31 diciembre 2018

Películas vistas en 2018



-Saraband (2003), de Ingmar Bergman
-Los inútiles (1953), de Federico Fellini
-Bajo el peso de la ley (1986), de Jim Jarmusch
-Mistress America (2015), de Noah Baumbach
-El renacido (2015), de Alejandro González Iñárritu
-Elle (2016), de Paul Verhoeven
-El hombre perfecto (2015), de Yann Gozlan
-Captain Fantastic (2016), de Matt Ross
-Selfie (2017), de Víctor García León
-Cinema Paradiso (1988), de Giuseppe Tornatore
-La forma del agua (2017), de Guillermo del Toro
-Morir (2017), de Fernando Franco
-Woody & Woody (C) (2017), de Jaume Carrió
-La ola (2008), de Dennis Gansel
-Mystery Train (1989), de Jim Jarmusch
-Te doy mis ojos (2003), de Icíar Bollaín
-La maldición del escorpión de jade (2001), de Woody Allen
-La ventana indiscreta (1954), de Alfred Hitchcock
-Philadelphia (1993), de Jonathan Demme
-Al otro lado del muro (2017), de Pau Ortiz
-Júlia ist (2017), de Elena Martín
-El otro lado de la esperanza (2017), de Aki Kaurismäki
-Psicosis (1960), de Alfred Hitchcock
-No sé decir adiós (2017), de Lino Escalera
-El pequeño Hamlet (C) (1960), de Jerzy Skolimowski
-El invisible Harvey (1950), de Henry Koster
-Sueño y silencio (2012), de Jaime Rosales
-David Lynch: The art life (2016), de Rick Barnes, John Nguyen y Olivia Neergaard-Holm
-Closer (Cegados por el deseo) (2004), de Mike Nichols
-Charada (1963), de Stanley Donen
-Muchos hijos, un mono y un castillo (2017), de Gustavo Salmerón
-Lucky (2017), de John Carroll Lynch
-Un tranvía llamado deseo (1951), de Elia Kazan
-La noche americana (1973), de François Truffaut
-Campeones (2018), de Javier Fesser
-La mamá y la puta (1973) VOSE, de Jean Eustache
-En cuerpo y alma (2017), de Ildikó Enyedi
-Easy Rider (1969), de Dennis Hopper
-Roberto Bolaño: La batalla futura (2016), de Ricardo House
-Jericó, el infinito vuelo de los días (2016), de Catalina Mesa
-El circo (1928), de Charles Chaplin
-Sonata de otoño (1978), de Ingmar Bergman
-Sin amor (2017), de Andrey Zvyagintsev
-El proceso (1962), de Orson Welles
-Jules y Jim (1961), de François Truffaut
-El camino más largo para volver a casa (2014), de Sergi Pérez
-La rodilla de Clara (1970), de Éric Rohmer
-Shirley: visiones de una realidad (2013), de Gustav Deutsch
-El grito (1957), de Michelangelo Antonioni
-Metrópolis (1927), de Fritz Lang
-La mala educación (2004), de Pedro Almodóvar
-La delgada línea roja (1998), de Terrence Malick
-Las Hurdes (tierra sin pan) (1930), de Luis Buñuel
-Todos lo saben (2018), de Asghar Farhadi
-Cold war (2018), de Pawel Pawlikowski
-El lobo de Wall Street(2013), de Martin Scorsese
-Harry Potter y el prisionero de Azkabán (2004), de Alfonso Cuarón
-Harry Potter y el cáliz de fuego (2005), de Mike Newell
-Harry Potter y la órden del Fénix (2007), de David Yates
-Harry Potter y el misterio del príncipe (2009), de David Yates
-Harry Potter y las reliquias de la muerte – Parte 1 (2010), de David Yates
-Roma (2018), de Alfonso Cuarón
-Harry Potter y las reliquias de la muerte – Parte 2 (2011), de David Yates
-El camino de San Diego (2006), de Carlos Sorín
-Bombón, el perro (2004), de Carlos Sorín
-La última virgen (2017) (C), de Bàrbara Farré
-Días de pesca en Patagonia (2012), de Carlos Sorín
-Yo, Daniel Blake (2016), de Ken Loach
-Cara a cara (1976), de Ingmar Bergman
-Citizenfour (2014), de Laura Poitras
-El nadador (1968), de Frank Perry
-El gato desaparece (2011), de Carlos Sorín
-La cinta blanca (2009), de Michael Haneke
-¡Lumière! Comienza la aventura (2016), de Thierry Frémaux

