30 diciembre 2011

Sueños itinerantes


("Es entregándose a otro, que se entrega a su vez, como se llega a la culminación de uno mismo")

Sueños itinerantes (2004) es la ópera prima de Irene Zoe Alameda, una joven autora que contaba treinta años cuando Seix Barral decidió publicar su novela. Filóloga y traductora, ha trabajado como guionista en varios cortometrajes en España y Estados Unidos, y en la actualidad es directora del Instituto Cervantes en Estocolmo. Apadrinada por Juan José Millás, esta novela nos acerca a la vida de Teo, un joven que, tras sufrir una irreparable pérdida, se verá abocado a huir de la capital española con destino a Bruselas, donde tratará de empezar una nueva vida trabajando como mecánico de vuelo. En uno de sus viajes conocerá a Noella, con quien mantendrá una intensa relación que se extenderá a lo largo de las páginas. 

Se trata de una historia construida a base de mucho diálogo y monólogos interiores, frases de conciencia del protagonista sin un narrador tradicional que relate lo que va ocurriendo, característica que ha cuestionado algún crítico por encontrarlo en exceso apegado al celuloide. Por mi parte, tengo que decir que los diálogos me han resultado creíbles y cercanos, y los personajes desde el primer momento muy naturales. De modo que coincido con Millás en sus halagos; también para mí ha resultado una novela absorbente, y desde la primera página ha sido un placer leerla. El libro destila frescura y sinceridad, además de cierto lirismo por momentos. 

La paternidad, el amor o las drogas son algunos de los temas que se encuentran en una novela que rehúye el tono grave y se acerca a lo cotidiano desde el lenguaje coloquial, sin que eso sea óbice para introducir partes que tienden diría que a lo metafísico. Me parece un buen debut este de Irene Zoe Alameda, el problema es que no ha vuelto a publicar un libro de ficción desde que estos Sueños itinerantes vieran la luz hace ya siete años.

(..."bajo toda forma de arte subyace la rabia por la inaprehensión de un momento que se escurre de las manos")

27 diciembre 2011

Favoritas de 2011

1. El árbol de la vida (2011), de Terrence Malick.

2. El verdugo (1963), de Luis García Berlanga.

3. Carretera perdida (1997), de David Lynch.

4. Balada triste de trompeta (2010), de Álex de la Iglesia.

5. El viaje a ninguna parte (1986), de Fernando Fernán-Gómez.

6. Irma la dulce (1963), de Billy Wilder.

7. State and Main (2000), de David Mamet.

8. Melancolía (2011), de Lars von Trier.

9. La nana (2009), de Sebastián Silva.

10. Tristram Shandy: a cock and bull story (2005), de Michael Winterbottom.

Y a vosotros, ¿qué películas os gustaron este año?

25 diciembre 2011

Silver Mt. Zion-He Has Left Us Alone But...


Título del álbum: He Has Left Us Alone But Shafts Of Light Sometimes Grace The Corner Of Our Rooms.
Autor: Silver Mt. Zion.
Año de publicación: 2000.
País: Canadá.
Género: Minimalista / Progressive / Rock
Títulos del disco: 01 Broken Chords Can Sing A Little, 02 Sit In The Middle Of Three Galloping Dogs, 03 Stumble Then Rise On Some Awkward Morning, 04 Movie (Never Made), 05 13 Angels Standing Guard Round The Side Of Your Bed, 06 Blown-Out Joy From Heaven's Mercied Hole, 07 For Wanda.
-Duración: unos 47 minutos.



20 diciembre 2011

Brooke Shaden








Brooke Shaden es una joven fotógrafa estadounidense. Entre sus intenciones están el transmitir emociones fuertes ("creo que hay verdadera belleza en el sufrimiento, en la historia que va con él"). La imaginación y cierto surrealismo creativo se dan la mano en sus imágenes. Tiene desde 2008 una cuenta en Flickr, donde podéis encontrar muchas más imágenes, y le gustan la poesía y el cine. También tiene un blog donde explica todo lo que rodea a sus creaciones. 

15 diciembre 2011

El árbol de la ciencia


Hay libros en los que uno avanza a duras penas, cuesta pasar páginas, ya sea por demérito del libro o porque simplemente se nos atraganta. Y hay otros que uno lee con rapidez, las letras se vuelven invisibles y todo parece marchar sobre ruedas. El árbol de la ciencia ha sido para mí de estos últimos.

Daré unas notas de la biografía de su autor. La vida de Baroja transcurrió sin grandes incidentes, se doctoró en Medicina y ejerció como médico poco más de un año (es decir, poco más o menos que el Gran Wyoming). Debutó en el panorama literario con los relatos de Vidas sombrías (1900) y se dedicó casi exclusivamente a la producción novelística, aunque también escribió algo de teatro y poesía. Llegó a ser académico. Como se dice en la introducción a la edición que he manejado, su lista de fobias es interminable. Se declara antimilitarista, antimonárquico, anticlerical, anfifascista, anticomunista, antisocialista, antitaurino… Nos podemos preguntar qué era entonces este hombre. Pues más que nada un gran inconformista que, por lo que cuentan, tenía el don de incomodar a casi todo el mundo. Una serie de experiencias negativas lo convirtieron en un inadaptado, inseguro y solitario.

