“La intemperie le había empujado
mucho más allá de lo que sabía y de lo que no sabía acerca de la vida. Le había
llevado hasta el mismo borde de la muerte…”
La historia que se cuenta es la siguiente: Intemperie llega al comité de lectura de Seix Barral como un
manuscrito cualquiera de la plebe, de esa masa anónima que sueña con que le
publiquen sus cosas, sin mediación de agente literario alguno. Lo leen y le ven muchas posibilidades.
Lo lee el editor y le encanta. Se lo manda a un editor extranjero y más de lo mismo,
de modo que antes de publicarse en España ya tiene los derechos vendidos a varios países. Tras una gran apuesta de marketing, Intemperie se convierte en un fenómeno
de ventas, y su autor, Jesús Carrasco, es comparado con Miguel Delibes y Cormac McCarthy. ¿Debemos odiarlo por
eso? No, o al menos no de antemano.
Intemperie (2013) es una novela de ambiente rural que se desarrolla en un
pasado inconcreto marcado por una terrible sequía. En este marco agreste encontramos a
un niño que acaba de escapar de casa y que intentará esquivar a sus
perseguidores. Supongo que se puede decir que tiene tintes de novela de
iniciación o bildungsroman, si nos ponemos finos. El vocabulario remite, como
es lógico, al campo (chumberas, olivos, cencerros, zurrones, serones, carrizales…),
y la prosa es pulcra y cuidada. Leyéndolo me vino a la mente la aspereza de
Coetzee, y también el universo de Yuri
Herrera. Con las páginas puede acabar resultando algo excesivo que se
describa cada acción del personaje con tanta minuciosidad, como si el autor tratase en algún momento de exhibirse, pero imagino que son pequeños deslices aceptables en una primera novela y pulibles en el futuro. Que en la página 151 encontremos un
gerundio mal empleado quizá no signifique más de la cuenta, simplemente que uno
ha estudiado filología y a veces puede resultar un poco quisquilloso.
Lo que sí quiero resaltar es que
me alegro de que una editorial –grande, en este caso- apueste por –y
gane con- una obra “literaria”, que demuestra calidad y rigor. Seguramente Intemperie no sea una novela perfecta,
pero me parece que ahí hay talento y vocación y para mí eso es importante.
Fragmento:
“Visualizó la moto del alguacil aparcada frente a la entrada: una robusta máquina con sidecar con la que recorría el pueblo y los campos dejando tras de sí nubes de polvo y estruendo. El chico conocía bien ese sidecar. Había ido muchas veces en él cubierto con una manta polvorienta. Le vino a la memoria el olor a grasa bajo la lana y los remates de hule craquelados alrededor de la pieza. El ruido de aquel motor era para él la trompeta del primer ángel. La que mezcló fuego y sangre y los arrojó sobre la Tierra hasta quemar toda la hierba verde.
Sólo el alguacil disponía de un vehículo a motor en la comarca y, que él supiera, sólo el gobernador poseía un vehículo de cuatro ruedas. Él nunca lo había visto, pero había oído cientos de veces la historia de cuando fue al pueblo para inaugurar el silo de grano.”
P. D. ¿Tan mal está la cosa como para que una editorial de un gran grupo, como Seix Barral, no ofrezca una encuadernación cosida en este libro, con una propia más bien de una edición de bolsillo? Me pregunto.