OTOÑO
Noche. Calle mojada.
En la acera, bajo un
paraguas,
un vejete con bulldog
al que te aproximas
en tu rato de jogging.
Te debates entre cruzar
la calle o seguir
por tu lado como si
nada
(pero si los miedos
hay que afrontarlos,
qué mejor oportunidad
que esta).
El perro empieza a
ladrar
y a tirar (“no le gusta
que la gente corra”,
dice
incomprensiblemente el dueño),
y tú te apartas
-temblorosas tibias-
medio metro a su paso
pisando algo de calzada
-al tiempo
que esquivas un titular
de periódico-,
no muy convencido de
que el viejo
pueda retener a la
fiera
(que, ahora ves, va sin
bozal).
A duras penas
mantiene
el equilibrio mientras
tú rezas
por que no resbale
con esa capa de hojas
secas
(es un decir) y acabes
por odiar
a perpetuidad
cualquier atisbo de
poesía otoñal.
(un poema propio)
2014
Me gusta el tratamiento que haces de lo concreto en este poema Jesús.
ResponderEliminar:)
¡Gracias por tu lectura! :)
ResponderEliminar