El árbol de la ciencia (1911) es una de sus novelas más celebradas. Narra la historia de Andrés Hurtado, estudiante de medicina y álter ego del autor. A la par que se describe su vida de estudiante y sus amistades en Madrid, nos vamos adentrando en la psique de Hurtado. A través de las conversaciones con su tío Iturrioz, a Andrés se le presentan dos opciones: la acción en un círculo pequeño o la contemplación indiferente, que nos lleva a la ataraxia schopenhaueriana.

La novela es de una gran concisión, ágil y muy entretenida. Pasan muchas cosas, es difícil que aburra. Por ella desfilan muchos personajes, tipos populares que son descritos en pocas palabras, quedan perfectamente definidos con unos cuántos trazos. No hay muchos personajes buenos: la mayoría son o egoístas o explotadores o chulos, rencorosos, vanidosos, y algunos se dan ínfulas aristocráticas. El pesimismo parece evidente (“la piedad no aparecía por el mundo”) y da una visión descorazonadora de la enseñanza en España. En una palabra, irradia desesperanza.

Por mi parte, me lo he pasado muy bien leyendo el libro. Seguiré leyendo a Baroja.

Puede que también te interesen:
Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos.
La tía Tula, de Miguel de Unamuno.
"La aurora", de Federico García Lorca.

14 diciembre 2011

Aunque sea ceniza

Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre. 

El corazón
tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.

Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.

Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.

Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora, 
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.

José Ángel Valente (1929-2000).

12 diciembre 2011

Maus


Cuánto he disfrutado con este libro. Sin duda, uno de los que más me han gustado este año. No he leído mucha novela gráfica (esta es la segunda que cae en mis manos), pero Maus es de esas que-hay-que-leer. Se trata, como sabréis, de una historia sobre el holocausto judío en la que los nazis están representados por gatos y los judíos por ratones (de ahí el título y que, por ejemplo, el famoso campo de concentración se llame Mauschwitz). Art Spiegelman ganó con este libro el premio Pulitzer (por lo que he leído, la única novela gráfica que lo ha conseguido). Ya sé que puede haber cierto hartazgo sobre el tema por las múltiples novelas y películas que abordan la cuestión judía, pero Maus es una de las referencias ineludibles para quien quiera acercarse a estos temas. Además, al tratarse de una novela gráfica, quizá resulte más atractiva para la gente que habitualmente no lee mucho.

El relato está contado por un superviviente polaco emigrado a Estados Unidos, que le cuenta a su hijo su historia con el fin de que obtenga material para un cómic, el cómic que estamos leyendo. Como no podía ser de otra forma, la historia atrapa: Spiegelman consigue que la intensidad no decaiga casi en ningún momento. Y quién lo diría, ¡cómo conmueven estos ratones! El resultado es un retrato muy humano; los personajes no son héroes de una pieza, tienen matices, aristas y defectos. 

Es difícil encontrar un libro que suscite un aplauso tan unánime por parte de la crítica y los lectores. Como decía Umberto Eco, una vez que uno empieza a leerlo es difícil dejarlo. Y a pesar de que por momentos se nos encoja el corazón, también tiene el libro algunas notas de humor. Es en definitiva uno de esos libros que no nos gustaría dejar de leer. Al terminar, no es de extrañar que uno acabe aquejado del típico episodio de depresión post-Maus, porque somos conscientes de que no vamos a poder leer libros como este todos los días.

30 noviembre 2011

Melancolía


La última película de Lars von Trier, Melancolía, se presentaba en el pasado festival de Cannes acompañada de unas polémicas, desafortunadas declaraciones del director danés que para algunos condicionaron el resultado de la película el día del palmarés.

Melancolía es el nombre de un planeta que se cruza en la órbita de la Tierra y que puede llegar a colisionar con ella. En seguida vienen a la cabeza del espectador una serie de películas americanas sobre catástrofes que en realidad están bastante alejadas (en las antípodas, se diría) de la película de von Trier, que no engatusa al espectador creando la incertidumbre de si finalmente tendrá o no lugar el catastrófico impacto entre los planetas, porque el final lo conocemos desde el principio, las cartas están encima de la mesa. El cineasta danés centra su mirada en el retrato emocional de dos hermanas, Justine y Claire, que dan nombre a las dos partes en que se estructura la película. Mientras en la primera asistimos a la celebración de una boda, uno de esos momentos de felicidad para muchas personas que aquí está infectado por la tristeza, el desequilibrio emocional o la falsedad de las apariencias, en la segunda parte aparece propiamente la historia del acercamiento de Melancolía. Estas dos partes están precedidas por unos minutos poéticos, nada convencionales, que funcionan a modo de prólogo. Las dos hermanas afrontarán de distintas maneras, desde sus diferentes situaciones, el acercamiento y posible impacto del planeta. En la oscuridad de la sala de cine, me vi pensando un poco sobre los estados depresivos, sobre cómo casi todo pierde sentido desde la perspectiva de la muerte. Aunque creía que mis pensamientos igual no tenían mucho que ver con lo que proponía la película, luego he leído que se habla de ella como de una metáfora de la depresión (que sufrió hace un tiempo el propio director).




