19 noviembre 2023

"El año del desierto", de Pedro Mairal

 

 

Descubrí a Pedro Mairal cuando lo empezó a publicar Libros del Asteroide en 2017. Disfruté de La uruguaya y, más aún, de Una noche con Sabrina Love, que ya había publicado Anagrama en su momento. Sabía por el blog Desde la ciudad sin cines que David Pérez Vega conocía con anterioridad a Mairal y destacaba El año del desierto como un gran libro. En España lo había publicado Salto de Página pero creo que se encontraba descatalogado (esta editorial, además, tengo entendido que ya ha desaparecido). Así que cuando esta primavera Libros del Asteroide reeditó la novela no dudé en hacerme con ella en la Feria del Libro de Málaga.

 

El año del desierto, publicada por primera vez en Argentina en 2005, se nos presenta como una distopía, género que suelo disfrutar y del que ya comenté aquí no hace mucho una novela de Walter Tevis, Sinsonte, publicada por Impedimenta

 

La narradora tiene 23 años, novio, vive con su padre y trabaja en un importante edificio de oficinas de la capital. Desde el principio se nos habla de que los ordenadores han dejado de funcionar, y poco después se alude a la intemperie, un fenómeno algo indeterminado y destructor que avanza por la ciudad de Buenos Aires convirtiendo los edificios en páramos, en descampados, y que obliga a la gente a mudarse. El autobús de línea, por ejemplo, ve alterado su recorrido:

 

"Tuve que ir a Beccar al día siguiente a cobrar el alquiler de la casa. Cuando pedí el boleto, el colectivero me advirtió que el recorrido ya no llegaba hasta Tigre. Le pregunté por qué y me dijo:

-Porque no hay nada."

 

Esto me llevó a pensar, como referentes, en otros textos latinoamericanos como Casa tomada de Julio Cortázar o ese cuento de Mario Levrero titulado Gelatina. Más adelante se refieren a esa intemperie como el "desierto", entroncando con el título del libro. Pero luego la acción va tomando otros derroteros, y el lector observa que el país parece haber ingresado en un proceso irreversible y vertiginoso de involución, en medio del cual la protagonista tratará de luchar por su supervivencia en trabajos cada vez más precarios e indignos, hasta el punto de volver los tiempos de los gauchos y de la colonia española. La novela fue escrita más o menos tras la época de la grave crisis nacional que llevó al corralito de 2001. En un momento dado, la protagonista describe así su desarraigo, su desamparo, su crisis de identidad:


"Creo que, ese año, (...) me había alejado de mí hacia zonas desconocidas. Ahora, tierra adentro, estaba terminando de alejarme, de deshacerme. Sentía que me atravesaba el viento."

 

Al comenzar la lectura me molestaron un poco ciertas repeticiones en la prosa que al autor no parecían importarle, así como alguna concordancia ad sensum ("gente que saludaban"). La buena prosa, cabe apuntar, acaso sea un estándar que cambia según el país. Así, tengo entendido que en las grandes obras maestras de Tolstói, por ejemplo, abundan las repeticiones hasta niveles que harían poner el grito en el cielo a cualquier corrector literario español. 

 

Pronto, no obstante, me fue ganando el interés de la historia, la minuciosa inventiva de Mairal, la acción trepidante de la novela. Se trata de una propuesta singular y estimulante, de un derroche de talento por parte del autor, de una novela sobresaliente.

 

Como curiosidad, creo que es el primer libro donde veo utilizada la palabra amigovio. El tiempo de la novela es lineal, salvo por el primer capítulo, posterior a todo lo que se nos contará después (posterior al "año del desierto"), en el que vemos que la protagonista trabaja en la biblioteca de un país extranjero.

 

Seguiremos leyendo a Pedro Mairal, sin duda uno de los grandes autores latinoamericanos de nuestro tiempo, que en El año del desierto da bastantes muestras de su maestría.

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