar en el lector cierta planicie estilística. No puedo decir que todos me hayan interesado, pero sí que Bausch sigue siendo uno de mis referentes indispensables en lo que a las distancias cortas se refiere (de sus novelas, que no he leído, Los Libros del Lince ha publicado Paz en 2010). 

Hará unos diez años compré los relatos de Alguien que me cuide (galardonado con el PEN/Malamud), que me entusiasmaron bastante, pero hasta ahora no había buscado más libros del autor. Tras leer este, he decidido hacerme también con La mujer del bombero, y me gustaría que alguna editorial española se interesara por traducir las nuevas historias de Bausch de Something is out there. Los tres que publicó Tropismos se me antojan también jugosa carne de reedición. Y es que me parece que les queda por colonizar un considerable público lector (que tal vez no sea muy mayoritario, pero qué se le va a hacer). Jon Bilbao, que acaba de publicar precisamente otro volumen de cuentos, Estrómboli (Impedimenta, 2016), parece otro de los partidarios del autor y le dedicó allá por 2008 un par de entradas en su blog, a cuya lectura emplazo. 

Como dato anecdótico, en la edición española de Wikipedia Richard Bausch ni siquiera tiene entrada todavía.

17 julio 2016

Gregory Crewdson










Gregory Crewdson (1962), fotógrafo estadounidense.


05 julio 2016

Esto no es una novela


El mes pasado me acerqué a la Feria del Libro de Madrid. Una de las casetas que no quería perderme era la 113, donde podían encontrarse libros editados en Hispanoamérica. Entre ellos, decidí comprar Esto no es una novela, de David Markson, editado en Argentina por La Bestia Equilátera. El libro forma parte de una tetralogía que se inicia con La soledad del lector (1996), que ya había leído y del que hablé por aquí (también publicado por La bestia equilátera). Continúa con Esto no es una novela (2001) y luego con Punto de fuga (2004), publicada por la mexicana Verdehalago y La última novela (2007), que me parece que no se ha traducido al castellano -aunque me gustaría, y creo que no soy el único- y que curiosamente es la última novela del autor, fallecido en 2010.

Esto no es una novela vuelve a componerse, como La soledad del lector, de fragmentos breves de una, dos, tres líneas, cincelados hasta la esencia, hilos de unas pocas palabras de los que el lector puede tirar y sacar mucho más. Observaciones culturales que revelan en muchos casos una gran lucidez y perspicacia. Anécdotas, cotilleos, en algunos casos, sobre los grandes nombres de la cultura y la Historia. Datos que nos invitan a desmitificar a este o aquel, tratando de arrancar, se diría, "una hoja del laurel del arte" o, siguiendo a Woody Allen, de acabar de una vez por todas con la cultura. Por otra parte, otras aportaciones amplían el horizonte del lector sobre estas figuras. Hay apuntes, también, de trasfondo poético, y reflexiones y observaciones de Markson atinadísimas. Uno lee estas píldoras, en ocasiones de la densidad del plomo, y se queda rumiando, o se ríe de pronto, o se conmueve, y las incorpora a su barnizado cultural con fines no necesariamente pedantes. De cuando en cuando, Markson también inserta comentarios críticos sobre la propia obra que vamos leyendo: "No lineal. Discontinuo. En forma de collage", escribe. "Obstinada en sus referencias cruzadas y de críptica sintaxis interconectiva", escribe.

Para gente curiosa o, como se suele decir, intelectualmente inquieta.

Sobre la edición: bonita, para mi gusto, aunque con alguna pega: el plastificado de la portada se ha empezado a levantar por la parte inferior y apenas hace un mes que compré el libro.

Va terminando la entrada y todavía no he utilizado la palabra posmoderno. Definitivamente, estoy desaprovechando este blog.

Fragmentos:

"Una vez Alejandro Magno estaba pontificando sobre arte en el estudio de Apeles. Apeles le sugirió que cambiara de tema:; no era nada apropiado que los jóvenes aprendices estuvieran riéndose nerviosamente a sus espaldas".

"Sólo tres personas siguieron el féretro de Stendhal.
Su obituario más largo consistió en tres renglones.
En uno escribían mal su nombre."

"Roman Jakobson, oponiéndose a que un novelista, concretamente Nabokov, enseñara literatura en Harvard:
¿Debería un elefante enseñar zoología?"

"Por lo menos un periódico de Boston sugirió con absoluta seriedad que Whitman debería ser castigado a latigazos por Hojas de hierba."

"Este es el lamentable estado de nuestra época: que los hombres del arte deban buscar limosna de los cormoranes, y los que más merecen queden ocultos debajo de los zopencos.
Dijo Thomas Nashe en 1592."