La película me parece desaconsejable para aquellos que buscan del cine ante todo entretenimiento. A veces me hago esa pregunta, qué busco en el cine, y me respondo que busco películas que me hagan sentir, películas que me lleven a pensar algo sobre la vida, a darle un poco de vueltas al coco, películas que no resulten artificiales ni impostadas y que no me traten como si fuera estúpido. Y en este sentido, el dinero de la entrada me parece bien empleado en este caso. Supongo que no será la mejor película del danés, pero es una buena película que aquellos que buscan un cine algo distinto al comercial no dejarán pasar.  Quizá me hayan gustado más otras películas del director (Rompiendo las olas o Dogville, que me parece excelente), pero Melancolía (2011) es sin duda una buena película, con grandes interpretaciones (Kirsten Dunst, Charlotte Gainsbourg...), y pertenece a ese reducido grupo de películas que me interesan dentro del panorama del cine actual.

Puede que también te interese:
-Rompiendo las olas, de Lars von Trier.
-El árbol de la vida, de Terrence Malick.

28 noviembre 2011

El último encuentro


“Uno siempre responde con su vida entera a las preguntas más importantes. No importa lo que diga, no importa con qué palabras y con qué argumentos trate de defenderse. Al final, al final de todo, uno responde a todas las preguntas con los hechos de su vida: a las preguntas que el mundo le ha hecho una y otra vez. Las preguntas son éstas: ¿Quién eres?... ¿Qué has querido de verdad?... ¿Qué has sabido de verdad?... ¿A qué has sido fiel o infiel?... ¿Con qué y con quién te has comportado con valentía o con cobardía?... Éstas son las preguntas. Uno responde como puede, diciendo la verdad o mintiendo: eso no importa. Lo que sí importa es que uno al final responde con su vida entera.”

“Quizás lo estoy contando con demasiados detalles -dice para disculparse-. Pero no se puede hacer de otra manera: sólo a través de los detalles podemos comprender lo esencial, así lo he experimentado yo, en los libros y en la vida. Es preciso conocer todos los detalles, porque nunca sabemos cuál puede ser importante, ni cuándo una palabra puede esclarecer un hecho.”

“A veces pienso que la amistad es la relación más intensa de la vida… y que por eso se presenta en tan pocas ocasiones. ¿Qué se esconde detrás de la amistad? ¿Simpatía? (…) ¿Habrá tal vez cierto erotismo en el fondo de cada relación humana? Aquí, en mi soledad, en mis bosques, al tratar de comprender los múltiples aspectos de la vida, puesto que no tenía otra cosa que hacer, algunas veces lo he llegado a pensar. (…) Al erotismo de la amistad no le hace falta el cuerpo… no le es atractivo, resulta incluso inútil. Sin embargo, no deja de ser erotismo. En el fondo de todo amor, de todo cariño, de toda relación humana late el erotismo.”

“Y de la misma forma que sólo las personas del mismo grupo sanguíneo pueden ayudarse en los momentos de peligro, al donar su sangre a alguien que pertenece al mismo grupo, el alma humana sólo puede ayudar a otra alma humana si no es distinta, si sus puntos de vista, sus convicciones y su realidad secreta son parecidos…”

“¿Qué se puede preguntar con palabras? ¿Qué valor tienen las respuestas que se dan con palabras y no con la veracidad de la vida humana?... Muy poco -dice, totalmente convencido-. Son muy pocas las personas cuyas palabras concuerdan con su existencia. Cuando eso sucede, se produce una de las maravillas más raras de la vida.”

“Al fin y al cabo, el mundo no importa nada. Sólo importa lo que queda en nuestros corazones.”

Gracias a Camila Bordamalo por la recomendación.

23 noviembre 2011

Crimen y castigo


Cuando uno oye hablar de alguno de los grandes escritores de las letras universales suele adjudicarles una vida burguesa y relajada, llena de comodidades, una vida digamos de funcionario. Sin embargo son muchos, se diría que demasiados, los ejemplos de grandes escritores que terminaron sus días en la miseria, y tampoco faltan los que, por unas u otras razones, dieron con sus huesos en la cárcel. Cervantes es un ejemplo, César Vallejo otro, y también es el caso de Dostoievski.

La verdad es que sobran las presentaciones cuando uno se dispone a hablar de Crimen y castigo, una de esas creaciones capitales de la literatura universal. Para cualquiera que se haya acercado mínimamente al mundo literario, Raskolnikov es, junto a don Quijote, Ulises, Julieta Capuleto o Sherezade, uno de esos nombres conocidos aunque uno no se haya leído el libro.

