A veces es un título lo primero que nos acerca a un libro,
lo que nos hace querer leerlo sin importarnos su género, argumento o temática.
Ese puede ser el caso de El hombre que
confundió a su mujer con un sombrero, el libro de Oliver Sacks que traemos
hoy. Se trata de un libro de no ficción que recoge casos clínicos, historiales
médicos de personas con las que el autor, profesor de neurología en Nueva York,
ha tenido la ocasión de encontrarse.
En la introducción, Sacks nos da una idea de su propósito:
“En un historial clínico riguroso no hay “sujeto”; los
historiales médicos modernos aluden al sujeto con una frase rápida (“hembra
albina trisómica de 21”), que podría aplicarse igual a una rata que a un ser
humano. Para situar de nuevo en el centro al sujeto (el ser humano que se
aflige y que lucha y padece) hemos de
profundizar en un historial clínico hasta hacerlo narración o cuento… [la
cursiva es mía]”
Un total de veinticuatro historias componen el libro, que se
divide en cuatro partes. La primera, con el título de “Pérdidas”, reúne
trastornos neurológicos que afectan al yo, lesiones cerebrales como la del
profesor de música que no conseguía identificar los rostros de la gente y
confundió la cabeza de su mujer con un sombrero o el marinero cuya memoria
reciente había sido afectada de gravedad hasta el punto de quedar detenida en
una época pasada a partir de la cual no podía almacenar nuevos recuerdos. “Si
un hombre ha perdido una pierna o un ojo”, leemos, “sabe que ha perdido una
pierna o un ojo; pero si ha perdido el yo, si se ha perdido a sí mismo, no
puede saberlo, porque no está allí ya para saberlo”.
En la segunda parte, “Excesos”, destaca la historia de Ray,
afectado de síndrome de Tourette. Probablemente hayáis oído hablar de este
trastorno, y seguro que os suena si habéis leído Huérfanos de Brooklyn, la recomendable novela de Jonathan Lethem.
Ray, “el ticqueur ingenioso”, consigue canalizar sus numerosos tics y
convulsiones en distintas actividades, como la de tocar la batería con
virtuosismo en un grupo de jazz. Completan el libro la tercera parte,
“Arrebatos”, y la cuarta, “El mundo de los simples”, en la que conocemos
algunos casos de deficientes mentales con alguna habilidad extraordinaria, como
el caso del artista autista o el de los gemelos John y Michael, que nos
recuerdan al genial cuento de Borges “Funes el memorioso”, citado por el propio
autor.
El conjunto del libro resulta como poco interesante. El tono
es ameno, el estilo sencillo, no muy retórico, y el autor consigue entretener y
por momentos hasta emocionar. Es increíble lo poderosa que es la mente y al
mismo tiempo qué frágil, qué poco se necesita para que todo se venga abajo y no
reconozcamos, por ejemplo, a nuestra pareja, o ni siquiera a nuestra pierna
izquierda como propia, y gritemos desde la cama asustados porque hay una pierna,
no sabemos de quién, con nosotros.