16 agosto 2021

"Quasi una fantasia", de Andrés Trapiello

"Quasi una fantasia" (Ediciones del Arrabal, 2021) es el último volumen publicado del diario de Andrés Trapiello, la entrega número veintitrés del mastodóntico Salón de pasos perdidos que el escritor madrileño, nacido en León, ha venido publicando desde 1990, hasta ahora de manera unánime en la editorial Pre-Textos, dirigida por Manuel Borrás (a quien le une una sólida amistad), y que en esta ocasión por primera vez aparece en otro sello, una nueva editorial creada por el propio Trapiello, junto a Miriam Moreno Aguirre (filósofa y esposa del autor), Rafael Trapiello y Guillermo Trapiello (hijos de ambos). Se trata de un divorcio editor aparentemente dulce, y el propio Borrás acompañó a Trapiello en la presentación de Quasi una fantasia en la Librería Alberti de Madrid. Esta edición "arrabalera" es muy similar, tipográfica y estéticamente, a las de Pre-Textos, si bien un poco más modesta y con la letra algo más pequeña.


Se trata de un diario del año 2009. Trapiello nació en 1953, lo que quiere decir que este 2021 ha cumplido 68 años. Dejándonos de coqueterías, podríamos aventurar que se ha internado ya en la tercera edad, o va camino de ello. Consciente del asunto, en el prólogo avisa de que algunos diarios inéditos se quedarán sin publicar. Trapiello los escribe en cuadernos durante el año en cuestión y luego, varios después, los reescribe aplicándoles el soplo literario, como quien troca agua en vino. Sin ese trabajo de alquimia afirma que no tienen valor literario para ser publicados. A uno, entusiasta seguidor de la serie, no le importaría que Trapiello descuidara un poco otros menesteres, como sus artículos en prensa, y se aplicara con redoblada dedicación a componer más diarios. Pero eso parece cosa de fantasía, por jugar con el título de este libro.


Dicen que lo difícil en literatura no es contar lo que te pasa, sino contar lo que no te pasa y que resulte creíble, verosímil. Puede que uno de los muchos méritos de estos diarios consista en que tomemos por reales episodios que la razón nos dice que han sido elaborados, ficcionados (Trapiello se ha referido a ellos, desde el principio, como "novela en marcha"). Hay en Quasi una fantasia, por ejemplo, varias escenas muy convincentes en taxis, y en los diálogos el autor consigue expresar la viveza y la autenticidad del lenguaje oral del ciudadano de a pie.


Una de las cosas que me gustan de esta serie es descubrir palabras nuevas, voces poco habituales y a veces en desuso, a menudo bastante bonitas, que el autor rescata y lanza de nuevo al mundo. En esta ocasión he anotado vocablos como "solercia" (habilidad), "güito" (hueso de una fruta), "charrán" (pillo), "alcabor" (hueco de la campana de la chimenea), "sobretarde" (parte última de la tarde, antes del anochecer), "laceria" (pobreza), "andorga" (buche, tripa) o "petera" (riña).


Es el cuarto volumen que comento en este blog, así que uno no sabe muy bien qué añadir y escribe un poco a lo que salga. En enero, al comienzo del libro, se habla de una nevada en Madrid, que con probabilidad haya tenido como sustento biográfico la de Filomena de este 2021, por mucho que los hechos se refieran a 2009. Este aparente anacronismo -si lo es- no es extraño si entendemos el Spp como novela, y que Trapiello afirma que él no es ningún notario de la realidad. Otro rasgo lingüístico característico es la castellanización de extranjerismos. Trapiello no los escribe como prescribe la RAE, sino como suenan en nuestra lengua: jéiter, pirsin, butad, betséler. La prosa no faltará quien la pueda calificar de castiza. Por lo tanto, me hace gracia cuando Trapiello escribe "no sé qué, que diría un castizo", como si los castizos fueran siempre los otros.


Que el autor sea también poeta creo que contribuye a aquilatar su prosa. Trapiello va rociando hallazgos expresivos aquí y allá, como quien siembra arroz a voleo, sin aparente esfuerzo. A veces compone bodegones líricos con elementos de la naturaleza. Es buen pintor de estos momentos, que en ocasiones quizá sublime en exceso: tardes en que el campo está bonito, primaveras incipientes. El humor es otro ingrediente que brilla en el guiso nutricio de los diarios.


Trapiello, como sabemos, es gran admirador de Cervantes, al que ha dedicado una biografía, además de "traducir" el Quijote al castellano actual y publicar dos novelas en diálogo con la obra magna del genial manco: Al morir don Quijote y El final de Sancho Panza y otras suertes. Alguna vez me pareció leer, en algún punto de estos inabarcables diarios, que podría hacerse una taxonomía de los españoles dividiéndolos entre quevedescos y cervantinos. Y ponía el autor un ejemplo ilustrativo: si por la calle alguien se cae ante nuestros ojos y nos da la risa, somos quevedescos; si nos apiadamos del caído, somos cervantinos. Esa veta humana cervantina, de contar una pluralidad de vidas, de novelas, se halla sin duda en el Salón de pasos perdidos, donde Trapiello muestra gran interés en tejer un tapiz humano (con este rasgo casan muy bien las visitas al Rastro, que le deparan jugosos ingredientes para incorporar a la novela en marcha), en contar pormenores de experiencias, quintaesencias de vidas. En la presentación madrileña de este libro, de acuerdo con esto, Trapiello venía a afirmar que el diario no era el relato sólo de su vida, sino de la de todos nosotros. Ambicioso proyecto que en Quasi una fantasia Trapiello supera, otra vez, con nota.


Si uno fuera académico sueco y pensara en otorgar el Nobel de Literatura a un escritor español, a día de hoy, yo se lo daría a Andrés Trapiello.


Un par de fragmentos:


"Cuánta razón llevaba Rilke al decir que no entendía que en español se dijera "dar un paseo", cuando suele suceder al revés, que paseando se nos da, que es el paseo el que nos da a nosotros tantas cosas."


"Cada vez que el ala de la poesía nos roza, y a todos los seres humanos les ocurre eso varias veces al día, deberíamos dejarlo todo, en plan discípulos de Buda, y seguirla. Esos son los momentos cruciales del día, y o los atiende uno, o se irán para siempre sin retorno posible."


Para terminar, dejo la lista de todos los títulos del Salón de pasos perdidos publicados hasta la fecha:


El gato encerrado (1987) (1990)
Locuras sin fundamento (1988) (1992)
El tejado de vidrio (1989) (1994)
Las nubes por dentro (1990) (1995)
Los caballeros del punto fijo (1991) (1996)
Las cosas más extrañas (1992) (1997)
Una caña que piensa (1993) (1998)
Los hemisferios de Magdeburgo (1994) (1999)
Do fuir (1995) (2000)
Las inclemencias del tiempo (1996) (2001)
El fanal hialino (1997) (2002)
Siete moderno (1998) (2003)
El jardín de la pólvora (1999) (2005)
La cosa en sí (2000) (2006)
La manía (2001) (2007)
Troppo vero (2002) (2009)
Apenas sensitivo (2003) (2011)
Miseria y compañía (2004) (2013)
Seré duda (2005) (2015)
Sólo hechos (2006) (2016)
Mundo es (2007) (2017)
Diligencias (2008) (2018)
Quasi una fantasia (2009) (2021)


*El primer año entre paréntesis es el que narra el diario; el segundo el año de publicación.