31 diciembre 2023

Lo mejor de 2023

 -Los documentos de Aspern, de Henry James (Penguin).


-El año del desierto, de Pedro Mairal (Libros del Asteroide).


-El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince (Alfaguara).

 

-Aniquilación, de Michel Houellebecq (Anagrama).

 

-El hereje, de Miguel Delibes -relectura- (Círculo de Lectores).

 

-La transformación, de Franz Kafka -relectura- (Círculo de Lectores).

 

-El ala derecha, de Mircea Cartarescu.

 

-La figura de la alfombra, de Henry James (Impedimenta).

 

-Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor (Penguin Random House).

 

-Poeta chileno, de Alejandro Zambra (Anagrama).


 *

-Tres caras (2018), de Jafar Panahi. 


-La peor persona del mundo (2021), de Joachim Trier.


-As bestas (2022), de Rodrigo Sorogoyen.


-La doncella (2016), de Park Chan-wook.


-Las acacias (2011), de Pablo Giorgelli (vista por segunda vez).


-El leopardo de las nieves (2021), de Marie Amiguet.

 

-El Crack Dos (1983), de José Luis Garci.

 

-Salvar al soldado Ryan (1998), de Steven Spielberg.

 

-El ángel azul (1930), de Josef von Sternberg.

 

-Interstellar (2014), de Christopher Nolan.


  

29 diciembre 2023

Lecturas de 2023


Libros leídos en 2023:

-Las malas, de Camila Sosa Villada (Tusquets)

-El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince (Booket)

-Aniquilación, de Michel Houellebecq (Anagrama)

-Arrancad las semillas, fusilad a los niños, de Kenzaburo Oé (Anagrama)

-Sumisión, de Michel Houellebecq (Anagrama)

-Diarios. A ratos perdidos 1 y 2, de Rafael Chirbes (Anagrama)

-Cometas en el cielo, de Khaled Hosseini (Salamandra)

-Primer viaje andaluz, de Camilo José Cela (Noguer)

-Un mundo para Julius, de Alfredo Bryce Echenique (Anagrama)

10-Los mundos y los días. Poesía 1970-2009, de Luis Alberto de Cuenca

-Todo cuanto es verdad, de Diego Medina Poveda (Rialp)

-Amar es dónde, de Joan Margarit (Visor)

-El hereje, de Miguel Delibes -relectura- (Círculo de Lectores)

-Los días eternos, de María Elena Higueruelo (Rialp) 

-Los planetas fantasma, de Rosa Berbel (Tusquets) 

-Montevideo, de Enrique Vila-Matas (Seix Barral)

-El arte de la ficción, de James Salter (Salamandra) 

-Cegador, I: El ala izquierda, de Mircea Cartarescu -relectura- (Impedimenta)

-Ariel, de Sylvia Plath (Nórdica)

20-Cegador, II: El cuerpo, de Mircea Cartarescu (Impedimenta) 

-La pasión según G. H., de Clarice Lispector (Siruela)

-Éramos otros, de Andrés Trapiello (Ediciones del Arrabal)

-Cegador, III: El ala derecha, de Mircea Cartarescu (Impedimenta) 

-El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers (Planeta) 

-Eugénie Grandet, de Honoré de Balzac (El Mundo) 

-Los documentos de Aspern, de Henry James (Penguin Random House)

-En tierras de Goliat, de David González (Baile del Sol) 

-Que me maten si…, de Rodrigo Rey Rosa (Seix Barral) 

-Calendario sin fechas, de Josep Pla (Destino) 

30-La felicidad conyugal, de Lev Tolstói (Acantilado) 

-La gran musaraña, de José Antonio Muñoz Rojas (Pre-Textos)

-La figura de la alfombra, de Henry James (Impedimenta) 

-La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza (Seix Barral) 

-Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor (Random House) 

-El malogrado, de Thomas Bernhard (Alfaguara) 

-Soñar con bicicletas, de Ángeles Mora (Tusquets)

-Malaventura, de Fernando Navarro (Impedimenta)

-Demian, de Hermann Hesse (Alianza) 

-El año del desierto, de Pedro Mairal (Libros del Asteroide) 

40-La condición urbana, de Karmelo C. Iribarren (Renacimiento) 

-Serie B, de Karmelo C. Iribarren (Renacimiento) 

