29 julio 2021

"Esto no es Bambi", de David Pérez Vega



Esto no es Bambi (2021) es la quinta novela publicada de David Pérez Vega (Móstoles, 1974), que en esta ocasión edita la sevillana Maclein y Parker. Además de estas novelas, de varias de las cuales se ha hablado ya en este blog, el autor madrileño ha publicado un libro de relatos (Koundara) y dos de poemas (El bar de Lee y Siempre nos quedará Casablanca). 


Quienes sigan su excelente canal de YouTube Bienvenido, Bob, que toma el nombre de un cuento de Onetti, sabrán que Pérez Vega se dedica a la docencia desde hace casi veinte años -o sin el casi-, dando clases de Economía y a veces también Matemáticas en un colegio de la capital. En Esto no es Bambi nos habla de una experiencia laboral anterior a esta de profesor, a la que ya se hacía referencia en las solapas de su primera novela Acantilados de Howth, donde, en la información biobibliográfica, leemos: "Llegó a trabajar como auditor de cuentas en una conocida multinacional, pero, a pesar de la propaganda que aseguraba que la suya era la mejor empresa del mundo, pronto llegó a la conclusión de que cenar un sándwich extraído de una máquina a las doce de la noche sobre un ordenador no podía ser el éxito".


Como avanzaba el autor en un vídeo que para los interesados puede servir de complemento a estas líneas, Pérez Vega trabajó en una gran auditora, perteneciente al grupo de las Big Five, a cuyas víctimas -jóvenes exprimidos por la maquinaria frenética del sistema- está dedicado este libro. Y es que la empresa que más currículos recibía de todo el planeta no acababa siendo, desde luego, la que proporcionaba a sus empleados mejores condiciones laborales. Esto no es Bambi ofrece una visión crítica de ese mundo, un trávelin de los entresijos del capitalismo feroz, y de las mentiras y corruptelas que sustentan el sistema. Por momentos he pensado en aquella película de Marcelo Piñeyro, El método (2006), basada en la obra de teatro de Jordi Galcerán El método Grönholm, que ofrecía otra visión descarnada del mundo de la gran empresa, en esta ocasión centrada en los procesos de selección de personal. Y ya que estamos, mencionaré otro filme sobre ese ámbito y sus precariedades, de carácter social y que me parece muy recomendable, que sería Dos días, una noche (2014), de los hermanos Dardenne.


La acción de Esto no es Bambi se desarrolla entre los años 2000 y 2005, y avanza desde diferentes perspectivas a través de las voces narrativas de seis personas distintas (tres hombres y tres mujeres, los adalides de las leyes de paridad estarán satisfechos), trabajadores de esa gran empresa llamada en el libro William Golding, como el autor de El señor de las moscas, cuyo nombre suena a dinerales por la mera presencia del "gold" (oro), a lo Goldman Sachs, otro emporio que asociamos a la crisis financiera de 2008, de la que Pérez Vega habló en su anterior novela -que me gustó bastante- Caminaré entre las ratas (Carpe Noctem, 2020).


La primera narradora (Marta María Lindsay de Aguirrecoechea Muros) entra en el arquetipo clásico de la pija. Nos habla del curso de formación con el que reciben a los nuevos contratados en la empresa. Su forma de hablar se asemeja -para entendernos- a la de Tamara Falcó, y es una chica con sus prejuicios, con sus privilegios fruto de un padre con dinero y contactos, con su clasismo, con su frivolidad, con su infantilismo. Cuando le da hambre dice "momento Somalia total". Tiene un affaire un poco al estilo El graduado (1967) (la película de Mike Nichols), con un señor casado y amigo de su padre (detalle poco relevante en la trama, dicho sea para los hipersensibles al spoiler).

 

La segunda narradora es una chica católica andaluza que nos habla del viaje a Chicago donde la empresa ofrece más cursos a algunos de los nuevos empleados. Se siente afortunada y ve el asunto como una gran oportunidad. Con los narradores tercero y cuarto se nos habla ya del trabajo propiamente dicho en Madrid y vamos conociendo un poco más el lado oscuro: las jornadas maratonianas que se alargan hasta las doce de la noche, sábados y domingos o, en alguna ocasión, hasta el punto de no dormir y empalmar con el día siguiente en una tirada de treinta y seis horas. El mantra es que hay que darlo todo por la empresa, y que esos sacrificios son necesarios para, en el futuro, gozar de un puesto de mayor responsabilidad y mayores retribuciones que permita un buen nivel de vida ("En realidad no me pagan con dinero, me pagan con prestigio", dice uno de ellos).

 

Las voces de los distintos personajes se entrelazan, son compañeros y lo que cuentan en los diferentes capítulos está interconectado, como sus vidas. El quinto narrador es Daniel Márquez, álter ego del autor, un joven de Móstoles al que le gusta leer y escribir, que no se siente nada a gusto en ese ambiente de gran competitividad y puñaladas traperas y que sueña con, algún día, poder dar testimonio en una novela de todo aquello. Si bien de forma serena y mesurada, es el más crítico con la empresa y nos da cuenta, por ejemplo, del escandaloso clima de complicidad -lejos del espíritu fiscalizador que podríamos presuponer- entre la empresa auditada y la auditora para maquillar las cifras si no cuadran y tapar cualquier irregularidad. Daniel tratará de mantenerse humano ("lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano", decía George Orwell) en este ambiente que encuentra descorazonador.


Llegamos, con la sexta y última voz narrativa -con la sexta nota de este pentagrama polifónico-, al discurso del triunfador, del tipo que ha ascendido en la jerarquía de la empresa, una persona de moral dudosa por ser suaves: un individuo elitista que da muestras de clasismo, xenofobia y otras lindezas.  


