Londres es de cartón (2010) es la cuarta y a día de hoy última novela de Unai Elorriaga, autor que se dio a conocer cuando su primera novela, Un tranvía en SP, recibió en 2002 el Premio Nacional de Literatura, bien es verdad que no sin cierta polémica (parecía que el premio estuviera reservado a autores consagrados como Muñoz Molina o Delibes, y no a un autor joven, primerizo, que además escribía en euskera). No hace mucho el libro fue llevado al cine por el recientemente fallecido Aitzol Aramaio, con el título Un poco de chocolate. Pese a su reparto, en el que brillan nombres como los de Héctor Alterio, Daniel Brühl o Bárbara Goenaga, la película es en mi opinión en exceso ingenua, aunque consiga transmitir parte del encanto de una novela que destaca por recursos que se pierden en una adaptación al celuloide. Posteriormente, Elorriaga publicó El pelo de Van’t Hoff y Vredaman. Son todas ellas novelas breves que rara vez superan las doscientas páginas.
Londres es de cartón funciona, como dicen en la contraportada, como una suerte de alegoría, un retrato de la esencia de las dictaduras (que he de reconocer que me ha resultado algo naif). También se acerca al tema de la enfermedad mental. Dividido en cuatro partes, la segunda de ellas es una historia de tintes detectivescos en la que asistimos a las pesquisas conducentes a dilucidar el crimen de Vera Brent. Aunque cuando la leemos parece no tener conexión con el resto, al final comprendemos que está conectada con la historia central de las otras tres partes, la de un grupo de personajes que trata de conseguir unas grabaciones en las que quizá se hable de Sora, la hermana de Phineas, uno de ellos, desaparecida hace ya años, a quien este espera en un tejado, el tejado número diecisiete, desde el que controla la carretera y la estación de trenes, los dos únicos accesos al pueblo.
Sin saber quién es el autor, el lector asiduo adivinará que se trata de un libro de Elorriaga, su estilo no es muy difícil de identificar, pero tengo que decir que la novela no me ha convencido. Los otros dos libros que he leído del autor me han resultado más interesantes, con más humor, más chispa y más emotivos que Londres es de cartón, que parece el más ambicioso de ellos, el de temática más grave. La verdad es que el libro se lee rápido, es sencillo, no está mal escrito, pero lo encuentro falto de chicha para un lector adulto, algo light, y me parece difícil que entusiasme, que sorprenda (sólo en la parte final transmite algo de emoción, de intensidad). Uno se queda esperando que la acción avance, pero no ocurre casi nada. No me parece que diga nada nuevo sobre el tema y me ha dejado escaso poso. Quizá sea exagerado decir que se trata de un libro prescindible, pero sí es cierto que no me parece un libro logrado. No obstante, Unai Elorriaga es un autor que me interesa y lo seguiré leyendo. Espero volver a leer algún día su primera novela y compartirla por aquí.
Poco más que decir, os deseo una buena semana a todos.