-Ola de frío, de Karmelo C. Iribarren (Renacimiento) 

-La transformación, de Franz Kafka -relectura- (Círculo de Lectores) 

-Tea Rooms. Mujeres obreras, de Luisa Carnés (Hoja de Lata) 

-La familia nórdica, de José Luis Cano (Visor)

-El ruletista, de Mircea Cartarescu -relectura- (Impedimenta) 

-Un día en la vida de Iván Denísovich, de Alexander Solzhenitsyn (Tusquets) 

-El príncipe, de Nicolás Maquiavelo 

 

Audiolibros escuchados en 2023:

-Poeta chileno, de Alejandro Zambra (Anagrama)

-El peligro de estar cuerda, de Rosa Montero (Seix Barral) 

 

25 diciembre 2023

"Tea rooms. Mujeres obreras", de Luisa Carnés

 

Contaba Andrés Trapiello que los escritores de la izquierda perdieron la Guerra Civil y ganaron los manuales de literatura. No es desde luego el caso de Luisa Carnés (1905-1964), que siendo una autora conocida durante los años previos a la guerra, ya en el exilio cayó en el olvido hasta que, no hace ni diez años, ha sido rescatada al calor del marbete de Las Sinsombrero, denominación con la que se reivindica a una nómina de autoras de la Generación del 27. Algunos de los que se muestran críticos con este término advierten de que engloba a autoras muy diversas, de distintas disciplinas artísticas (Rosa Chacel, María Zambrano, Margarita Manso, Ernestina de Champourcín, Maruja Mallo, Concha Méndez, María Teresa León, Josefina de la Torre) y que en documentos de la época no aparecía. Difícilmente podrá pensarse en María Zambrano, que obtuvo en vida el mayor reconocimiento de las letras hispánicas, el Premio Cervantes, como autora silenciada. 

 

El término Las Sinsombrero hace alusión a un acto, se dice que irreverente, en el que participaron Salvador Dalí, García Lorca, Maruja Mallo y Margarita Manso en la Puerta del Sol de Madrid. En los años veinte, durante la dictadura de Primo de Rivera, se quitaron el sombrero descubriéndose la cabeza. Contaba Maruja Mallo: "Un día se nos ocurrió a Federico, a Dalí, a Margarita Manso y a mí quitarnos el sombrero porque decíamos que parecía que estábamos congestionando las ideas. Nos apedrearon llamándonos de todo". Parece ser que Borges escribió un artículo a propósito de esta idea, titulado "Los intelectuales son contrarios a la costumbre de usar sombrero".

 

El libro que nos ocupa, Tea Rooms. Mujeres obreras, se publicó en 1934, cuando Luisa Carnés tenía 29 años, y ha servido a La 1 para basar en él su teleserie Salón de té La Moderna, estrenada este otoño. Tras muchas décadas olvidada (hace apenas diez años no la conocía casi nadie), el nombre de Luisa Carnés ha recobrado su pujanza desde 2015 o así, y ya algunos centros la incluyen como lectura obligatoria de Bachillerato. Carnés nació en Madrid en el seno de una familia humilde y tuvo que empezar a trabajar a la edad de 11 años. En el terreno literario es autodidacta. Militante del PCE, fue asidua colaboradora en la prensa de izquierdas. Se exilió con la guerra, y en México murió a los 59 años a causa de un accidente de tráfico. Tea rooms, publicado por Hoja de Lata, lleva un epílogo de Antonio Plaza, uno de los principales adalides de la recuperación de la obra de Carnés.

 

La novela narra la historia de las trabajadoras de un salón de té en el Madrid de los años treinta, durante la II República. La propia Carnés tuvo este trabajo, y se basó un poco en sus experiencias a la hora de levantar esta novela social, y a ratos también política, en la que se critican las condiciones laborales de estas obreras. Como dato, trabajaban 65 horas semanales, diez cada día salvo los domingos, que echaban cinco. Cada jornada cobraban 3 pesetas (21 semanales, por lo que no es ocioso comentar que trabajaban por cuatro duros). Tea rooms funciona como novela coral en la que, no obstante, la protagonista es Matilde, una joven de familia humilde con conciencia de clase y ciertas ideas políticas (contempla la Rusia que ya comandaba Stalin como un sitio idílico que debería marcar el rumbo a los obreros de los demás países). En la novela parecen criticarse más las diferencias entre ricos y pobres, entre privilegiados y oprimidos, que entre hombres y mujeres.