30 diciembre 2018

Lecturas de 2018



-Justine, de Lawrence Durrell (Edhasa)
-Stoner, de John Williams (Baile del Sol)
-La ruta de don Quijote, de Azorín (Cátedra)
-España, aparta de mí este cáliz, de César Vallejo (Cátedra)
-Marea humana, de Benjamín Prado (Visor)
-Memoría, de Ben Clark (Huacanamo)
-Poesía completa, de Constantinos P. Cavafis (Alianza)
-Juventud, de J. M. Coetzee (Penguin Random House)
-Trama de niebla, de Felipe Benítez Reyes (Tusquets)
-Examen de ingenios, de José Manuel Caballero Bonald (Seix Barral)
-Electrones, de Carlos Marzal (Cuadernos del Vigía)
-Verano, de J.M. Coetzee (Penguin Random House)
-Troppo vero, de Andrés Trapiello (Pre-Textos)
-Todos deberíamos ser feministas, de Chimamanda Ngozi Adichie (Penguin Random House)
-Secretos de familia, de María José Amador (E.D.A. Libros)
-Andarás perdido por el mundo, de Óscar Esquivias (Ediciones del Viento)
-Me llamo Lucy Barton, de Elizabeth Strout (Duomo)
-La ciudad, de Karmelo C. Iribarren (Renacimiento)
-Barrio de Maravillas, de Rosa Chacel (Castalia)
-Valquirias, de Paulo Coelho (Planeta)
-Fuera de trama, de Gabriel Noguera (Berenice)
-Todos los poemas (1975-2012), de Joan Margarit (Austral)
-Boquitas pintadas, de Manuel Puig (Seix Barral)
-El Tercer Reich, de Roberto Bolaño (Anagrama)
-Fervor de Buenos Aires, de Jorge Luis Borges (RBA)
-Luna de enfrente, de Jorge Luis Borges (RBA)
-Infancia, de J. M. Coetzee (Penguin Random House)
-La uruguaya, de Pedro Mairal (Libros del Asteroide)
-Reconstrucción, de Antonio Orejudo (Tusquets)
-Un año, de Juan Emar (Barataria)
-Tala, de Thomas Bernhard (Alianza)
-Jugador de ventaja, de Juan Varo Zafra (Diputación de Granada)
-El discurso vacío, de Mario Levrero (DeBolsillo)
-Madame Bovary, de Gustave Flaubert (Espasa)
-Primavera sombría, de Unica Zürn (Siruela)
-Los hermosos años del castigo, de Fleur Jaeggy (Tusquets)
-Las inquietudes de Shanti Andía, de Pío Baroja (Cátedra)
-Poesía completa (1953-1991), de Claudio Rodríguez (Tusquets)
-Sodoma y Gomorra, de Marcel Proust (Alianza)
-La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca
-Las nubes por dentro, de Andrés Trapiello (Pre-Textos)
-Del color de la leche, de Nell Leyshon (Sexto Piso)
-Arrugas, de Paco Roca (Astiberri)
-Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez (Anagrama)
-La vida sexual de Catherine M., de Catherine Millet (Anagrama)
-Las arquitecturas del deseo, de José Antonio Marina (Anagrama)
-El bolígrafo de gel verde, de Eloy Moreno (Espasa)
-Novela de ajedrez, de Stefan Zweig (Acantilado)
-Relatos 1, de John Cheever (Emecé)

28 diciembre 2018

"El camino de san Diego", de Carlos Sorín



Es curioso cómo algunos directores acostumbran a emplear actores no profesionales en sus películas y consiguen resultados asombrosos. Es el caso de Carlos Reygadas, el caso de la exitosa Campeones, de Javier Fesser, y también el de Carlos Sorín, cuya filmografía tenía abandonada desde que hace muchos años vi la simpática Historias mínimas. Estos días, y merced a mi suscripción de Filmin, me estoy poniendo al día con el director argentino. He visto Días de pesca en Patagonia, que recuerda al mundo de los relatos de Raymond Carver; El gato desaparece, un thriller psicológico con toques de humor negro, y sobre todo Bombón, el perro -drama realista que me gustó mucho- y El camino de san Diego. Las dos últimas resultan películas muy entrañables, humildes, humanísimas.