La historia también la conoceréis. Raskolnikov es un joven de veintitrés años, ex-estudiante, que vive en San Petersburgo en la miseria. Le debe dinero a su patrona, por cuya puerta tiene que pasar cada vez que sale a la calle, y empeña los pocos objetos valiosos que le quedan en la casa de una vieja prestamista. En esta situación, Raskolnikov incuba una idea, una de esas ideas que surgen de buenas a primeras, de forma casual y sin que sepamos cómo, y que, aunque nos horripilan, aunque nos parecen repugnantes, van creciendo poco apoco, se hacen tangibles y acaban por devorarnos como una tenia solitaria. Así, Raskolnikov verá en el asesinato de la vieja usurera la solución a todos sus problemas. Lo que genera la intriga en el libro parece que no es si descubrirán o no al autor del crimen, ya que el mismo título nos da la respuesta, sino más bien la forma en que una persona concreta, Raskolnikov, puede llevar en la conciencia el haber matado a alguien, y cómo eso afecta a su vida hasta tal punto que llega un momento en que la expiación, el cumplimiento de la pena, se torna la única salida a lo que se convierte en poco menos que un infierno.

En esta trama policial se incorporan también las historias de distintos personajes. La muerte de Marmeladov, la llegada a San Petersburgo de la madre y la hermana de Raskolnikov, y el posible casamiento de esta última, son algunas de ellas, que completan una novela clásica, una de las cumbres de esa forma de novelar del siglo XIX que hoy, desde nuestra perspectiva, nos puede parecer excesivamente prolija en detalles pero que en su momento fueron grandes monumentos y siguen siéndolo. 

20 noviembre 2011

Tristram Shandy: a cock and bull story


Hace unos años, el inglés Michael Winterbottom se propuso adaptar un libro que algunos consideraban inadaptable: Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, de Laurence Sterne, un libro del siglo XVIII que destaca por su originalidad y califican de imaginativo, moderno y absurdo. Yo no lo he leído (por ahora), pero como es lógico había oído hablar de él (Enrique Vila-Matas, por ejemplo, lo aprecia mucho), así que conocía la cómica anécdota de la concepción de Tristram y el reloj de cuco. No cuento más.

Dice Winterbottom que como buena parte del libro de Sterne se centraba en el proceso de escritura del propio libro, la mejor manera de adaptarlo era hacer una película sobre cómo hacer una película. Así que el resultado es muy metacinematográfico, se nos muestra en una película cómo ruedan una película. Conocemos la vida y personalidad (vanidades incluidas) de los actores, los problemas a los que se enfrenta el equipo de rodaje y el director a la hora de adaptar la obra, asistimos a los tiempos muertos entre escena y escena…

La propuesta de Winterbottom es estimulante: divertida, ingeniosa, mordaz y desenfadada. Me ha gustado una crítica leída en FilmAffinity (la firma Neathara) que la desaconseja si:
-Eres antigafapasta.
-Odias las películas sin estructura definida.
-No comulgas con el lenguaje metacinematográfico.
-Crees que el cine ha de ser por fuerza entretenido y espectacular y no entiendes las películas que no lo son.
-No te gusta pensar mucho mientras ves una película.
(…)

En fin, que como todas las películas tiene su público. Cada cual que valore si puede ser su tipo de película, a mí me parece una cinta interesante. Sólo he visto dos y no puedo decir algo así, pero para algunos es una de las más conseguidas de Winterbottom. Por cierto, la he visto en versión original subtitulada y al ver luego el tráiler en castellano me pareció que se perdía en el doblaje una parte del trabajo de los actores (igual son cosas mías, pero en este caso concreto, prefiero la versión original). Valoración: 3’5/5.  

18 noviembre 2011

Lost without your rhythm


Wildbirds & Peacedrums es un dúo sueco compuesto por una vocalista y un percusionista. Hasta la fecha han publicado tres discos: Heartcore (2007), The Snake (2008)  y Rivers (2010). A la hora de etiquetarlos empiezan los problemas. Hacen una música experimental con notas de pop, jazz, rock, blues... Casi inclasificables, dicen en Spotify. Los críticos, en cualquier caso, los tratan bastante bien. Están en myspace, en la versión inglesa de la Wikipedia, y como es natural tienen web propia. El vídeo de arriba es de un directo en un programa de la televisión sueca (pongo el directo porque me gusta más que la versión de estudio). El de abajo también merece la pena. Para mi gusto, claro.

15 noviembre 2011

Cuentos carnívoros


Os presento hoy este libro que saqué hace poco de la biblioteca y que me ha gustado bastante.

Cuentos carnívoros (2010) se compone de una serie de catorce relatos de corte fantástico, con cierto aire de misterio. Es un libro extraño, nada convencional, en todo momento entretenido, con pequeños enigmas que rondan lo inexplicable. El autor es Bernard Quiriny, un joven belga (este es su segundo libro) al que Acantilado ha publicado por primera vez en España. Vienen precedidos por un prólogo de Enrique Vila-Matas en el que, como es natural, habla de casi todo menos del libro.