 

"Su definición de la sociedad: "los que suben en ascensor y los que utilizan la escalera interior", se ha consolidado". 


Aunque este último componente feminista, por supuesto, no está ausente. Así, se quejan con razón de que los maridos consideran que las tareas del hogar no son trabajo, o de que a las empleadas del salón no se les permite estar casadas (mientras que a los camareros sí).

 

"El marido piensa que las cosas de la casa se hacen por sí mismas y no le da importancia alguna al trabajo de su mujer, al embrutecedor trabajo doméstico".

 

Es un poco triste que, cuando piensan en unirse para protestar, casi todas piensan que en el trabajo después de todo no se está tan mal, allí se distraen, se olvidan de sus hogares problemáticos y precarios. Al jefe las empleadas lo apodan "el ogro". No obstante, no se trata de una novela maniquea. El ogro tiene una buena acción y contrata a una joven pobre y desesperada, que luego traiciona su confianza sisando alguna que otra peseta de la caja. De ella se dice: "Parece encontrar en su origen miserable, en su vida de privaciones, un motivo de vanidad: el mismo que suscita en otros la opulencia". De modo que, en este caso, la oprimida queda mal y "el ogro" bien. Sobre la dificultad de la solidaridad o la fraternidad (ni rastro aún del término sororidad) en el trabajo, cuando las circunstancias aprietan, leemos:

 

"Hay que comer, por el medio que sea. Para el estómago todos los medios son lícitos y admisibles. Es sobradamente sabido que el estómago es amoral."

 

La novela empieza floja, con una prosa como de telegrama y mucha frase nominal, pero va creciendo conforme avanzan las páginas hasta conformarse como un todo digno. Con todo, como novelista de esta generación creo que prefiero a Rosa Chacel. Se tratan además temas como el matrimonio, el aborto, la prostitución o el derecho a huelga. Tiene un final no sé si decir "de tesis", que aboga por la lucha de clases como solución a los problemas de la sociedad, un mensaje político muy definido que acaso lastre un poco el conjunto.

26 noviembre 2023

"La condición urbana", "Serie B" y "Ola de frío", de Karmelo C. Iribarren

 

Aprovechando que se encontraban en la biblioteca donde trabajo, he leído de forma consecutiva tres libros de poemas de Karmelo C. Iribarren (San Sebastián, 1959) publicados por Renacimiento. Se trata de La condición urbana (1995), Serie B (1998) y Ola de frío (2007). Hace unos años que Iribarren se mudó a la editorial Visor, donde ahora estos libros aparecen incluidos en su poesía completa.

 

La de Iribarren es una poesía clara, directa, minimalista, sí, pero no llegaría a decir antirretórica (utiliza bastantes comparaciones, polisíndetos, encabalgamientos, algunas metáforas, anáforas...). En un poema de La condición urbana emplea un recurso retórico, la tmesis, que ya emplearon Quevedo o Fray Luis, en este caso para crear un doble sentido crítico y humorístico cuando habla de un simposio y de "eminencias con- / trastadas / en el manejo de las lenguas". Lo que sí exhalan los versos del donostiarra es cierto desdén hacia la poesía más académica o vacuamente ornamental, como en este "Fax a los poetas":

 

"No se preocupen.

Ustedes sigan

adornando

sus jodidos arbolitos

de Navidad.


Yo haré

el trabajo

sucio."


Recuerda uno, en este sentido, un poema muy similar de Roger Wolfe, poeta al que Iribarren cita en La condición urbana. La obra de ambos guarda ciertas concomitancias y se suele enclavar en el realismo sucio. Es perceptible la visión irónica y pesimista de la vida que trasminan los poemas de Iribarren, donde casi siempre -y es de agradecer- está presente la hondura. Destacaría también del autor la habilidad para insuflar a lo que quiere contar toda la fuerza posible que pueda caber en la página, utilizando para ello recursos como los espacios en blanco, la acotación, el paréntesis, con finales a menudo potentes.