En El camino de san Diego (2006) encontramos a un joven trabajador argentino que admira por encima de todo a Maradona (tanto es así que cuando su mujer da a luz, decide llamar a la niña Diega, en honor a su ídolo). Un día, y en esto parece haber algo de misticismo, en el bosque se topa con la raíz de un árbol en la que el muchacho cree ver la fisonomía del Pelusa. Su ilusión es entregársela a Maradona en persona, de modo que emprende un viaje desde su pueblo hasta Buenos Aires, donde el futbolista se halla ingresado en una clínica. A lo largo de ese periplo quijotesco, la gente le va pidiendo que le enseñe la "escultura", y si unos se ríen de él porque no se parece en nada a Maradona, otros lo toman por una talla de madera fidelísima y se la quieren comprar incluso. A veces se diría que quienes son futboleros y tienen fe en ese dios que es el astro argentino, y que como divinidad tiene su propia religión, son los que más admiran la raíz arbórea. El caso es que el muchacho, con una fe inquebrantable y poco medios, poco a poco va haciendo camino. 

Una comedia agradable y esperanzadora que nos reconcilia con el género humano. Destila esperanza. Cine argentino con mucho encanto el de Carlos Sorín, sin duda.

25 noviembre 2018

Microrreseñas



Reconstrucción (2005). Magnífica novela, a la altura de las mejores obras de Antonio Orejudo, que es como decir a la altura de la mejor novela española contemporánea. Puede que Los Cinco y yo no fuese gran cosa comparada con libros anteriores, pero hay que reconocer que sus tres primeros libros (Fabulosas narraciones por historias, Ventajas de viajar en tren y este) son un festín. En esta ocasión, la historia está ambientada en la Europa de los convulsos años de la Reforma y los primeros vagidos de la Inquisición, bisagra entre la preponderancia del teocentrismo y la del antropocentrismo. Se trata de una novela coral en cuyo meollo late, creemos, un tema crucial: la libertad. Leemos: "Es difícil comprender a hombres como [omito el nombre para no destripar nada], dispuestos a arriesgar su vida por defender ciertas ideas. No buscaban fama ni rconocimiento. Muchos de ellos ni siquiera soñaban con tener adeptos. Les bastaba saber que hacían lo correcto." Y también: "La suerte es un pequeño pez, raro y resbaladizo, que solo puede pescarse en las redes del trabajo eficaz". Por favor, lean a Orejudo.





Del color de la leche (2012). Una historia del siglo XIX que nos lleva a pensar en Jane Eyre o las infancias desgraciadas de Dickens. Admite comentarios sobre el machismo, el clasismo, las injusticias de la época. Pese a su dureza, tiene también momentos graciosos y entrañables. La voz de Mary, la protagonista, atrapa al lector desde el principio. Un acierto esta novela de la británica Nell Leyshon que publicó Sexto Piso. Para recomendar.



Primavera sombría, de Unica Zürn"La posibilidad de amar siempre y con la misma intensidad solo la tiene el que ama sin esperanza", leemos en esta novela corta, de tintes autobiográficos, con sexualidad y mucho desgarro. Abarca algunos años de infancia y pubertad de una muchacha que recibe poco afecto por parte de su familia. El libro tiende a la frase corta y potente. Me quedo con ganas de seguir con la autora, que padeció esquizofrenia y se acabó suicidando a los 54 años. Creo que leeré El hombre jazmín, también publicado por Siruela.

24 noviembre 2018

La mulilla mecánica



A la motoazada con la que se ara la tierra la llamamos en el pueblo "mulilla mecánica". Y sin embargo nos extrañamos cuando en las películas del oeste los indios se refieren al tren como "caballo de hierro". Qué raros, qué exóticos estos sioux, pensamos, hasta que un día tardío, si acaso, caemos en la cuenta de que nosotros empleamos un recurso idéntico. En la foto mi padre, en la huerta, trabajando la tierra con la mulilla mecánica de mi abuelo.

