"Se conmovía con verdadero entusiasmo ante la belleza de las cosas. Desde la nata de la leche hasta la
superficie de una taza. De un tapón de lavabo seco y resquebrajado, de una mota
de moho sobre una fruta, decía que eran bonitos y los señalaba con el dedo. Un
día que estábamos en casa de la hermana de un amigo, reparó en la válvula de
una olla al lado de los quemadores de la cocina. La tomó entre el índice y el
pulgar y alabó sus cualidades plásticas, sin tener en cuenta la sorpresa de
nuestra anfitriona. Hizo incluso un par de comentarios, extrañado de no
encontrar más eco entre nosotros. (…) En el restaurante, admiró las tacitas con
estrías azules en las que nos habían servido el té. Las sostuvo en sus manos
con mucho respeto y me confesó que con sólo verlas deberíamos sentirnos
felices."
Fragmento de El agrio (Periférica, 2009), de Valérie Mréjen (París, 1969).
No conocía la obra pero a veces basta un fragmento para decidirme y buscarla.
ResponderEliminarSaludos.
Creo que había fumado marihuana y por eso todo le parecía tan bonito.
ResponderEliminarDeigar: Es una autora que acabo de conocer, y aunque no ha llegado a maravillarme buscaré su otro libro "Mi abuelo". Son muy cortos los dos libros, no llegan ni a las cien páginas. Me gustó especialmente este fragmento y de ahí que lo comparta aquí. Un saludo.
ResponderEliminarCamila: Jajajajaja, es una posibilidad... Gracias por pasarte por aquí.
No sé cómo se me ha pasado esta entrada.La he visto de casualidad. Ahora leo tus respuestas y veo que no te maravilla pero a mí el párrafo este me ha llamado mucho la atención. Creo que me voy apuntando el libro. Un abrazo Jesús.
ResponderEliminarYossi Barzilai: Ya somos dos. :) Seguiré a la autora, si te topas con algo de ella en la biblioteca aprovecha para echarle un ojo. Es moderna, artista visual y tal. Un abrazo.
ResponderEliminar