Si os gusta un tipo de literatura más realista, quizá encontraréis estas historias poco creíbles, pero si no es así podéis llegar a alcanzar cierto grado de fascinación. A mí me ha sorprendido muy gratamente, son relatos muy imaginativos, deliciosamente excéntricos.

Dejo a continuación algunas líneas argumentales para que os hagáis una idea. Uno trata de un hombre que tiene la capacidad de escuchar todas las conversaciones de sus conocidos en las que, para bien o para mal, hablan de él. Otro reúne un repertorio de escritores olvidados, casi siempre excéntricos y estrafalarios, como aquel que escribía sus obras sobre los soportes más inauditos: zapatos de cuero, el mango de un tenedor… Otro, de humor negro, cita fragmentos de El asesinato considerado como una de las bellas artes, texto con el que el relato de Quiriny dialoga. Otro trata de una lengua de una tribu amazónica totalmente críptica para los lingüistas, que no han conseguido encontrarle sentido y unánimemente consideran absurda. Otro explica el porqué de que cada domingo un personaje se tome un zumo de naranja al que añade un poco de sangre.

Todo un hallazgo. Recomendable.

Puede que también te interesen:
Siete cuentos imposibles, de Javier Argüello.
Un momento de descanso, de Antonio Orejudo.

11 noviembre 2011

El desorden de tu nombre


Corría esta novela el riesgo de que lo mejor fuera su título. A mí al menos me parece muy bueno, poético incluso: el desorden de tu nombre. Siempre me llamó la atención. Creo recordar haber leído que el título se lo jugaron en una partida de cartas Alejandro Gándara y el propio Millás, que finalmente se lo quedó. Pero no me hagáis mucho caso, no estoy seguro de esto.

El desorden de tu nombre es una historia de tono realista, cotidiano, con personajes urbanos de clase media. A la salida del psicoanalista, Julio coincide en el parque con Laura, de la que llega a enamorarse. Ella está casada y a partir de aquí se va formando un triángulo que se resuelve al final del libro dejando (a mí al menos) la fastidiosa sensación de haber leído una telenovela. Y sinceramente no era eso lo que me esperaba de Millás. Al comienzo el libro me pareció un poco flojo, sin consistencia y con unos diálogos un poco pobres. Luego mejoró, empezó a gustarme, y tras varios altibajos llegué al final con la impresión de estar ante una novela irregular. La historia de amor me parece demasiado típica, lo que salva en mi opinión la novela son algunas ideas que introduce Millás (sobre los sueños, el yo real y los yoes imaginarios, las inverosimilitudes que se permite a veces la realidad, las historias dentro de la historia -entre ellas el fragmento del libro que copié en otra entrada-) y que pueden resultar interesantes. Es la segunda novela que leo de Millás y en ambas (en esta más) he tenido la sensación de que a veces enreda demasiado la trama, llegando a resultar en algunos momentos forzado. 

A pesar de todo, El desorden de tu nombre es un libro entretenido y corto que he leído con agrado. He encontrado varias conexiones con Dos mujeres en Praga, en algunas ideas y en el hecho de que el mundo de los escritores y las editoriales esté muy presente. Me va gustando leer a Millás, porque aunque en determinado momento la novela me pueda parecer mejorable sé que siempre puede salir con alguna idea interesante. Así que leeré más libros suyos. Además, cuando aparece en televisión lo suelo escuchar con atención y merece todo mi respeto. Valoración: 3/5 

07 noviembre 2011

Larga vida a Rulfo


Con la excusa de que se cumplen veinticinco años de su fallecimiento, dedicamos una entrada al escritor mexicano Juan Rulfo, uno de esos hombres que con muy poca obra (sólo dos libros, unas trescientas páginas) ha conseguido colarse en todas las listas de los mejores escritores del siglo XX en lengua castellana.

Rulfo nació en 1917 en un pequeño pueblo mexicano. Sufrió de niño algunas pérdidas importantes: a los siete años quedó huérfano de padre y cuatro años después falleció su madre. También su abuelo murió, por lo que acaba viviendo con su abuela hasta que es ingresado en un orfanato, un correccional de férrea disciplina. En alguna entrevista comenta que allí sólo aprendió una cosa: a deprimirse. Este hecho marcó su carácter: Rulfo siempre sería un hombre tímido, introvertido, huidizo y depresivo. Tuvo cuatro hijos. Trabajó en distintas actividades y escribió una primera novela, bastante extensa, que destruyó por completo porque decía que era mala. Su carácter autodestructivo le llevó a dudar también de la calidad de la que es considerada su obra capital, Pedro Páramo, hasta el punto de estar cerca de destruir algunos capítulos. Parece ser que el también escritor Juan José Arreola lo convenció para que no lo hiciera. 