07 octubre 2018

"Alto jornal", un poema de Claudio Rodríguez



ALTO JORNAL

"Dichoso el que un buen día sale humilde
y se va por la calle, como tantos
días más de su vida, y no lo espera
y, de pronto, ¿qué es esto?, mira a lo alto
y ve, pone el oído al mundo y oye,
anda, y siente subirle entre los pasos
el amor de la tierra, y sigue, y abre
su taller verdadero, y en sus manos
brilla limpio su oficio, y nos lo entrega
de corazón porque ama, y va al trabajo
temblando como un niño que comulga
mas sin caber en el pellejo, y cuando
se ha dado cuenta al fin de lo sencillo
que ha sido todo, ya el jornal ganado,
vuelve a su casa alegre y siente que alguien
empuña su aldabón, y no es en vano."


Claudio Rodríguez, Conjuros (1958).

08 septiembre 2018

"Astillas", revista de poesía


Acaba de publicarse el primer número de "Astillas", publicación periódica de poesía e ilustración de Madera Berlín, en el que colaboro con un poema. La revista, que se hace en Alemania, reúne textos de veinticinco autores y consta de setenta y dos páginas. La tirada consta de 150 ejemplares numerados y se vende a 5 euros, gastos de envío incluidos. Si hubiera alguien muy interesado, podéis encontrar más información en su web. Dejo también el poema con el que participo.


VUELOS COTIDIANOS

Me intriga esa señora
que en la carnicería
siempre pide alas.
Nunca comenta nada:
paga y sin más se va volando.


21 agosto 2018

La "pechá" de agua



   Cuenta mi padre que cuando era joven, y había equipo de fútbol en el pueblo, no existía aún la manía actual por el agua embotellada, de modo que durante los partidos, en las gradas -o en la banda, no sé, no quisiera pecar de megalómano: dondequiera que se arracimara la gente para atender los lances del juego-, un aguador merodeaba con un botijo de agua fresca que ofrecía a quien tuviera sed y propósito de aplacarla. Recuerda mi padre el precio con una seguridad que espanta cualquier duda: el agua se vendía a un duro la pechá. Por si a alguien le suena extraño, y aunque la explicación resulte ociosa, quiere eso decir que apoquinando la tarifa en cuestión uno podía echarse un trago todo lo largo que gustase, hasta el empacho, así le rebosara el líquido por los oídos.
   Esto de la pechá debía de ser una variante andaluza de lo que ahora llaman tarifa plana o también buffet libre. A mí me resulta curioso, además de muy expresivo, y por eso lo cuento aquí.

06 agosto 2018

"La uruguaya", de Pedro Mairal



Acabo de leer La uruguaya (2016), una novela corta del argentino Pedro Mairal (1970) que ha publicado Libros del Asteroide y va ya, si no me equivoco, por la décima edición en España. Ha sido galardonada con el Premio Tigre Juan, que me parece que se otorga a una buena novela publicada en el último año que no ha obtenido toda la visibilidad que mereciera. Viendo la cantidad de gente que compartía fragmentos de La uruguaya en redes sociales, así como los buenos datos de ventas, confieso que me sorprendió que se le concediese justamente este premio.

Pero no me parece mal. De hecho, me gusta cómo escribe Pedro Mairal y he leído este libro sintiéndome muy cómplice. Su prosa no es acomodaticia, explora en el lenguaje, busca y casi siempre encuentra: crea. En este sentido, el narrador de La uruguaya, que es también escritor, expresa lo siguiente de un proyecto de novela: "iba a tener [....] mucho juego de palabras, mucha pólvora verbal, iba a reventar el castellano para abrirlo como un árbol en todas las direcciones...".

El protagonista de La uruguaya es un escritor en plena crisis de los cuarenta, casado y con un hijo, que emprende un viaje relámpago al vecino Uruguay para obtener un beneficio fiscal (a.k.a. evasión de impuestos) en el cobro de un dinero por derechos de autor. Quiere aprovechar la ocasión para reencontrarse en el paisito con una chica más joven que él (no llega a los treinta), la uruguaya del título, a quien conoció un tiempo atrás y con la que ha estado intercambiando correos electrónicos. Su deseo sexual es bastante palpable, aunque -ojo: posible spoiler- las cosas no salen tan bien como esperaba Lucas Pereyra, que así se llama el tipo.