 


 

Se trata de un autor con mucha calle, que trabajó de camarero, que consiguió dejar el alcohol, y en sus poemas son frecuentes las escenas callejeras de la ciudad, que el poeta vive u observa: miradas que se cruzan en los bares, trayectos en autobús, reflexiones sobre el hecho de estar vivo en este perro mundo, momentos cotidianos significativos (los músicos callejeros, los mendigos sin techo, las bandas urbanas, los jóvenes que esperan el transporte, los viejos que avanzan por el paso de peatones, ingredientes en definitiva de todo el ecosistema urbano). Como puede verse en el poema anterior, no elude los coloquialismos y los disfemismos ("no te jode", "a ver qué hostias haces"). En el siguiente poema, incluido en Serie B, se observa una aguda crítica social, al tiempo que una gran concisión:


"Los dos

bajaban

por la calle

cubiertos

de sangre.

Nadie

les prestaba

atención.

Así era

la ciudad."


Este tipo de poesía donde abundan las frases cortadas y se abusa del intro hay cierto tipo de lector y de escritor que la desdeñan y ni siquiera la consideran como tal: ya he dicho en anteriores ocasiones que a mí me gustan diferentes tipos de poesía, y la de Iribarren, por supuesto, no es una excepción. Normalmente no hay rima, aunque a veces aparecen algunas asonancias. La C. del nombre del autor es de su primer apellido, Caballero, por lo que sus forofos pueden hacer la rima fácil:


"Poderoso Caballero

es don Karmelo."


La de Iribarren es una voz poética con personalidad y un estilo definido desde sus inicios. No escapa tampoco de cierto componente sentimental (en el buen sentido). Lo único que echa un poco para atrás es que se sucedan y proliferen las reediciones de sus libros, las segundas y terceras ediciones aumentadas, las antologías, las poesías completas que se amplían cada dos años, hecho ante el cual el lector que espera tener un libro definitivo entre las manos acaso sienta cierta frustración, y que no invita demasiado a la fidelidad. Dejo para terminar un último poema, incluido en Serie B, titulado "Ritual sangriento":


"Dejo el periódico sobre

la barra. Enciendo

un cigarrillo. Tomo

el primer trago de café. Otra

calada, y después otra más

fuerte. Ya está. Ya estoy

en marcha, me digo. Ya puedo

hacerle frente a esta locura.

Ahora, a ver si hay suerte,

y algo me llega al corazón."

 


19 noviembre 2023

"El año del desierto", de Pedro Mairal

 

 

Descubrí a Pedro Mairal cuando lo empezó a publicar Libros del Asteroide en 2017. Disfruté de La uruguaya y, más aún, de Una noche con Sabrina Love, que ya había publicado Anagrama en su momento. Sabía por el blog Desde la ciudad sin cines que David Pérez Vega conocía con anterioridad a Mairal y destacaba El año del desierto como un gran libro. En España lo había publicado Salto de Página pero creo que se encontraba descatalogado (esta editorial, además, tengo entendido que ya ha desaparecido). Así que cuando esta primavera Libros del Asteroide reeditó la novela no dudé en hacerme con ella en la Feria del Libro de Málaga.

 

El año del desierto, publicada por primera vez en Argentina en 2005, se nos presenta como una distopía, género que suelo disfrutar y del que ya comenté aquí no hace mucho una novela de Walter Tevis, Sinsonte, publicada por Impedimenta

 

La narradora tiene 23 años, novio, vive con su padre y trabaja en un importante edificio de oficinas de la capital. Desde el principio se nos habla de que los ordenadores han dejado de funcionar, y poco después se alude a la intemperie, un fenómeno algo indeterminado y destructor que avanza por la ciudad de Buenos Aires convirtiendo los edificios en páramos, en descampados, y que obliga a la gente a mudarse. El autobús de línea, por ejemplo, ve alterado su recorrido:

 

"Tuve que ir a Beccar al día siguiente a cobrar el alquiler de la casa. Cuando pedí el boleto, el colectivero me advirtió que el recorrido ya no llegaba hasta Tigre. Le pregunté por qué y me dijo:

-Porque no hay nada."

