Los antólogos de la derrota habrán de incluir hoy una entrada para Primoz Roglic, ciclista esloveno que ha perdido in extremis un Tour de Francia que tenía casi en su mano. Acabada la contrarreloj que ha trocado su sino de laurel por el de los perdedores, lo contemplamos en el suelo, sentado, exhausto y abatido, con la mirada ausente, junto a dos compañeros que lo abrigaban con su presencia pero no con unas inservibles palabras de aliento, pues Roglic había ingresado ya, sin retorno posible, en el club de los inconsolables.
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