El libro es fértil en pasajes subrayables. Dejo muestra: "Cuando alguien te patea, quedás alerta como si no hubiera nadie de tu lado, y cuando de pronto alguien te trata bien bajás la guardia y te desarmás. El cariño te derrumba." También leemos: "El enamorado es como el paranoico, cree que todo le habla a él. Las canciones de la radio, las películas, el horóscopo..." La que sigue ha hecho fortuna y la editorial ya la ha grabado en tazas: "Si no podés con la vida, probá con la vidita". Los argentinismos y anglicismos no escasean, y pasar la vista por los primeros nos reconforta, como a complacidos hispanohablantes, la maravillosa diversidad de este idioma que compartimos con tantos países americanos.

Pese a todo, diría que el argumento -más bien convencional- no alcanza la altura que merecería el estilo, y eso hace que el conjunto se resienta un poco. En alguna ocasión el narrador se queja de lo duro que es ser padre, mantenerse a flote y todo eso, como si el fondo del asunto fuera el retrato de la debilidad del hombre moderno. Más de una vez Mairal escribe "por sobre mi hombro...", y a mí esa expresión, con doble preposición, forzando el lenguaje, siempre me recuerda a cierto poema del magnífico César Vallejo. No sé si Mairal lo hará como un guiño intencionado al poeta peruano, imagino que es improbable que así sea y todo esto serán conjeturas mías.

Me ha gustado leer esta novela. La forma de escribir de Mairal me hace pensar que puede tener libros todavía mejores, con tramas de mayor calado, y desde luego voy a buscar otras obras suyas (David Pérez Vega habla muy bien en su blog, en este sentido, de El año del desierto, publicada por Salto de Página). De momento, Libros del Asteroide ya ha reeditado Una noche con Sabrina Love, novela de 1998 que publicó hace años Anagrama.

29 julio 2018

"Barrio reconquistado", un poema de Jorge Luis Borges

Caricatura de Borges


BARRIO RECONQUISTADO

"Nadie vio la hermosura de las calles
hasta que pavoroso en clamor
se derrumbó el cielo verdoso
en abatimiento de agua y de sombra.
El temporal fue unánime
y aborrecible a las miradas fue el mundo,
pero cuando un arco bendijo
con los colores del perdón la tarde,
y un olor a tierra mojada 
alentó los jardines,
nos echamos a caminar por las calles
como por una recuperada heredad,
y en los cristales hubo generosidades de sol
y en las hojas lucientes
dijo su trémula inmortalidad el estío."

Jorge Luis Borges, Fervor de Buenos Aires (1923).

23 julio 2018

"El Tercer Reich", de Roberto Bolaño


El Tercer Reich fue escrita en 1989, antes de que la novelística de Roberto Bolaño adquiriera una musculatura portentosa, hecho que podríamos datar -quizá poniéndonos demasiado estupendos- a partir de Estrella distante y La literatura nazi en América, ambas publicadas en 1996. No obstante, esta novela me parece que contiene ya muchos de los elementos típicos y rasgos definitorios de la forma de escribir del chileno. Resulta un libro bastante disfrutable, una buena novela pese a que su condición de póstuma (fue publicada en 2010, siete años después de la muerte del autor) nos pueda invitar a recelar de su calidad.

Entre sus páginas encontramos a una pareja de alemanes de veraneo en un hotel de la Costa Brava, donde conocen a -y se mezclan con- una serie de personajes (el Lobo, el Cordero, el Quemado, Frau Else, Clarita...). El protagonista, Udo Berger, narra la historia en una especie de diario y es un especialista, tal vez habría que decir un campeón, en juegos de guerra (o wargames). El título del libro es el nombre de uno de ellos, centrado en la II Guerra Mundial. 

He de confesar que las treinta o cuarenta primeras páginas aumentaron mi escepticismo y me hicieron temer lo peor, pero en cuanto entran en escena personajes emblemáticos como el Quemado, y también el Lobo y el Cordero, la novela coge ritmo y aparece el Bolaño de siempre, afilado, inteligente, divertido, con esa vasta experiencia vital y el agudo conocimiento del ser humano que le propiciaron tal vez los viajes, las lecturas y su dilatada vida laboral. En la novela se abordan temas como las relaciones de pareja, la amistad o la presencia -latente o explícita- de la violencia, del horror. Mientras la terminaba, pensaba en El Tercer Reich como una novela más lograda que alguna otra que Bolaño publicó en vida (véase Una novelita lumpen, entre otras).