 

Esto me llevó a pensar, como referentes, en otros textos latinoamericanos como Casa tomada de Julio Cortázar o ese cuento de Mario Levrero titulado Gelatina. Más adelante se refieren a esa intemperie como el "desierto", entroncando con el título del libro. Pero luego la acción va tomando otros derroteros, y el lector observa que el país parece haber ingresado en un proceso irreversible y vertiginoso de involución, en medio del cual la protagonista tratará de luchar por su supervivencia en trabajos cada vez más precarios e indignos, hasta el punto de volver los tiempos de los gauchos y de la colonia española. La novela fue escrita más o menos tras la época de la grave crisis nacional que llevó al corralito de 2001. En un momento dado, la protagonista describe así su desarraigo, su desamparo, su crisis de identidad:


"Creo que, ese año, (...) me había alejado de mí hacia zonas desconocidas. Ahora, tierra adentro, estaba terminando de alejarme, de deshacerme. Sentía que me atravesaba el viento."

 

Al comenzar la lectura me molestaron un poco ciertas repeticiones en la prosa que al autor no parecían importarle, así como alguna concordancia ad sensum ("gente que saludaban"). La buena prosa, cabe apuntar, acaso sea un estándar que cambia según el país. Así, tengo entendido que en las grandes obras maestras de Tolstói, por ejemplo, abundan las repeticiones hasta niveles que harían poner el grito en el cielo a cualquier corrector literario español. 

 

Pronto, no obstante, me fue ganando el interés de la historia, la minuciosa inventiva de Mairal, la acción trepidante de la novela. Se trata de una propuesta singular y estimulante, de un derroche de talento por parte del autor, de una novela sobresaliente.

 

Como curiosidad, creo que es el primer libro donde veo utilizada la palabra amigovio. El tiempo de la novela es lineal, salvo por el primer capítulo, posterior a todo lo que se nos contará después (posterior al "año del desierto"), en el que vemos que la protagonista trabaja en la biblioteca de un país extranjero.

 

Seguiremos leyendo a Pedro Mairal, sin duda uno de los grandes autores latinoamericanos de nuestro tiempo, que en El año del desierto da bastantes muestras de su maestría.

11 septiembre 2023

"En tierras de Goliat", de David González

 

 

En tierras de Goliat vio la luz en 2008 en la editorial tinerfeña Baile del Sol. Esta imagen de portada corresponde a la segunda edición, de 2018, que es la que yo he comprado y leído. Se trata de un título un tanto polimórfico, pues en la misma solapa (y en la portada de la primera edición) se refieren a él como En las tierras de Goliat. Ese artículo que funciona un poco como el gato de Schrödinger ya existía en aquel título de Borges, El jardín de senderos que se bifurcan, que a poco que no prestemos atención recordaremos de manera errada como El jardín de los senderos que se bifurcan.

 

David González nació en San Andrés de los Tacones, Gijón, en 1964. Según he leído, en su juventud tuvo una etapa de yonqui y participó en un atraco a mano armada que lo llevó a una condena de varios años en la cárcel (estuvo allí tres, creo), donde encontró su vocación poética. Luego pasaría unos años, casi diez, trabajando en una empresa de la industria metalúrgica, oficio que dejaría, después de que le diagnosticaran una diabetes insulinodependiente, para centrarse en la tarea de escribir, tarea que no le permitía la independencia económica y que lo condenaba a la precariedad. Murió en febrero de 2023, a los cincuentainueve años, a causa de un cáncer de laringe. El documental Vocación de perdedor, que puede verse en YouTube, es bastante recomendable para conocer su figura.


Ha tenido que morirse para que yo lo lea. A veces los lectores funcionamos así, qué se le va a hacer, y aunque había oído elogios dirigidos a su obra poética y me había gustado alguno de los poemas suyos leídos en internet, no ha sido hasta después de su muerte cuando me he decidido a acercarme a uno de sus libros. 

 

Me gustan diversos tipos de poesía, desde un florilegio de sonetos a libros de verso libre. A David González se le suele encuadrar en la literatura del realismo sucio. Eran referentes suyos autores de la generación beat (Kerouac, Burroughs), Céline, Bukowski, Rimbaud y, dentro de la contemporaneidad y del territorio patrio, Antonio Gamoneda. El autor se refiere a su producción como poesía de no ficción.

 

Los poemas tienden a no ser muy breves. Contienen experiencias y mucha calle, profundidad y desolación. Alguna fotografía o dibujo aparecen intercalados. Un rasgo tipográfico de su estilo, conocido por todo aquel que se haya asomado a sus páginas, son esas conjunciones "y" y "o" que aparecen en el margen izquierdo, extramuros del cuerpo del verso, como para recordarnos el lugar marginal de su estampa. 

