Mientras leía este libro, zapeando, me encontré en La Sexta 3 con la película Four Rooms, y en concreto con la parte rodada por Quentin Tarantino, que precisamente se hacía eco de una de las historias de Relatos de lo inesperado, llevada a televisión por Hitchcock. En ella, el espectador asiste al desarrollo de una curiosa apuesta, en la que un personaje se ofrece a regalar su espléndido coche a otro simplemente si consigue que su mechero se encienda diez veces seguidas. Si no es así, si pierde la apuesta, bastará con que le entregue algo sin mucha importancia, algo que no le suponga una gran pérdida: un meñique (si el mechero no enciende diez veces, le cortará allí mismo su dedo meñique). El argumento del relato de Dahl es genial, de los que cuesta olvidar. Y quizá sea ese el punto fuerte del libro: sus argumentos, sus sorprendentes tramas. Los sibaritas del alto lenguaje literario quizá no sacien aquí su apetito, pero a buen seguro soltarán alguna carcajada. Pasarán un muy buen rato leyéndolo. Los relatos, un total de dieciséis, son en su mayoría de extensión media-larga.
En cuanto a los temas recurrentes, en Wikipedia apuntan el de las apuestas disparatadas ("Gastrónomos", "Hombre del sur", "Apuestas"), el burlador burlado ("Placer de clérigo", "La señora Bixby y el agrigo del coronel"), la mujer sumisa que de súbito explota ("Cordero asado", "La subida al cielo"), la venganza del hombre humillado ("Nunc dimittis", "Lady Turton"). La intriga es común a muchos de ellos. Roald Dahl escribía para un público exigente, como es el infantil, y no olvida aquí su misión de inventar para el lector muy buenas historias.
Fragmento:
"-Hace ya mucho tiempo -continuó-, vi un cortometraje médico que nos habían traído de Rusia. Un tanto truculento, pero interesante, mostraba una cabeza de perro que, separada del cuerpo, recibía no obstante, a través de venas y arterias, su flujo normal de sangre, suministrada por un corazón artificial. Lo notable del caso es esto: aquella cabeza de perro, plantada allí, sola, en mitad de una especie de bandeja, estaba viva. El cerebro funcionaba, como demostraron una serie de pruebas. Por ejemplo, si aplicaban comida a los labios del perro, la lengua salía y la retiraba de un lametón; y, si alguien cruzaba la sala, los ojos seguían su movimiento. La conclusión lógica que cabía sacar de ello era que, para continuar vivos, cerebro y cabeza no necesitan estar unidos al resto del cuerpo... a condición, claro está, de que se mantenga un suministro de sangre debidamente oxigenada."
Qué buena es Four Rooms, me encanta =)
ResponderEliminarEn cuanto al libro, es un autor que me gusta mucho, aunque sólo he leído varios de sus libros para críos. Este me gustaría pillarlo por banda =)
Besotes
Cierto, ahora que lo dices recuerdo haber visto algún libro de Dahl en tu blog. Yo creo que este te gustaría bastante, es muy entretenido y sorprende. Un saludo.
ResponderEliminarMe he alegrado mucho de ver este libro por aquí.
ResponderEliminarMi relación con él empezó de una manera fortuita: indagando en una librería lo compré, me gustaba Dahl y desconocía esta faceta. Leí la sinopsis y me lo llevé a casa.
Cuando lo leí disfruté mucho de su ingenio, de su inteligencia y de cómo atrapa al lector en cada uno de sus relatos. Lo he prestado y a todo el mundo le gusta.
Quizá necesite una relectura, o seguir descubriendo al autor, ¿qué conoces de él?
Justo acabo de ver la edición de sus cuentos completos publicada por Alfaguara. Como dices, sabe cómo atrapar al lector con su ingenio. Aparte de esto conozco lo típico, sus libros más infantiles.
ResponderEliminarGracias por comentar.