En 1953 vio la luz su libro de cuentos El llano en llamas, con textos como “Luvina”,  “Macario” o “Diles que no me maten”. Este último se puede escuchar en la voz de su autor. Posteriormente recibió una beca gracias a la cual pudo dedicarse a escribir su novela Pedro Páramo, algo que hizo en apenas unos meses. La obra, publicada en 1955, dos años después de El llano en llamas, no tuvo en un principio la acogida que después tendría. Recibió críticas, y sería pasado el tiempo cuando las generaciones siguientes la reconocerían como uno de los monumentos literarios del siglo XX. 

Esta primera edición de Pedro Páramo (1955) se ha vendido a 880€

Por mi parte, no puedo sino recomendarla. No es una novela fácil de leer, con un tiempo fragmentado, personajes fantasmales y cambios de narrador, pero es un pedazo de libro, además de breve. La prosa de Rulfo es concisa, sin florituras, pero de una gran fuerza expresiva. La primera frase del libro se ha hecho célebre: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”. Espero poder dedicarle una entrada independiente al libro algún día, porque la verdad es que lo merece.

A menudo se habla de Rulfo como uno de los exponentes del llamado “realismo mágico”, un término del que algunos críticos rehúyen. En las clases de literatura hispanoamericana preferíamos usar el término transculturación. Se habla de Rulfo, como de José María Arguedas o Gabriel García Márquez, como escritores transculturadores, en tanto que fusionan, por decirlo así, la cultura indígena americana y la española recibida a consecuencia de la conquista.

García Márquez es uno de los admiradores de Rulfo. En su texto “Asombro por Juan Rulfo”, el Nobel colombiano cuenta cómo leyó repetidas veces, febrilmente, la obra completa de Rulfo, y cómo eso le abrió la senda que debía seguir en su trayectoria literaria.

Pero el caso es que, después de la publicación de Pedro Páramo, Rulfo enmudeció. No volvió a publicar otro libro, si exceptuamos El gallo de oro y otros textos para cine (1980). Se decía que estaba escribiendo una segunda novela, La cordillera, que todo el mundo esperaba tras el éxito de Pedro Páramo pero que nunca llegó. La gente le preguntaba qué tal iba, y él respondía algo vagamente diciendo que bueno, que ahí iba medio trabajando en ella. En la entrevista que le hizo Joaquín Soler Serrano para el programa de TVE A fondo, comentaba que si todo iba bien podía estar terminada para finales de ese año.

Pero La cordillera nunca apareció y Rulfo murió habiendo publicado únicamente esos dos libros, por lo que el barcelonés Enrique Vila-Matas lo incluye en su galería de bartlebys, o escritores que por distintas razones dejaron de escribir, en su obra Bartleby y compañía, un libro tan interesante como breve. Rulfo decía a veces que dejó de escribir porque se le murió el tío Celerino, que era el que le contaba las historias. Suena a broma, pero al parecer sí que existió un tío de Rulfo que le contaba muchas cosas, lo cual no quiere decir exactamente que su muerte fuese la razón por la que Rulfo no volvió a publicar nada.

Otra faceta últimamente muy destacada de Juan Rulfo es su labor como fotógrafo. Sus fotos, generalmente en blanco y negro, han sido recogidas en algún libro. En 1983 recibió el Premio Príncipe de Asturias. Murió tres años más tarde, el 7 de enero de 1986.

06 noviembre 2011

El frente ruso



Primer asteroide que cae en mis manos, y la verdad es que, en lo que a la edición se refiere, ha sido agradable la lectura. Desde luego que repetiré.

La novela se centra en el derrumbamiento del sueño de un joven, algo inocente, que ingresa en la diplomacia pensando que así podrá viajar mucho, pero sus ideales chocan con la realidad, con la incompetencia o ineptitud de algunos con los que se topa o el hecho de ser destinado a un departamento que nadie quiere y en el que, al contrario de sus expectativas, pronto queda claro que no va a conocer muchos países.

El libro funciona como una sátira del mundo burocrático en el ámbito de la diplomacia. Tiene momentos que pueden resultar divertidos (en mi caso, el episodio de las bailarinas con burka) y momentos pretendidamente divertidos que igual no nos hacen mucha gracia. En la editorial han usado para calificarla el adjetivo “desternillante”, que a decir verdad me parece un poco hiperbólico y me hizo esperar unos grados de acidez que luego no he encontrado. Pero sí, el libro en su conjunto es entretenido, se deja leer y gustará a más de uno, si bien no llevará al orgasmo a los más exigentes. Pero me hizo reír en algún momento, y hacia el final sentí algo. Así que, aunque no me haya encantado, mi opinión tampoco es muy negativa. Escribe el protagonista:

“Creo que he perdido mi capacidad de soñar. Espero, simplemente. Espero que algo suceda en mi vida. A veces miro a lo lejos, hacia el horizonte, sigo con la vista el vuelo de una paloma, espero que esta venga a estrellarse contra mi ventana. Eso me distraería un poco. Pero no sucede nada. Vivo y no pasa nada. Habré vivido y nadie se habrá enterado. Algunas veces no puedo contener mis lágrimas.”

