30 diciembre 2011
Sueños itinerantes
27 diciembre 2011
Favoritas de 2011
25 diciembre 2011
Silver Mt. Zion-He Has Left Us Alone But...
20 diciembre 2011
Brooke Shaden
15 diciembre 2011
El árbol de la ciencia
14 diciembre 2011
Aunque sea ceniza
12 diciembre 2011
Maus
10 diciembre 2011
30 noviembre 2011
Melancolía
28 noviembre 2011
El último encuentro
23 noviembre 2011
Crimen y castigo
20 noviembre 2011
Tristram Shandy: a cock and bull story
18 noviembre 2011
Lost without your rhythm
15 noviembre 2011
Cuentos carnívoros
11 noviembre 2011
El desorden de tu nombre
07 noviembre 2011
Larga vida a Rulfo
06 noviembre 2011
El frente ruso
04 noviembre 2011
Un magnífico trabajo
31 octubre 2011
El árbol de la vida
28 octubre 2011
Un momento de descanso
25 octubre 2011
Chesil Beach
Ian McEwan ha sido un autor al que me he venido acercando de cuando en cuando. Me acerqué a Expiación en el instituto (el mejor de los que he leído hasta ahora), a ese le siguió Ámsterdam, novela también tiene su punto y mereció el Booker (si eso significa algo), luego Primer amor, últimos ritos, un libro de relatos que está bien en mi opinión, debut de McEwan y muestra del estilo más atrevido de sus inicios, con algún relato erótico. Finalmente, leí un tercio de Sábado, libro que abandoné por simple aburrimiento (espero cuando lo retome que sea tan bueno como algunos dicen). En ese momento, decidí ponerme con Chesil Beach, un libro que ha maravillado a cantidad de lectores y críticos (algunos lo consideraron el mejor libro del autor).
La historia se sitúa en la Inglaterra anterior a la revolución sexual, y narra la noche de bodas de Edward y Florence (vírgenes, por supuesto: podéis imaginar la importancia de ese momento para los dos, los nervios, la tensión y demás) en un hotel construido junto a la playa del título (ayuda a imaginársela la sugerente imagen de la portada), en lo que si uno fuese un poco más cursi llamaría “un marco incomparable” (desde el hotel se oye el rumor de las olas y tal). El autor intercala entre tanto sucesos del pasado, para construir de forma más profunda a los personajes, algo que ralentiza la historia y en general puede aburrir, aunque en verdad es una parte necesaria.
Hasta ahí la trama. Comento ahora mis impresiones. Hasta la mitad he de decir que el libro no me interesó, me pareció todo muy frío y me recordó a los peores momentos de McEwan, pero hacia la mitad el libro se convirtió en una lectura placentera y pasé con interés las páginas, hasta terminar con un buen sabor de boca, aunque sospechando que tampoco estaba ante una gran historia. Vamos, que me quedé un poco: ¿ya se ha acabado esto? En cualquier caso, el libro tiene muy buenos momentos. ¿Mi valoración? 3/5.
Dejo un par de fragmentos:
“La idea de que alguien la tocara “ahí abajo”, aunque fuera alguien querido, era tan repugnante como, pongamos, una intervención quirúrgica en un ojo. (…) Florence sospechaba que había en ella alguna anomalía profunda, que ella siempre había sido distinta y que al fin estaba a punto de ser descubierta. Creía que su problema era más grande, más hondo que el mero asco físico; todo su ser se rebelaba contra una perspectiva de enredo y carne…”
“¿Y qué se interponía entre ellos? Su personalidad y su pasado respectivos, su ignorancia y temor, su timidez, su aprensión, la falta de un derecho o de experiencia y desenvoltura, la parte final de una prohibición religiosa, su condición de ingleses y su clase social, y la historia misma.”
Esto es todo, creo que hace un año ya que leí este libro, y desde entonces me resistía a colgar la reseña. Para más -y mejor- información, os enlazo al blog de Carol: 10.15 Saturday night.
16 octubre 2011
Hagamos un trato
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo
si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo
pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo
Mario Benedetti (1920-2009).