El autor de Los viajes
de Gulliver publicó este breve texto, atravesado de ironía, en 1729. Casi
tres siglos después, las circunstancias actuales (el momento de recrudecimiento
del capitalismo que atravesamos, a.k.a. "estafa", a.k.a. “la crisis”) enriquecen su relectura, y
han sido varias las editoriales (Nórdica, Traspiés), que lo han recuperado.
El irlandés Jonathan Swift escribe esta “humilde propuesta” para
acabar con los problemas del país, a la vez que elevar su renta, en una época
de hambruna y miseria generalizadas.
El texto le recuerda a uno el Elogio de la locura de Erasmo y, en
cierto modo, al Thomas de Quincey de Del asesinato considerado como una de lasbellas artes, y también a algunas declaraciones tristemente célebres de algún
político o miembro del Fondo Monetario Internacional (a.k.a. “Fábrica Mundial
de Indigencia” -Raquel Lanseros-), como lo de que es peligroso para las arcas
del Estado que la gente llegue a vivir muchos años, o la idea de George Bush de
cortar los árboles para evitar incendios. Gente que, como escribe Federico Villalobos, prologuista y traductor de esta edición, se empeña en convencernos de que lo intragable es “un plato
razonable”. Pero claro, estos, a diferencia de Jonathan Swift, no pretendían
ser irónicos: hablaban -y lo siguen haciendo- completamente en serio.