Novela de 2016, Patria supuso todo un fenómeno de ventas y la visibilización ante el gran público de su autor, Fernando Aramburu, cuya primera novela data de veinte años atrás, y que también ha publicado varios libros de cuentos, poemarios y algunos libros infantiles. Con Ávidas pretensiones se alzó el vasco, dos años antes de Patria, con el Premio Biblioteca Breve. Luego, en 2017, obtuvo este libro que nos ocupa el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa.
La novela, como es sabido, narra a lo largo de los años la vida cotidiana de dos familias vascas, una con un miembro de ETA y otra con un asesinado por la banda terrorista, en el marco de un pueblo pequeño ("pueblo pequeño, infierno grande", reza el dicho, y más aún en el País Vasco en esos tiempos que ojalá nunca vuelvan). En este contexto asistimos a señales de odio, de cerrazón, a sentimientos enquistados, actos valientes y cobardes, nobles y mezquinos, contradicciones personales y tensiones y discrepancias entre cercanos familiares, bañado todo por el sufrimiento. En definitiva, un repertorio de las grandezas y miserias en que puede caer el género humano.
Esta trama se desarrolla a través de capítulos cortos, con frecuentes saltos temporales. Se ofrecen los argumentos del lado abertzale y del lado constitucional, y que el lector saque sus conclusiones. Para tomar postura política, dice un personaje escritor en el que quizá podamos leer la postura del autor, están "las entrevistas, los artículos de periódico y los foros", no la novela. También expone el libro una posible -y comprensible- reacción de las víctimas ante la novela que leemos, cuando se dice: "Lo que mi madre no desea: que su sufrimiento y el de sus hijos le sirva de material a un escritor para que componga su libro o al director de cine para que ruede su película, y los aplaudan después, y ganen premios, mientras nosotros seguimos con nuestra tragedia a cuestas".
Entrando en la forma del texto, me gusta cuando Aramburu esquiva una descripción que no aporta mucho, que el lector actual encuentra más bien gratuita, de esta forma: "Las dos mujeres, con estas y aquellas características físicas, iban sentadas..." O: "Se acercó el camarero a la mesa. Que qué querían tomar. Arantxa, dudosa un instante, pidió esto; Nerea, sin vacilar, pidió lo otro..."
Aunque no abundan los hallazgos expresivos, dejaré como muestra algunos que me han gustado: "le dejó una sensación gelatinosa, fría, de medusa muerta dentro de la boca". O: "dos besos como dos tartazos: rotundos, cremosos, efusivos". Otro rasgo de estilo es el uso, en lugar de gerundios, de adjetivos que, si no me equivoco, equivalen a los participios activos latinos. Se verá mejor con un ejemplo. Aramburu escribe "sola y fregante en la cocina" en lugar de "sola y fregando en la cocina". Como rasgo que encontré un poco forzado, aunque muy cinematográfico, mencionaré algunos flashbacks como ese en el que alguien se mira en el espejo y leemos: "Miró sus ojos, tensa, desafiante, en espera de que comenzara la película de sus recuerdos, el relato de su vida rota en escenas..." Me cuesta imaginar que alguien se mire al espejo en esa actitud de espera de evocaciones.
En definitiva, la he encontrado una lectura muy recomendable. Venía de varios libros más áridos y me ha reconfortado sumergirme en uno más llevadero, entretenido y bien contado. El oficio de Aramburu, su humanidad y su talento, me parecen incuestionables. Como se trata de un libro muy cinematográfico, no sorprende tampoco su conversión en serie televisiva por obra y gracia de la HBO.
Lo tengo pendiente en casa!
ResponderEliminarA ver si me pongo con él =)
Besotes
Espero que te guste. Ya nos contarás.
EliminarMe resistía a leerlo, al final me decidí y ha sido una lectura muy amena.
ResponderEliminarMe pasó un poco lo mismo, porque no tengo costumbre de leer mucho bestséler.
Eliminar¿Así se escribe "bestséler"? Saludos. Ramón.
ResponderEliminarEs una castellanización del término no reconocida por la RAE y que utiliza, por ejemplo, Trapiello en su libro sobre El Rastro. Un saludo.
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