Mientras sigue en cartelera la omnipresente La piel que habito, su última película, parece que finalmente he encontrado la ocasión de ver esta, una de las películas más celebradas de Pedro Almodóvar, ganadora del Oscar a la mejor película de habla no inglesa, del Globo de Oro, el César, el Bafta y unos cuantos premios más a mejor película extranjera del año.
La verdad es que llama la atención la disparidad de opiniones que suscita este hombre, que igual es calificado de genio que de caer más de una vez en el ridículo. De lo que no cabe duda es de que, hoy por hoy, es el cineasta español más internacional (no quiero decir con esto necesariamente que sea el mejor), apreciado por la crítica estadounidense, con presencia asegurada en Cannes y admirado por mujeres (porque en mayor medida suelen ser mujeres) de todo el mundo como la persona que es capaz de atrapar la esencia de lo femenino. O algo así, según dicen. Por otro lado, dentro de las fronteras nacionales se le cuestiona más (son conocidas sus desavenencias con la Academia, que llegó a abandonar durante un tiempo). Sin embargo, Todo sobre mi madre, a diferencia de otras películas suyas, sí que triunfó en los Goya.
Mujeres suelen ser también la mayoría de sus intérpretes. Ser “chica Almodóvar” es uno de los sueños de casi toda actriz (como ocurre con Woody Allen), y la verdad es que entre las cosas valiosas de su cine destacaría por supuesto las interpretaciones, se ve que Almodóvar es un maestro para exprimir y sacar lo mejor de sus actores.
Personalmente, no soy de los incondicionales del manchego. Sólo he visto tres películas suyas, y he de decir que Hable con ella, ganadora del Oscar al mejor guión (algo que no ocurre todos los años, ni siquiera todas las décadas, para una película en otro idioma que no sea inglés, no digamos ya en español), no me parece para nada una gran película (en realidad soy de los que prefiere Los lunes al sol, estrenada el mismo año y ganadora del Goya) y desde luego no la destacaría precisamente por su guión, que me puede parecer hasta mediocre. Volver en cambio me convenció más.
Esta que nos ocupa me parece una película con grandes interpretaciones (Antonia San Juan, Marisa Paredes, Penélope Cruz, Cecilia Roth, Candela Peña) pero también con un guión con algún recurso barato que no esperaba en un hombre del caché de Almodóvar. Puede que ahora no sepa explicar bien esa sensación que me deja la película, al igual que Hable con ella, aunque esta me parece más completa. El sida, por ejemplo. Un tema trillado al que esta película no aporta ningún nuevo enfoque ni nada desde mi punto de vista. Las drogas, más de lo mismo. La escena del atropello, para mí poco verosímil… Se introduce algo de prostitución y drogas, un par de trágicas muertes, alguna enfermedad terminal y con eso el drama está servido. Ya pueden los personajes llorar cada cinco minutos cuando recuerdan lo que les pasó, que si tenemos el día tonto nos emocionaremos con ellos. Porque los actores son buenos, muy buenos. Pero ese monólogo de Antonia san Juan en el teatro… Por favor, ¿a quién le importan las operaciones estéticas que te has hecho? ¿es lo más interesante que tienes que contar? Hay cosas de guión que no pueden paliar las interpretaciones (por supuesto también hay otras cosas que ayudan a que estas sean buenas). Y también está el travesti que las deja a todas embarazadas, esa es otra. Pero no quisiera resultar corrosivo. Para mí lo mejor es la creación de personajes a los que, gracias a las actrices, el espectador puede acabar cogiendo cariño, aunque a veces la trama se haga previsible.
En resumidas cuentas, luces y sombras.
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