Chaves Nogales, gracias a unos y otros, está de moda. Una moda a la que, me temo, he llegado tarde, pero a la que me alegro de haber arribado a pesar de mi reticencia a seguir modas. Fue un autor casi secreto durante mucho tiempo. Como trató de ejercer su libertad y no se casó con nadie, en la guerra ambos bandos lo repudiaron. "Ambicioso, vacío, extravagante, la hora de Chaves Nogales pasó. Ni fue, ni ha sido no volverá a ser nada", dijeron de él allá por 1938, con escasa visión de futuro, en Azaña y ellos: cincuenta semblanzas rojas. Andrés Trapiello lo redescubrió y lo reivindicó en su ensayo Las armas y las letras. Pérez-Reverte no se cansa de repetir que el prólogo de la imprescindible A sangre y fuego debería estudiarse en los colegios. A Manuel Chaves Nogales (1897-1944), periodista sevillano, que comparte nombre con aquel presidente socialista de la Junta de Andalucía (sí, el de los "minolles"), hoy puede que lo tacharan de equidistante. Libros del Asteroide ha contribuido con el rescate de su obra a lo que podríamos llamar, acaso, la canonización tardía de sus escritos.
"Y los que no se fueron con unos ni con otros, murieron víctimas de los unos o de los otros", leemos en El maestro Juan Martínez que estaba allí (mal título, por cierto, para un gran libro). Una reveladora frase que refleja la polarización existente en ciertas coyunturas históricas, en las que se condena a todo aquel no que no se adhiere de forma rotunda a un bando. Víctimas de los hunos o de los hotros, como diría Unamuno (de rabiosa actualidad -y me alegro- gracias a la meritoria película de Amenábar, Mientras dure la guerra).
En París, Chaves Nogales conoció al bailarín flamenco Juan Martínez y su compañera Sole, que habían asistido en Rusia a la revolución soviética y la posterior guerra civil entre zaristas y bolcheviques. Su relato de lo que vivieron en esa etapa turbulenta de la historia de Europa, y de cómo se las ingeniaron para sobrevivir, a lo largo de seis años, constituye la trama del libro. Habla Trapiello en su prólogo de la indecidibilidad que lo define. No tenemos la posibilidad de decidir si lo narrado es fiel crónica de sucesos, novelización, compilación de lo que le contó Juan Martínez mezclado con diferentes testimonios... Se trata, en definitiva, de un texto híbrido.
La novela, publicada en 1934, se estructura en breves episodios que le confieren gran agilidad. Resulta muy entretenida de leer. Contiene algunos episodios tremendos, y una buena muestra del repertorio de actitudes en las que puede caer el ser humano (de la heroicidad a la infamia, de la integridad a la mezquindad, pasando por la crueldad y el fanatismo). La incluiré, sin duda, en mi lista de mejores lecturas del año. Y seguiré, cómo no, leyendo a Chaves Nogales.