"La condición urbana", "Serie B" y "Ola de frío", de Karmelo C. Iribarren
Aprovechando que se encontraban en la biblioteca donde trabajo, he leído de forma consecutiva tres libros de poemas de Karmelo C. Iribarren (San Sebastián, 1959) publicados por Renacimiento. Se trata de La condición urbana (1995), Serie B (1998) y Ola de frío (2007). Hace unos años que Iribarren se mudó a la editorial Visor, donde ahora estos libros aparecen incluidos en su poesía completa.
La de Iribarren es una poesía clara, directa, minimalista, sí, pero no llegaría a decir antirretórica (utiliza bastantes comparaciones, polisíndetos, encabalgamientos, algunas metáforas, anáforas...). En un poema de La condición urbana emplea un recurso retórico, la tmesis, que ya emplearon Quevedo o Fray Luis, en este caso para crear un doble sentido crítico y humorístico cuando habla de un simposio y de "eminencias con- / trastadas / en el manejo de las lenguas". Lo que sí exhalan los versos del donostiarra es cierto desdén hacia la poesía más académica o vacuamente ornamental, como en este "Fax a los poetas":
"No se preocupen.
Ustedes sigan
adornando
sus jodidos arbolitos
de Navidad.
Yo haré
el trabajo
sucio."
Recuerda uno, en este sentido, un poema muy similar de Roger Wolfe, poeta al que Iribarren cita en La condición urbana. La obra de ambos guarda ciertas concomitancias y se suele enclavar en el realismo sucio. Es perceptible la visión irónica y pesimista de la vida que trasminan los poemas de Iribarren, donde casi siempre -y es de agradecer- está presente la hondura. Destacaría también del autor la habilidad para insuflar a lo que quiere contar toda la fuerza posible que pueda caber en la página, utilizando para ello recursos como los espacios en blanco, la acotación, el paréntesis, con finales a menudo potentes.
Se trata de un autor con mucha calle, que trabajó de camarero, que consiguió dejar el alcohol, y en sus poemas son frecuentes las escenas callejeras de la ciudad, que el poeta vive u observa: miradas que se cruzan en los bares, trayectos en autobús, reflexiones sobre el hecho de estar vivo en este perro mundo, momentos cotidianos significativos (los músicos callejeros, los mendigos sin techo, las bandas urbanas, los jóvenes que esperan el transporte, los viejos que avanzan por el paso de peatones, ingredientes en definitiva de todo el ecosistema urbano). Como puede verse en el poema anterior, no elude los coloquialismos y los disfemismos ("no te jode", "a ver qué hostias haces"). En el siguiente poema, incluido en Serie B, se observa una aguda crítica social, al tiempo que una gran concisión:
"Los dos
bajaban
por la calle
cubiertos
de sangre.
Nadie
les prestaba
atención.
Así era
la ciudad."
Este tipo de poesía donde abundan las frases cortadas y se abusa del intro hay cierto tipo de lector y de escritor que la desdeñan y ni siquiera la consideran como tal: ya he dicho en anteriores ocasiones que a mí me gustan diferentes tipos de poesía, y la de Iribarren, por supuesto, no es una excepción. Normalmente no hay rima, aunque a veces aparecen algunas asonancias. La C. del nombre del autor es de su primer apellido, Caballero, por lo que sus forofos pueden hacer la rima fácil:
"Poderoso Caballero
es don Karmelo."
La de Iribarren es una voz poética con personalidad y un estilo definido desde sus inicios. No escapa tampoco de cierto componente sentimental (en el buen sentido). Lo único que echa un poco para atrás es que se sucedan y proliferen las reediciones de sus libros, las segundas y terceras ediciones aumentadas, las antologías, las poesías completas que se amplían cada dos años, hecho ante el cual el lector que espera tener un libro definitivo entre las manos acaso sienta cierta frustración, y que no invita demasiado a la fidelidad. Dejo para terminar un último poema, incluido en Serie B, titulado "Ritual sangriento":
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