Triste, muy triste eso de perder las ilusiones. Quizá sea ese el tema del libro: la disolución de los sueños, la aparición fatídica del desengaño. Y por otro lado está toda la sátira de ese mundo. No está mal. La relación amorosa sí que me pareció un poco de relleno, sin chispa, pero eso igual lo digo porque soy un poco quisquilloso.

Un libro corto, que se lee rápido y entretiene. Valoración: 3/5.

04 noviembre 2011

Un magnífico trabajo


“…comenzó a leer el primer cuento, titulado El Concurso. Se narraba en él la historia de un escritor que cierto día concibe un plan perfecto para asesinar a su esposa, disfrazando el crimen bajo la apariencia de un suicidio. Desalentado finalmente por su incapacidad para llevar a la práctica este plan, decide aprovechar la idea para otro fin: el de escribir un cuento policiaco, que comienza ese mismo día y consigue terminar en dos semanas de trabajo. Satisfecho con el resultado, comete la maldad de enseñárselo a su esposa, quien, lejos de responder a esta nueva agresión dentro del infierno en el que se desarrolla la vida de ambos, le felicita y le anima a presentarlo a un prestigioso concurso literario. El escritor -halagado por esta reacción inexplicable- envía el cuento al concurso y regresa a sus odios y ocupaciones habituales. Al poco tiempo su mujer se suicida reproduciendo con fidelidad las pautas de la esposa del cuento. El escritor comprende que si su relato llegara a ganar el premio adquiriría la categoría de una autodenuncia frente a la que tendría muy pocos medios de defensa. Escribe entonces urgentemente a la organización del concurso reclamando el original. Al cabo de unos días, durante los que el escritor no deja de morderse las uñas de las manos y de los pies, recibe una breve y amable respuesta en la que se le comunica la imposibilidad de acceder a sus deseos, puesto que el jurado ha comenzado a leer y -de acuerdo con las bases- ya no se puede retirar ningún trabajo. Se le sugiere, no obstante, que se ponga en contacto con el presidente del jurado, en cuyas manos está el cuento.

El escritor, sintiéndose presa de una tela de araña inteligentemente urdida, se sobrepone a la desesperación y consigue obtener una entrevista con el presidente del jurado, quien le comunica que ya ha leído el cuento -que, por cierto, le gusta tanto que lo piensa defender y votar-, pero que lo ha devuelto ese mismo día a la secretaría de la organización convocante para que lo distribuya al resto del jurado. El escritor lo asesina y a partir de ahí comienza una auténtica pesadilla, en la que el autor del cuento policiaco ha de ir eliminando uno a uno a todos los miembros del jurado, ya que en las sucesivas entrevistas obtenidas con cada uno de ellos se le comunica que el cuento ha sido leído y devuelto. Todos, por cierto, le felicitan antes de morir por lo que consideran un magnífico trabajo.”

Fragmento de El desorden de tu nombre de Juan José Millás.

31 octubre 2011

El árbol de la vida


Ya sabemos que Terrence Malick no es lo que se dice un cineasta muy prolífico (sus sólo cinco películas rodadas en treinta y ocho años así lo atestiguan), pero cuando hace una película la calidad se hace notar. Uno, por suerte o por desgracia, es sensible a la belleza, y disfruta por cada poro de la exquisitez visual de películas como esta, una película que puede resultar pretenciosa, excesiva, aburrida y que, desde luego, si vuestro ideal de película es Con derecho a roce es casi seguro que vais a odiar. Quizá no tanto si os dejáis llevar un poco y disfrutais de la poesía y la delicadeza que contienen sus imágenes. Porque eso es en mi opinión El árbol de la vida, un trabajo visualmente sobresaliente. Para mí no es una película diez, me parece que es más cómo lo cuenta que lo que cuenta (¿aunque acaso no se trata de eso?), pero aprecio mucho que exista gente como Terrence Malick, que aún se esfuerza por hacer cine, obras de arte, más que por hacer caja a toda costa. No me apetece hablar del argumento, de la historia que cuenta, porque creo que contar no es aquí la palabra más adecuada, ya que la cinta no es tan narrativa como poética. Pura poesía visual. Desprende también cierto misticismo. La vi ayer y no puedo decir otra cosa: fue una experiencia intensa. Me alegro de que ganara la palma de oro en Cannes: es preciosa. ¿Mi valoración? 4/5.

28 octubre 2011

Un momento de descanso



Hilarante, puede que esa sea la palabra. Seguramente no soy el único que descubrió a Antonio Orejudo con Ventajas de viajar en tren, una novela tan breve como imaginativa, lúdica, delirante y en una palabra magnífica, que más de una vez he recomendado. Por alguna que otra entrevista, Orejudo me parece alguien interesante: habla claro y no se anda con pedanterías o academicismos. En sus mejores momentos consigue resultar  adictivamente divertido. 

