"Poesías completas 2019", de Miguel d'Ors
En 2019, el año previo a la pandemia, la editorial Renacimiento publicó la poesía completa de Miguel d'Ors (Santiago de Compostela, 1946). El volumen incluye catorce poemarios: Del amor, del olvido (1972), Ciego en Granada (1975), Codex 3 (1981), Chronica (1982), Es cielo y es azul (1984), Curso superior de ignorancia (1987, Premio de la Crítica), Canciones, oraciones, panfletos, impoemas, epigramas y ripios, o Cajón de sastre donde se hallará todo cuanto deseare el lector amigo, y el no tanto sobradas razones para seguir en sus trece (1990), La música extremada (1991), La imagen de su cara (1994), Hacia otra luz más pura (1999), Sol de noviembre (2005), Sociedad limitada (2010), Átomos y galaxias (2013) y Manzanas robadas (2017). Y también unas "Poesías sueltas publicadas en Punto y aparte (1992) y no publicadas en ningún libro posterior". Todo ello precedido por unos preliminares donde d'Ors habla, entre otras cosas, de su anterior reticencia a publicar una poesía completa o del peligro de caer en un biografismo excesivo a la hora de interpretar sus poemas. Recuerda a Pessoa: el poeta es un fingidor. En alguna entrevista le he oído insistir en esa ficcionalización del yo, en que los poemas los construye con un poco de memoria y otro de sueño (los episodios autobiográficos se manipulan: "se seleccionan, se mezclan con invenciones (aquí está lo del sueño) para que el resultado sea estéticamente bueno").
Tuve la suerte de asistir a las clases de Miguel d'Ors en la Facultad de Filosofía y Letras de Granada allá por 2006 y 2007. Era un excelente profesor y le guardo un gran aprecio, superador (faltaría más) de las divergencias ideológicas que pueda haber (él muy creyente y de derechas y yo ateo o agnóstico y etcétera). Por entonces uno había leído todavía poca poesía, pero fue una grata sorpresa descubrir la suya, que se suele enclavar en la corriente de la poesía de la experiencia. Saqué algunos libros suyos de la biblioteca pero no tenía ninguno en casa, deuda que he decidido saldar haciéndome con esta poesía completa a fecha de 2019, tan pulcramente editada por Renacimiento. Los poemarios están ordenados, como ya no parece tan infrecuente, en orden inverso al cronológico, desde el de publicación más reciente (Manzanas robadas, de 2017), al más antiguo (Del amor, del olvido, de 1972).
De la poesía de d'Ors destacaría su fino sentido del humor o los chispazos de una aguda inteligencia. A menudo encontramos poemas celebrativos del entorno natural, permeados por una sostenida melancolía (algunos textos germinaron, según leemos al pie del poema -cuyo surgimiento el autor acostumbra a fechar y a ubicar-, durante caminatas, ascensiones a algún monte o trayectos en bicicleta). Con frecuencia, el yo poético aparece enfangado en una realidad gris de la que trata de escapar imaginándose tierras lejanas (Wyoming) o en un pasado feliz que se añora (Galicia). Esta pulsión por estar en otra parte a veces se le revela vana al yo poético, en la línea del Campoamor que escribía aquello de "Cambiar de destino no es sino cambiar de dolor". Se trata de un vector temático (con perdón) que también está presente en La vida, panorámica (libro del que ya hablamos aquí) de Ángel Talián, autor joven en el que se percibe la impronta de la obra de d'Ors (Jesús Montiel -Granada, 1984- sería tal vez otro ejemplo). No obstante, esa insatisfacción crónica puede servir de madera para la caldera de la locomotora creadora.
Es la de Miguel d'Ors una poesía narrativa, bien cimentada. La cotidianidad está muy presente (y la poesía o la creación como salvadoras de esa grisura), a veces narra momentos epifánicos, de inadvertida felicidad, o se entrega a variaciones de lecturas (en diálogo con la tradición, que el autor conoce perfectamente). Siendo católico, la presencia de Dios también es recurrente en estos poemas. Hay coloquialismos entreverados con lecturas, por ejemplo, de Platón. Con frecuencia celebra la belleza del mundo, lo sencillo, o se abisma en remembranzas del pasado. Siendo poemas bien pensados y estructurados, racionales, contienen a un tiempo multitud de hallazgos expresivos, a veces geniales. Más de una vez se habla del fenómeno de la creación como de un misterio, de que cuando el autor se pone ante el papel siempre surgen cosas imprevistas, algo que en algún punto ignoto le guiña el ojo.
En cuanto a la métrica, diría que predominan los versos alejandrinos, el metro con el que el autor parece sentirse más cómodo, y a continuación, por frecuencia, tal vez irían los endecasílabos. En otras composiciones se cultiva el octosílabo y el heptasílabo. Aparecen algún soneto y algún haiku. A veces encontramos rima, otras no.
Dejo como muestra un poema, en el que se maridan, con sentido del humor, alta cultura y cultura popular, el tópico del tempus fugit y el Marca, en los tiempos del futbolista Butragueño. Da un poco de respeto ponerlo, aunque no seré el primero ni el último, si tenemos en cuenta que al autor no le gusta mucho que sus poemas pululen por internet.
Miguel d'Ors, en definitiva, me parece un gran poeta. Encuentro su obra por encima de la de algunos galardonados con el Premio Cervantes que he tenido ocasión de leer, pero me da que a d'Ors jamás le otorgarán un premio de ese tipo. Ojalá me equivoque.
Valoración: 5/5.
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