Pese a que la imagen de portada que acompaña a esta entrada es la de Alfaguara, editorial donde se encuentran ahora -creo que todos- los libros del autor, la edición que he sacado de la biblioteca de Antequera es la original de Anagrama. En un momento dado, leo: "Como tampoco pueden permanecer todo el día en el hotel, se organizan incursiones al exterior". "Incursiones al exterior" me parece una curiosa forma de referirse a las excursiones. 

Por momentos me ha dado la impresión de que la prosa de Bolaño se detiene en excesivos detalles, en datos más bien nimios, que invitan a leer un poco de pasada (y cuando relata pormenores de la partida del juego de estrategia, por supuesto, uno lee párrafos casi en diagonal). Pero la mayor parte del tiempo se impone una escritura que uno encuentra cercana, atenta, lúcida y vital, que nos recuerda a ese autor que tanto hemos disfrutado y cuya muerte prematura, a los cincuenta años, tanto lamentamos. 

Aunque habré leído una quincena de libros de Bolaño, me quedan todavía unos cuantos -pocos- pendientes, y sigo con la firme intención de completar la lectura de toda su obra. En cuanto a El Tercer Reich, me parece una buena novela para quienes gozamos leyendo a Bolaño.

"-¿Sigues visitando la biblioteca, Quemado?
-Sí.
-¿Y sólo sacas libros de guerra?
-Ahora sí, antes no.
-¿Antes de qué?
-De empezar a jugar contigo.
-¿Y qué clase de libros sacabas antes, Quemado?
-Poemas.
-¿Libros de poesía? Qué hermoso. ¿Y qué clase de libros eran ésos?
El Quemado me mira como si estuviera frente a un paleto:
-Vallejo, Neruda, Lorca... ¿Los conoces?
-No. ¿Y aprendías los versos de memoria?
-Tengo muy mala memoria.
-¿Pero te acuerdas de algo? ¿Puedes recitarme algo para que me haga una idea?
-No, sólo recuerdo sensaciones.
-¿Qué tipo de sensaciones? Dime una.
-La desesperación...
-¿Ya está? ¿Eso es todo?
-La desesperación, la altura, el mar, cosas no cerradas, abiertas de par en par, como si el pecho te explotara."


05 julio 2018

"Fuera de trama", de Gabriel Noguera


Fuera de trama (2015) es la primera novela publicada del malagueño Gabriel Noguera, que se define como un "autor secreto, tercermundista y sentimental". He de decir que he coincidido con Noguera en alguna ocasión -sin que apenas hayamos hablado- en eventos literarios malagueños, en el último de los cuales tuvo a bien regalarme un ejemplar de Fuera de trama, algo que le agradezco (y más aún después de leer el libro). Esta novela obtuvo el Premio Andalucía Joven de Narrativa (que, por cierto, poco después se dejó de convocar) y fue publicada por Berenice en 2015. Ha sido descatalogada este 2018: apenas tres años de vida para una novela solvente cuyo ostracismo exprés lamentamos.

Y es que la lectura de este libro le ha resultado a uno bastante gozosa. Se trata de una historia protagonizada por un típico detective privado que se ve involucrado en un enredo que tiene que ver con la literatura, pues recibe el delirante encargo, por parte de una atractiva escritora, de encontrar a una persona desaparecida, con la peculiaridad de que se trata de un personaje de ficción de la novela que estaba escribiendo. 

Esto le sirve al autor tanto para jugar de forma humorística con los clichés del género detectivesco -qué horror: he de huir de estas frases pomposas- como para la sátira y la parodia del mundillo literario, de la impostura, la vanidad y otras hierbas. Me he reído bastante con el libro, Noguera es capaz de encadenar momentos divertidos mezclando referencias culturales y populares (de la mitología griega a Miley Cyrus, de Blade Runner a Descartes). Además incluye entre la panoplia de personajes a un escritor ignorado, secreto como él, que quizá no por azar se apellida de forma muy parecida (Higuera vs. Noguera). La similitud huele a alter ego a través del cual el autor ironiza y se ríe un poco de sí mismo, tanto de su físico como de las ínfulas que pueden aquejarnos a casi todos los que tratamos -pese a todo- de escribir libros:

"-¡Escribo muy bien! Me lo decían mis profesores del instituto.
-De la institución mental, sería."