 

En el índice se destacan en negrita tres secciones: "No hay nada que un hombre no pueda hacerle a otro" (que me parece un título más potente para el libro), "La caza espiritual" y "Exit". En la segunda de ellas los poemas están compuestos, a modo de uno de los experimentos del OuLiPo, de forma juguetona, a raíz de textos ajenos en los que el autor ha suprimido cierta cantidad de palabras para "esculpir" o "descubrir" un poema oculto.

 

"Drogas, prostitución, alcohol, sexo, lenguaje malsonante, delincuencia, navajas y odio a la clase media", podría advertirnos, de tratarse esto de una película, uno de los rótulos puritanos y biempensantes que suele utilizar Amazon Prime Video. Encabezan los textos bastantes citas de otros autores. En los poemas, algunos nombres propios los escribe el autor en minúsculas y otros en mayúscula, ignoro por qué. A veces pone las comas, a veces no, diferencia de criterio rastreable en ocasiones en un mismo poema. De cuando en cuando, el lector se topa con unas cuantas páginas en prosa, diez o doce, donde se suceden relatos de tinte experiencial, y también de ese mundo, o ese submundo, que podría llamarse el lumpen.


He disfrutado bastante de la lectura, imagino que leeré más libros de David González.

 

"AMPUTACIONES

el hombre

era manco

pero durante un instante

mientras me pegaba

un buen corte de mangas

pude verle claramente el brazo,

el corazón" 

 

02 septiembre 2023

No hay tanta gente viva en este mundo

 

 

Declara Umberto Eco: “...sin duda, hay más lectores ahora. Y permanece la gran mayoría que no lee, porque no tienen curiosidad intelectual. Ser curioso significa estar vivo. Pero, créeme, no hay tanta gente viva en este mundo”. Me gusta y al mismo tiempo no me gusta el argumento, como esa calle de Lucena que es Alta y Baja. ¿No estamos reduciendo el amplio espectro de la curiosidad a la intelectual? Quiero decir que, en esta vida, se puede tener curiosidad por la mecánica, el bricolaje, la repostería, por muchas cosas. De modo que se puede estar vivo por caminos muy diversos. 

 

Oímos estas palabras del autor italiano en Umberto Eco: la biblioteca del mundo (2022), documental de Davide Ferrario que puede verse en Filmin. Ahí asistimos también a un paseo del erudito por su biblioteca doméstica, que contaba con unos treinta mil volúmenes, paseo que despierta la envidia (si es que se es susceptible de ella) de los aficionados a los libros.

 

       

 

27 agosto 2023

Certamen de microrrelatos

Se empieza a convertir en una tradición que uno participe en el certamen de microrrelatos en homenaje a Pablo Aranda que, por tercer año consecutivo, este verano ha vuelto a convocar el Diario SUR. El año pasado participaron unos mil quinientos textos, de los que, durante los fines de semana estivales, una selección se va publicando en las páginas del periódico, así como en la web. De esa selección, el jurado elige los premios. El año pasado concurrí con este revisionado del mito de Narciso, que fue seleccionado:

 

 

Me parece un texto más logrado que el que envié este año. No pensaba participar, pero finalmente miré en la carpeta de "descartes" del libro de relatos que espero me publiquen este otoño y decidí concurrir al certamen con este texto, que acaso tiene más de chiste que de narración, y que ha vuelto a ser seleccionado:

 

 

El año pasado, por cierto, el primer premio lo obtuvo un microrrelato que a mi entender contenía algún error. De una narración con tiempos verbales en pasado pasaba momentáneamente a usar verbos en presente, lo que acaso revele falta de esmero en la revisión. A buen seguro concurrieron textos mejores, y esto genera cierta desazón y no ayuda mucho a creer en los premios.

