No es el primer libro de David Pérez Vega que comento aquí. En años anteriores ya hablé de Koundara, un muy buen libro de relatos publicado por Baile del Sol; Los insignes, novela aguda y humorística que parodia el mundillo poético y que publicó la mallorquina Sloper; y Acantilados de Howth, el debut literario del autor mostoleño, al que acostumbramos a leer sobre sus lecturas en su blog Desde la ciudad sin cines y, desde no hace mucho, también en su magnífico canal de YouTube: David Pérez Vega - Bienvenido, Bob. Confieso que es mi booktuber favorito. Es un placer oír hablar de literatura a alguien que ha leído tanto y ama los libros como pocos, que sabe establecer relaciones entre ellos y que posee una muy buena memoria lectora, además de la envidiable oratoria que le ha ido dando su experiencia como profesor en un colegio de Madrid.
En 2020 vio la luz su última novela hasta la fecha, Caminaré entre las ratas, publicada por la editorial Carpe Noctem. Se trata de su novela más extensa, escrita entre 2014 y 2016, y protagonizada por un hombre de Móstoles que anda cerca de cumplir los cuarenta -edad crítica- y que ha pasado por distintos trabajos y ahora es teleoperador, empleo que no es el soñado y que le brinda un sueldo precario, al tiempo que hace el máster para formación del profesorado, a fin de obtener una mejor colocación. Estudió Empresariales, tras un intento frustrado en una Ingeniería, estudios a los que lo abocó su familia cuando realmente a él le hubiera gustado una carrera de letras como Filología Hispánica. Domingo, que así se llama, ha publicado algunos libros en editoriales pequeñas, es un gran lector y trata de hacerse un hueco en el inexpugnable panorama editorial.
"No creo ya a estas alturas que pueda prescindir de la literatura. Estoy podrido de literatura, solo puedo entenderme como sujeto cercano a la literatura"
No escasean las concomitancias con el propio autor, como él mismo declara en un vídeo de YouTube sobre su novela, donde afirma que quería emplear un personaje no muy distinto a él, o a cómo sería él un poco pasado de vueltas, a partir del cual narrar todo lo que le ha sido dado observar y conocer, a sus cuarenta años, en su mundo cotidiano, en lo que respecta a mundo empresarial y laboral en general (los efectos de la crisis de 2008, por ejemplo), las relaciones personales y de pareja, política, familia, literatura y todo lo humano y lo divino. Y, a decir verdad, se muestra un fino observador de su realidad, de nuestro mundo.
Hay un par de elementos que escapan al realismo: por un lado, comienza a ascender un partido de ultraderecha llamado Puño Patriota Español, elemento con el que el autor se adelanta al renacimiento de la ultraderecha en España, poco después, con la irrupción de Vox y su líder Santiago Abascal; por el otro, la ciudad comienza a ser invadida por una plaga de ratas gigantes, como de medio metro. Esto último me llevó a pensar, en un principio, en el famoso cuento de Julio Cortázar Carta a una señorita en París, en el que el protagonista vomita conejitos y, si no me falla la memoria, lo vive como algo de lo que se siente culpable y que ha de ocultar al resto de la gente. Al principio parece que Domingo es el único que detecta la presencia de las ratas, como si fueran producto de su imaginación, pero conforme avanza la novela se hace evidente que este elemento fantástico, que nos lleva a pensar en un posible simbolismo, es perceptible por todos los personajes, le den más o menos importancia.
El hecho de que un amigo cercano se suicide, yéndole, en apariencia, algo mejor en la vida que a él, es otro factor que lo aboca a esa ineludible crisis de los cuarenta, además de las frustraciones laborales, literarias y sentimentales (su novia lo dejó no hace mucho).
Se trata de una novela ambientada en Madrid en 2013, que se lee con gran fluidez, un libro complejo a la par que accesible, que me ha parecido muy sólido. Una de sus virtudes es la de llevarnos a otros libros, pues no escasean las referencias literarias y cinematográficas. Aunque el título da cuenta de una individualidad que debe sobreponerse a un entorno difícil, incluso hostil, hay bastantes momentos en los que encontramos un componente social e incluso generacional (más de una generación, diría, puede verse reflejada en los sucesos narrados: tanto la del autor, que nació en 1974, como los ahora treintañeros).
Hay un momento en que el protagonista declara juzgar de antemano los libros en función del prestigio de la editorial que los publica, algo tal vez clasista y jerárquico, que dista de considerar con objetividad el texto en sí, y que resulta algo chocante teniendo en cuenta las ideas políticas del personaje (son recurrentes las críticas al neoliberalismo, a las atrocidades capitalistas). Esto, por otra parte, no debería sobresaltarnos, porque ¿quién no tiene contradicciones? El protagonista se ve envuelto en un pequeño embrollo de sexo por internet, y este es el único punto de toda la novela que me ha chirriado, en tanto que no me cuadraba con el personaje. Domingo, tipo serio, se toma unas pequeñas vacaciones, una escapada con fines sexuales para estar con una chica con la que no le une demasiado, más allá de la atracción por su cuerpo. Esta parte me ha recordado (pero no me fío mucho de mi memoria) al ambiente de La uruguaya del argentino Pedro Mairal. Esta actitud del personaje se justifica cuando leemos "es mi aventura sexual, intrascendente y absurda, el rollo de verano que debería haber tenido a los diecinueve pero que no tuve, mi deseo de libertad y superficie". Pero no me acaba de encajar en el hecho de prestarse un tipo como él, por ejemplo, a tener sexo en lugares públicos.
Más allá de esta nimiedad, he disfrutado muchísimo la lectura. Bien narrada, contiene reflexiones inteligentes sobre el mundo empresarial y laboral, la deriva de los métodos pedagógicos o las relaciones humanas en general. Eduardo Laporte, que también ha leído con entusiasmo el libro, habla de una "ironía melancólica" que creo que define bien su espíritu: hay momentos humorísticos y sarcásticos, y también un aire general de derrota, una mirada al mundo desde una prosa serena, reflexiva, a través de la luz de la melancolía.
Caminaré entre las ratas me parece una muy buena novela, posiblemente lo mejor que he leído en lo que llevamos de 2021, y que veo difícil que no acabe en la clásica lista de mejores lecturas del año que acostumbro a colgar en este blog.
Valoración: 5/5
"En un vídeo, uno de estos profesores saca su móvil del bolsillo y afirma sonriente ante la cámara que ahí, en su mano, está TODO; que la información está disponible para cualquier persona a un clic de ratón, que ya no hace falta saber. Esto me parece cuestionable, pues a mí como adulto me ha costado, realizando búsquedas en internet, encontrar la información que buscaba para los trabajos requeridos en el máster e imagino que a un niño de catorce años, en el aula o en su casa, le costará más. Esto sin contar que tiene abiertas todas las puertas a la distracción. Hace cincuenta años también estaba TODO en una biblioteca, y no por esto se dejaba de exigir a las personas que estudiasen contenidos."
"Hablan de Andrés Torrejón, hablan mal de él, como españoles en un bar".
"Pero desde 2008 vivo en el país del volver a empezar, de los aprendices sin edad, de los licenciados que emigran a Londres para trabajar de camareros, de la idea neoliberal del "si estás en el paro la culpa es tuya, aprende a reciclarte. Sé un emprendedor, muchacho""