Nostalgia (1993) se presenta como el volumen de cuentos que consagró como narrador a Mircea Cărtărescu, candidato rumano al Nobel, que en su juventud comenzó escribiendo poesía, nacido en 1956.
De los cinco cuentos que lo componen (dos son, en realidad, más bien novelas cortas: Los gemelos y REM), el que abre el libro, El ruletista, ya había sido publicado en 2010 por Impedimenta, a modo de exquisito anzuelo para zambullirse en la obra del autor rumano del que luego nos irían llegando sucesivos títulos, como este que nos ocupa hoy, Nostalgia (2012), o el último publicado en España, también de relatos: Las bellas extranjeras (2013).
Arranca el libro, decíamos, con El ruletista, un relato que ya comentamos aquí con entusiasmo manifiesto y que cuenta, con una factura excelente, la historia de un desgraciado que hace fortuna poniendo su vida en juego en sesiones cada vez más arriesgadas de ruleta rusa.
No menos brillante resulta El Mendébil, que se inicia con ese mismo tono rotundo y redondo. El Mendébil, apodo de un niño nuevo que llega al barrio, se revela un precoz tusitala que fascina a la pandilla con sus historias y teorías, alguna de las cuales reformula de forma brillante aquellas palabras borgeanas de "Dios mueve al jugador y este la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza?":
"En mi cabeza, bajo la bóveda craneal, vive un hombrecillo idéntico a mí: tiene mis mismos rasgos, se viste igual que yo. Lo que hace él, lo hago también yo. [....] Porque él es mi marionetista. Pero la bóveda celeste no es sino el cráneo de un niño gigante, que también es idéntico a mí..."
La presencia de lo onírico, recurrente en Cărtărescu, tiene cabida al comienzo del relato y recuerda, salvando distancias y meridianos, al uruguayo Mario Levrero o al Perec de La cámara oscura.
Los gemelos se diferencia de las dos historias anteriores en su mayor extensión y en su trama más difusa. Poco a poco se va delimitando una historia amorosa entre el narrador y Gina:
"A veces nos sentíamos como dos gemelos apretujados el uno contra el otro en un útero coloreado de tonos alucinantes."
De nuevo aparece el mundo de la infancia, los amigos y los juegos, enfocados al amor, y también la adolescencia, en este caso marcada por la soledad. El mundo fascinante que conocen los protagonistas tras cruzar una puerta roja -y en cuya descripción el autor se recrea y explaya- nos lleva, como lectores, a un final cuanto menos sorprendente. Si hemos leído las Ficciones de Borges quizá veamos en una frase ("Los espejos y la paternidad no son abominables") un guiño a Tlön, Uqbar, Orbis Tertius.
Llegamos así a REM, que alude a un mundo o una realidad a la que el autor se va refiriendo poco a poco:
"Cuando regresan de uno de sus viajes, los heroinómanos tienen la sensación de que en el mundo han desaparecido los colores, de que viven en una película en blanco y negro en la que nunca sucede nada [....] Esta sensación tengo también yo desde que estuve en REM."
Sospechamos conforme pasamos páginas que REM tiene algo que ver con El Aleph de Borges hasta que, en un momento dado, Cărtărescu se refiere explícitamente a la historia del argentino. También encontramos un recurso parecido al de Unamuno en Niebla.
Se cierra el libro con El arquitecto, una historia más breve con un cambio de tono que nos hace esbozar una sonrisa. Conocemos a un personaje que se obsesiona con un coche y lleva el mundo de los pitidos del claxon y su arte a unos límites inimaginables.
El estilo de Cărtărescu evidencia una gran capacidad de inventiva, un dominio de la técnica que le lleva a construir sólidas historias -toques kafkianos incluidos- que sorprenden de una u otra forma al lector y fascinan en distintos momentos. Como dice Wolfgang Schneider en la frase recogida en la contraportada del libro, el autor rumano es de todo menos lacónico: se recrea y abunda en detalles, tiene cuerda para rato. No obstante, no se trata la suya de una prosa barroca que dificulte la lectura con oscuridades sintácticas.
Dada su calidad, entristece casi pensar que han tenido que pasar cerca de veinte años para que este libro se publique en España. Para mí, una de las lecturas del año.
Hay que decir que Cărtărescu, como autor, sí que había sido publicado anteriormente por estos lares, en el año 93 por Seix Barral con El sueño, ya descatalogado, y más recientemente por Funambulista (Por qué nos gustan las mujeres, Cegador), si bien ha sido Impedimenta la editorial que más atención le ha prestado, en ediciones con la pulcritud marca de la casa, con traducciones directas del rumano de Marian Ochoa de Eribe (las de Funambulista, por lo que tengo entendido, eran traducciones del alemán -que alguien me corrija si me equivoco-).
Gracias a La hierba roja por descubrírmelo y a la editorial por enviármelo.