La novela me ha gustado. La escena elegida para el final, que también supone un cierto clímax en la acción, me parece todo un acierto. Esto no es Bambi quizá no me haya parecido tan meritoria como Caminaré entre las ratas o Koundara, pero está bien contada, tiene momentos de humor y habla de una realidad laboral que desconocía y que merece ser relatada. Sin duda es un libro interesante, una buena crítica al más crudo capitalismo. 


Bonita y cuidada edición, además, la que ofrece Maclein y Parker.


Otros libros de David Pérez Vega comentados en el blog:

Acantilados de Howth

Los insignes

Koundara

Caminaré entre las ratas 


11 julio 2021

"Trilogía sucia de La Habana", de Pedro Juan Gutiérrez

 


Trilogía sucia de La Habana (Anagrama, 1998), de Pedro Juan Gutiérrez (Cuba, 1950), se compone de tres libros de relatos: Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí. Se trata de relatos que funcionan más bien como novela, con el hilo conductor del personaje de Pedro Juan, álter ego del autor, que narra en primera persona. Esto cambia un poco en el tercer volumen, donde encontramos varios cuentos en tercera persona en los que no aparece esa voz del autor. Desde muy pronto resulta inevitable comparar a Pedro Juan Gutiérrez con Bukowski y su Henry Chinaski. El realismo sucio se hace palpable desde el mismo título, con ese adjetivo calificando la trilogía. Parece ser que su editor Jorge Herralde lo apodó "el Bukowski caribeño".


"El sexo es un intercambio de líquidos, de fluidos, saliva, aliento y olores fuertes, orina, semen, mierda, sudor, microbios, bacterias. O no es. Si sólo es ternura y espiritualidad etérea entonces se queda en una parodia estéril de lo que pudo ser".


Pedro Juan Gutiérrez, como puede verse, no evita los disfemismos. Narra sin tapujos la lucha por la supervivencia en la Cuba de Fidel Castro durante la década de los noventa; la miseria, las frecuentes hambrunas (en un momento dado comenta que ha perdido dieciocho kilos en apenas unos meses), los balseros que se lanzan al mar camino de Miami embarcados en simples neumáticos de camión. A la memoria del lector viene la crónica de un viaje a Cuba, también en los noventa, de Trapiello en uno de sus diarios (Do fuir), que también contaba cosas tremendas, como contrapunto a quienes aún hoy defienden que mientras vivió Fidel los cubanos vivieron bien.


Gutiérrez relata la Cuba callejera, del ciudadano de a pie. Escribe como se habla, sin retórica, con frases cortas y potentes ("en tiempos tan desgarradores no se puede escribir suavemente", leemos). Su visión de la vida está llena de sensorialidad, de pragmatismo, de desenfreno. Las escenas sexuales y escatológicas son frecuentes, en un mundo de machos y sementales, de roles genéricos tradicionales, donde las pulsiones sexuales siempre andan en primer plano, a veces hasta límites pornográficos. Leer Trilogía sucia de La Habana supone a walk on the wild side, por citar la canción de Lou Reed. Se trata de historias muy entretenidas, con mucha acción, contadas con encanto. Cae bien Pedro Juan. Sus cuentos no están exentos de sordidez, pero imagino que alguien que vive tan quemado y pasa hambre y comparte retrete con cincuenta personas (como cuenta en uno de los textos) es difícil que se ponga a escribir sobre la ontología del ser o la belleza floral del campo en primavera. 


Hay historias de gran tremendismo (la del caballo muerto en un patio, que se está pudriendo, con un grupo de personas presionando al dueño para entrar a trocearlo y comérselo; o la que comienza con una mujer cortándole el pene a su amante), pero también, de forma puntual y excepcional, bien es cierto, momentos de un inusitado lirismo. Me recuerdo leyendo "en la claridad azul del plenilunio", o "será una noche clarísima de luna llena", y deteniéndome ante esas frases. Por un momento parece que a Pedro Juan, que a ratos se ríe de los sentimentalismos, le hayan jaqueado la máquina de escribir, o una amante le hubiera escrito esa frase a hurtadillas, sin que él se haya atrevido a quitarla. Estas trazas de lirismo destacan como cuando en el Poema de Mio Cid, al alejarse Díaz de Vivar de su familia e hijas, leemos que se separa de ellas como la uña de la carne (choca ese hallazgo expresivo en una obra de estilo narrativo y algo gris). Quizá exagero. El caso es que el libro de Pedro Juan Gutiérrez también se prodiga en algunas reflexiones profundas.


"Los débiles creen que ya hoy todo termina. En realidad es todo lo contrario: hoy es cuando todo comienza."


"En definitiva eso es lo único importante: desear algo. Cuando deseas algo, con fuerza, ya estás poniéndote en el camino".


"Cada día disfruto más el silencio y la soledad y no espero demasiado. No puedo explicar cómo es. Si me rodea el silencio yo soy yo. Y eso me basta."


Como se trata del primer autor que leo de ese país, he anotado algunos cubanismos: acere (amigo, colega), camaján (holgazán), tarecos (utensilios), churre (suciedad acumulada), templar (follar), fulas (dólares).


Me ha parecido un gran libro, repleto de experiencias de vida y con unas historias muy potentes, de una gran fuerza. Lo saqué de la biblioteca pero no descarto comprármelo en un futuro; me gustaría tenerlo. Se conoce que aprecio libros muy diferentes entre sí, no sé si es algo que le pase a todo el mundo.