En el fragmento que copio a continuación intuimos un retrato de ese boom de nuevos poetas que triunfan en las redes y en las mesas de novedades de las librerías y cuya calidad literaria, por ser neutros, genera cierta polémica:

"...eran celebridades en el mundillo literario y aparecían con frecuencia en revistas de tendencias vendiendo ropa, colonias, teléfonos móviles y todo lo necesario para una buena modernidad. Eran, según él, los chicos populares del instituto estadounidense en el que se había convertido la literatura."

Poco más adelante, leemos, por boca de uno de ellos: "Hay más poesía en el Whatsapp que en los clásicos". 

Por los continuos momentos cómicos y las referencias culturales, mientras lo leía me han venido a la mente autores como Rafael Reig o Antonio Orejudo. Incluso Eduardo Mendoza. Por la temática, ha sido imposible no acordarse de otra novela reciente de la que ya hablé por aquíLos insignes, de David Pérez Vega. 

Ha sido un placer leer Fuera de trama. No digo más.

20 junio 2018

Microrreseñas



La ciudad (2002), de Karmelo C. Iribarren. Antología, editada por Renacimiento, que se ha ido ampliando en ediciones y años sucesivos. Me ha gustado volver a esa poesía descarnada y honda, callejera y trascendente, tan certera. Letras breves con tendencia a lo coloquial y la fuerza de un camión cisterna, obra de alguien que observa desde la perspectiva del desengaño, desde los márgenes. Se suele calificar su poesía de antirretórica pero a mí no me lo parece tanto (podríamos inventariar cierto despliegue de recursos). Antipomposa desde luego que sí. Grato reencuentro con los textos del poeta vasco, muy activo en las redes. Digamos, pues, de forma quevedesca, que poderoso Caballero (así se desencripta la C. de su primer apellido) es don Karmelo. Dejo enlace a una entrevista con el autor en un programa de RNE.


Me llamo Lucy Barton, de Elizabeth Strout. Novela breve, no tan ligera como podría parecer, pero que sabe a poco. De un estilo acaso demasiado sencillo y con algunos excesos sentimentales. Tierna y delicada historia, que se lee sin mucho esfuerzo pero que no acaba de convencer. De la autora guardo mejor recuerdo de la obra que le valió el Pulitzer, Olive Kitteridge (hablé de ella aquí). Por mencionar algo positivo, me llama la atención este fragmento: "Me interesa cómo encontramos maneras de sentirnos superiores a otra persona, a otro grupo de personas. Pasa en todas partes, y todo el tiempo. Le pongamos el nombre que le pongamos, creo que es lo más rastrero que hay en nosotros, esa necesidad de encontrar a alguien a quien rebajar".


Andarás perdido por el mundo (2016), de Óscar Esquivias. Libro de catorce relatos que, acaso en relación con el título, que alude a una frase del Génesis, abarcan diferentes localizaciones: Italia, País Vasco, Senegal, Rusia, Inglaterra... y el barrio burgalés de Gamonal, que es una presencia recurrente. El primer relato, "Todo un mundo lejano", me ha parecido buenísimo. Así como "El chino de Cuatroca", protagonizado por un ecuatoriano de dieciséis años que vive en Madrid, en Cuatrocaminos. Mi interés, a pesar de todo, ha ido decayendo un poco conforme pasaba páginas. Los cuentos breves, de una página o así, me han parecido en general más flojos. En todos se percibe la amplia cultura del autor, su sensibilidad y su inteligencia. La música clásica, ya desde la portada, está muy presente. En algún texto uno cree percibir, en el estilo, que Esquivias ha escrito literatura para jóvenes (y esto no siempre es negativo). Como conjunto, creo que guardo mejor recuerdo de La marca de Creta, el otro libro del autor que he leído. No obstante, Andarás perdido por el mundo tiene varios cuentos sencillamente sobresalientes, en mi opinión. Destacable la cuidada edición de la gallega Ediciones del Viento.