Un momento de descanso es su último libro hasta la fecha, publicado por Tusquets. Orejudo se acerca al terreno de la autoficción y aparece como personaje y narrador de la novela. Dividida en tres partes, en la primera nos acercamos a la vida del profesor Cifuentes en Missouri, donde será acusado de haber humillado a una alumna negra y se convertirá en persona non grata para sus compañeros, que empezarán a darle de lado. Por otra parte, empeorará la relación con su mujer (a la que Cifuentes empieza a espiar, por si tiene un amante) y con su hijo, que no se sentirá apoyado por él para dedicarse a la danza, actividad por la que tiene más pasión que verdadera habilidad. Para colmo, por un boquete hecho en la pared su casa empezará a ser invadida por las hormigas.

Esta primera parte, que quizá sea la más divertida, la más redonda, parece una sátira de lo políticamente correcto, del exceso de protección que actualmente puede existir hacia minorías que históricamente han sido marginadas. “Aquí estamos viviendo una dictadura de los oprimidos”, dice uno de los personajes. Pese a ser un hombre de letras, Orejudo se muestra en algunas afirmaciones muy crítico con las humanidades:

“Los humanistas, sus colegas, él mismo, todos ellos, que un día fueron la vanguardia del conocimiento, no tenían hoy nada que aportar al mundo. Por eso empleaban una jerga incomprensible y desdeñaban las exposiciones claras de los asuntos complejos. Huían de la claridad, porque sabían que la luz es enemiga de la superchería.”

Posteriormente, el texto viene a mostrarnos lo miserable y corrupto que puede ser el mundo universitario. Un mundo que, por otro lado, el autor conoce perfectamente, ya que imparte clases de literatura en la Universidad de Almería. Es un libro que no decepciona, y con Orejudo la calidad está en mi opinión asegurada. Además, qué bien se lo pasa uno leyéndolo, las páginas vuelan. Así que está claro: admitimos Orejudo como sinónimo de diversión. Ahora toca esperar su próxima novela. Mientras tanto, podemos seguir leyendo sus columnas en el diario Público

25 octubre 2011

Chesil Beach



Ian McEwan ha sido un autor al que me he venido acercando de cuando en cuando. Me acerqué a Expiación en el instituto (el mejor de los que he leído hasta ahora), a ese le siguió Ámsterdam, novela también tiene su punto y mereció el Booker (si eso significa algo), luego Primer amor, últimos ritos, un libro de relatos que está bien en mi opinión, debut de McEwan y muestra del estilo más atrevido de sus inicios, con algún relato erótico. Finalmente, leí un tercio de Sábado, libro que abandoné por simple aburrimiento (espero cuando lo retome que sea tan bueno como algunos dicen). En ese momento, decidí ponerme con Chesil Beach, un libro que ha maravillado a cantidad de lectores y críticos (algunos lo consideraron el mejor libro del autor).

La historia se sitúa en la Inglaterra anterior a la revolución sexual, y narra la noche de bodas de Edward y Florence (vírgenes, por supuesto: podéis imaginar la importancia de ese momento para los dos, los nervios, la tensión y demás) en un hotel construido junto a la playa del título (ayuda a imaginársela la sugerente imagen de la portada), en lo que si uno fuese un poco más cursi llamaría “un marco incomparable” (desde el hotel se oye el rumor de las olas y tal). El autor intercala entre tanto sucesos del pasado, para construir de forma más profunda a los personajes, algo que ralentiza la historia y en general puede aburrir, aunque en verdad es una parte necesaria.

Hasta ahí la trama. Comento ahora mis impresiones. Hasta la mitad he de decir que el libro no me interesó, me pareció todo muy frío y me recordó a los peores momentos de McEwan, pero hacia la mitad el libro se convirtió en una lectura placentera y pasé con interés las páginas, hasta terminar con un buen sabor de boca, aunque sospechando que tampoco estaba ante una gran historia. Vamos, que me quedé un poco: ¿ya se ha acabado esto? En cualquier caso, el libro tiene muy buenos momentos. ¿Mi valoración? 3/5.

Dejo un par de fragmentos:

“La idea de que alguien la tocara “ahí abajo”, aunque fuera alguien querido, era tan repugnante como, pongamos, una intervención quirúrgica en un ojo. (…) Florence sospechaba que había en ella alguna anomalía profunda, que ella siempre había sido distinta y que al fin estaba a punto de ser descubierta. Creía que su problema era más grande, más hondo que el mero asco físico; todo su ser se rebelaba contra una perspectiva de enredo y carne…”

“¿Y qué se interponía entre ellos? Su personalidad y su pasado respectivos, su ignorancia y temor, su timidez, su aprensión, la falta de un derecho o de experiencia y desenvoltura, la parte final de una prohibición religiosa, su condición de ingleses y su clase social, y la historia misma.”

Esto es todo, creo que hace un año ya que leí este libro, y desde entonces me resistía a colgar la reseña. Para más -y mejor- información, os enlazo al blog de Carol: 10.15 Saturday night.

16 octubre 2011

Hagamos un trato

Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo
si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo
pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo


Mario Benedetti (1920-2009).