 

11 junio 2023

Ernaux ya lo tienes (patochada)

 


    En este momento no te digo ni que sí ni que Ernaux, pero tú Cervantes molabas. Sé que ahora te sentirás un Trapiello sucio y desharrapado, un ser totalmente Ishiguro. Pero piensa que Bioy puede ser el día en que salgas del pozo. Cuenta conmigo cuando te sientas Goytisolo, Tolstói hablando con la mano en el corazón. Aquí donde me ves yo a veces también me siento Zola, más perdida que un ruso Szymborska ni ninguna otra bebida con alcohol, pero sé equilibrarme con la gente que tengo Cercas. Toole dirás que sólo son palabras vacías de esta amiga que Kafka hasta por los codos, Perec que hay que intentarlo, y mejor hoy Houellebecq que mañana viernes.  

 

   Te contaré algo: el otro día un tío me dijo cuánto Machado de menos. Nunca me ha gustado, es un Soseki absoluto. Le he dado largas d’Ors o tres veces. Volvió a soltarme el rollo de siempre: “me alegro Reverte, ya sabes que Marías un gran favor si te tomaras algo conmigo”. Le di una respuesta poco Busutil al muy pesado, para que me deje en paz este año y Bolaño que viene, ya que estamos. “¿Tolkien te has creído que eres, carroza? Que no me gustan obesos, que estás muy Gordimer. Y además se te ve el cartón, te estás quedando Calvino”. Le solté un zasca ni grande ni pequeño, para ser yo digamos que fue Modiano.

28 mayo 2023

"As bestas" (2022), de Rodrigo Sorogoyen

 

 

As bestas es con toda probabilidad la mejor película hasta la fecha de Rodrigo Sorogoyen, uno de los pocos directores españoles del momento con proyección internacional. La película concursó en la sección oficial del Festival de Cannes y obtuvo el César a mejor película extranjera, algo que hasta la fecha apenas había conseguido, entre los cineastas patrios, Pedro Almodóvar.

 

La trama gira en torno a la vida de un pueblo de la Galicia profunda, donde un matrimonio francés se ha establecido y se dedica a la agricultura. Los vecinos tienen una oferta de una empresa energética para instalar molinos con los que generar energía eólica, a cambio de una cantidad de dinero. Muy pocos se oponen a este proyecto, entre otros el matrimonio francés, lo que les genera la enemistad de unos vecinos particularmente cabroncetes. A ellos el dinero de la eléctrica les vendría que ni pintado para realizar algunos sueños, no son malvados sin más (el cuidado guion se cuida de no caer en el maniqueísmo, presenta matices), también tienen sus razones. "En este mundo ocurre una cosa terrible, y es que todo el mundo tiene sus razones", venía a decir un personaje en La regla del juego de Renoir. Esto, por supuesto, no exime de responsabilidad al que atenta contra el código penal, pero aporta complejidad a la historia. El matrimonio francés se lleva bien con la mayoría de los vecinos, no parecen los típicos forasteros que llegan a un lugar a imponer sus normas.

 

En la película tiene lugar una escena de vacile entre el conductor de un coche y un peatón, quién sabe si influenciada por aquella otra que aparecía en El cazador de Michael Cimino (Sorogoyen, bien es cierto, lo lleva más allá). Las interpretaciones, empezando por Luis Zahera y Diego Anido, son estupendas. Para mí el filme plantea un tema que me subyuga: la irrupción irreversible de la violencia en las vidas de la gente de a pie que trata de vivir tranquila sin meterse en problemas. "Imposible escapar de la violencia", escribió Roberto Bolaño. El dilema de si huir a otra parte o arrostrarla, y la posibilidad -alcanzable o no- de mantener la integridad en todo el proceso (pese al drama, pese al dolor), que nos haga mantener el grado de civilización o de humanidad que pueda haber en nosotros.

 

Este párrafo puede saltárselo el lector sensible al spoiler, pues lo contiene. Según mi interpretación, a buen seguro errada pero expuesta en el párrafo anterior, el auténtico final de la película tiene lugar cuando la mujer del francés le dice a la madre de los vecinos que se va a quedar sola, que las dos van a estar solas y que allí está ella por si necesita algo. La francesa, que tendría todos los motivos para lo contrario, ha mantenido (en este proceso extremo de violencia y de pérdida) su humanidad. El final abierto, por lo tanto, no es gratuito porque cómo se resuelva el caso, aunque se deja intuir, no importa tanto como lo primero.

