El Levante (Impedimenta, 2015) dialoga con el género literario de la epopeya, jugando con el molde clásico de obras épicas como la Odisea o el Cantar de Roldán y con componentes añadidos de fantasía, metaliteratura y críticas a la dictadura rumana de Ceausescu. Cărtărescu terminó este libro en 1989, pocos meses antes de que cayera el régimen comunista.
Ambientada en el siglo XIX, estructurada en doce cantos, en la versión que nos ha llegado combina esta obra la prosa y el verso. Originalmente, cuenta Carlos Pardo en el prólogo, El Levante fue un libro de siete mil versos que años más tarde, para facilitar la lectura y las traducciones, el escritor rumano remodeló, pasando muchos de ellos a prosa y eliminando referencias locales.
El libro incluye, de forma juguetona, anacronismos conscientes (referencias a Borges, al Che Guevara, a Bioy Casares, a Mafalda). Combina lenguaje y formas arcaizantes (por ejemplo, una parábola en verso), acordes con el siglo XIX en el que se desarrolla, con recursos (pos)modernos. El final, verbigracia, constituye una auténtica mise en abyme muy a lo Escher. También emplea ese recurso unamuniano, o pirandelliano, de los personajes que interactúan con el autor. En un momento dado, y nos viene a la cabeza el Quijote cervantino, cuando terminaba un capítulo con "hora" y arrancaba el siguiente con "la del alba sería", el autor rumano, candidato al Nobel, realiza una de estas transiciones y termina un canto a mitad de frase, y también a mitad de una palabra, que se corta con un guion y que prosigue luego al inicio del siguiente canto.
La fantasía está muy presente en el desarrollo de la historia, en este caso con un afán reivindicativo, pues la literatura rumana del momento se hallaba muy apegada a la realidad. Cărtărescu expresa su oposición a esta corriente y nos brinda un auténtico festival imaginativo. Son recurrentes esas imágenes características del rumano, tan fascinantes, y abundan también descripciones muy líricas.
Se intuye el buen trabajo de la traductora, Marian Ochoa de Eribe, y se agradece la buena y bonita edición de Impedimenta. Aunque por momentos resulte arduo y uno sienta que se está perdiendo algo, El Levante es un libro hermoso y valioso, un curioso artefacto literario.
Seguiremos leyendo a Mircea Cărtărescu.
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Intuyo mucha enjundia en este libro, por lo que nos cuentas, Jesús; pero seguramente sea, a la vez y precisamente por eso mismo, un festival de la palabra.
ResponderEliminarGracias por la reseña.
Abrazo!
Hola, Sandra. Al final ha pesado más el talento del autor y la fascinación que producen sus recursos, y lo encuentro un muy buen libro. A ver qué te parece "Solenoide" cuando lo termines. Gracias por pasarte. Un abrazo.
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