Que se aparten el Che y Nelson Mandela, que tiemblen Rosa Parks, Mahatma Gandhi. A mi altura no está Túpac Amaru. Palidece a mi lado, Luther King: soy el epítome de los rebeldes, que en los libros de Historia me hagan sitio. La heroicidad que a todos sobrepasa camino del trabajo he cometido esta mañana de un vil lunes: caminando por calle solitaria, he roto las cadenas que me ataban, ¡me he quitado sin más la mascarilla! De aire fresco, furtivo y clandestino he dado unas cuantas caladas y durante un minuto he sido libre. La gesta ha sido breve, no lo niego, y hazaña parigual no he repetido: hasta ese punto vivo reprimido.
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