 

Fui a verla al cine. No pisaba una sala desde febrero de 2020, cuando acudí a ver Parásitos. Creo que desde la infancia no había pasado tres años sin ir al cine. En ello influyen la maldita pandemia, las plataformas y el hecho de tener que coger el coche y hacer kilómetros, por vivir en la España rural. En la cola, ante un póster donde aparecía Adam Driver, una joven exclamó: "y el pesado este, ¿qué va a salir ahora, en todas las películas?".

 

Puede que también te interese:

Stockholm (2013), de Rodrigo Sorogoyen.

08 abril 2023

"Aniquilación", de Michel Houellebecq

 

Tuve en mis manos la primera edición de este libro en la Feria del Libro de Torremolinos, el pasado mes de octubre, pero no lo compré. Finalmente he acabado haciéndome con la tercera, así que me arrepiento.

 

Aniquilación (Anagrama, 2022) es la última novela hasta la fecha del francés Michel Houellebecq, enfant terrible de las letras que el año pasado -diría que por vez primera- apareció como primer favorito en las quinielas de candidatos al Nobel. Se lo dieron a otra francesa: Annie Ernaux.

 

No acabo de entender a los críticos que dicen que Aniquilación es "un Houellebecq sin sexo", salvo -claro está- que no se hayan leído el libro. Este tipo de pulsiones siguen muy presentes en la trama de la novela, si bien igual no con los niveles de depravación o sordidez de sus primeras obras. Encontramos aquí a un Houellebecq más triste, más crepuscular, pero a juicio de este que escribe entregando al lector su mejor novela desde El mapa y el territorio (2010).

 

La aniquilación del título es la de Occidente, que ya hace años que presagiaba, por ejemplo, Arturo Pérez-Reverte, arguyendo que China, el mundo islámico o África acabarán con la civilización y la cultura occidentales tal y como las conocemos. "Son más y tienen más hambre", añade el autor de Alatriste. "Lo peor era que no podía discrepar con los terroristas si su objetivo era aniquilar el mundo tal como él lo conocía, aniquilar el mundo moderno", leemos en la novela de Houellebecq.

 

El autor nos sitúa en un futuro 2027, y entre una trama de tintes políticos (que ya sondeó en Sumisión) y otra familiar (las relaciones personales de una familia francesa y el tiempo que les ha tocado vivir cobran una gran relevancia), el autor va soltando su filosofía triste:

 

"La vida humana se compone de una sucesión de dificultades administrativas y técnicas, entrecortadas por problemas médicos; con la edad, prevalecen los aspectos médicos."

 

O:

 

"Los hombres se esfuerzan en mantener relaciones sociales y hasta relaciones amistosas que casi no les sirven para nada, es un rasgo bastante conmovedor en ellos."

 

Un 2027 en que la gente está más sola es un vaticinio con un sustento cierto en la actualidad, no en vano algunos teóricos hablan ya del siglo XXI como del siglo de la soledad. Los japoneses, no deja de ser curioso, crearon un ministerio para esto. Sin contar nada de la trama, a veces he encontrado algo inverosímil que un tipo como el protagonista, descreído y desencantado, se dedique a la política de primer nivel. Con esos mimbres encaja más en el perfil de un escritor, un periodista o, sin más, un suicida. He aquí una aguda crítica política:

 

"-En el fondo -dijo al final Bruno a Paul-, el presidente tiene una convicción política, una sola. Es exactamente la misma que todos sus antecesores, y puede resumirse en una frase: "Estoy hecho para ser presidente de la República". Sobre todo lo demás, las decisiones que tomar, la orientación de la opción pública, está dispuesto casi a cualquier cosa, siempre que le parezca que se ajusta a sus intereses políticos."

 


Se habla de que podría ser la última novela del autor, que a día de hoy cuenta 65 años. Esperemos que no, aunque, como apunta un crítico, que siga una dieta constituida por "vino, embutidos y barbitúricos" no invita a imaginar que llegue a la edad de la reina de Inglaterra. Estos días, si entramos en los terrenos cenagosos del chismorreo, Houellebecq ha aparecido en prensa por su intento fallido de frenar la difusión de una película porno en la que al parecer participó, contrato escrito mediante (dejo enlace). Menudo personaje, como ya demostró en esa película en la que se ríe un poco de sí mismo: El secuestro de Michel Houellebecq (2014). Si no existiera, habría que inventarlo.

 

He disfrutado bastante esta lectura.