Sangre, de Violeta Niebla
Desde hace un tiempo, frecuentan las noticias ciertas ramas de árboles que, de buenas a primeras, se desgajan de los troncos en el parque del Retiro de Madrid con el fin, parece que evidente, de asesinar a la gente que se encuentra debajo pasando como mejor puede la tarde. Se diría que la naturaleza, arrinconada en guetos cada vez más ominosos, hastiada del maltrato, se ha lanzado al terrorismo suicida y se reafirma en ese método contra sus heridores.
El asunto es triste, pues al igual que en los atentados interpersonales, en estos actos de terror acaban muriendo inocentes. Leo en la prensa online la noticia de un fallecimiento, hace ahora un año, de un padre de familia de treintaiocho que se hallaba en el parque con sus dos hijos. La rama letal procedía (ojo a la perversidad forestal) de una falsa acacia, según palabras textuales. La información destaca, además, la ausencia total de viento en el fatal instante, circunstancia que pudiera haber concurrido como atenuante. Pero no, nada de viento: parece probado que la rama se abismó por voluntad propia, sin motivo alguno, por puro prurito de hacer daño. Se ve que los mermados bosques han tomado la firme decisión de morir matando.
© 2015.
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