28 junio 2020

"Las cosas que perdimos en el fuego", de Mariana Enríquez



Ahora mismo se diría que el mundo conspira, entre otras cosas, para que leamos a Mariana Enríquez. Cuesta encontrar a alguien que no hable bien de sus libros, y Anagrama lo ha puesto en bandeja ofreciendo, durante el confinamiento, la edición electrónica de Las cosas que perdimos en el fuego (2016) de forma gratuita.


Se trata del segundo libro de relatos de la escritora y periodista argentina, nacida en Buenos Aires, en 1973, tras Los peligros de fumar en la cama (Emecé, 2009). Una docena de cuentos que incursionan en el género del terror. Diría que, en la mayoría de los casos, ese terror se manifiesta a través de trazas en historias cotidianas más bien realistas, mientras que en otros casos el olor a género es más intenso.


Abre la colección "El chico sucio", un relato interesante que se desarrolla en un barrio conflictivo de Buenos Aires. Se percibe un componente social cuando, en un momento dado, la narradora habla de la naturalización de la pobreza, de que ya la asumimos y nos resulta más bien indiferente. Le sigue "La hostería" (contiene spoilers, si prefieres esquivarlos puedes saltar al siguiente párrafo, en el hipotético caso de que te apetezca seguir leyendo). Lo más interesante que plantea, si no lo he leído mal, es el descubrimiento de la sexualidad (lesbianismo, en este caso) por intercesión de una hermana, que en una discusión parece verbalizarlo cuando la protagonista, adolescente, ha sentido cosas pero quizá todavía no ha atado cabos.


En "Pablito clavó un clavito: una evocación del petiso orejudo" conocemos al guía de un tour turístico de "crímenes y criminales" en la ciudad de Buenos Aires. Mariana Enríquez introduce alguna cuña de crítica: "La ciudad no tenía grandes asesinos, si se exceptuaban los dictadores, no incluidos en el tour por corrección política".


A partir de cierto momento mi interés en la lectura ha decaído. Sin embargo, se ha avivado con los tres últimos relatos, de los mejores del libro. Son "Bajo el agua negra", que toca otro tema social, el de la brutalidad e impunidad policial, ahora de rabiosa actualidad con el asesinato en Estados Unidos de George Floyd: "¿Cuántas veces un policía le negaba, en su cara y frente a toda la evidencia, que había asesinado a un adolescente pobre? Porque eso hacían los policías del sur, mucho más que proteger a las personas..."


Le sigue "Verde rojo anaranjado", en el que la narradora chatea con un hikikomori, y "Las cosas que perdimos en el fuego", que da título al libro y, me doy cuenta, funciona como un endecasílabo perfecto. Plantea una situación en que las mujeres, hartas de ser asesinadas y quemadas durante siglos, deciden empezar a quemarse ellas mismas (no para morirse, sino para vivir con las cicatrices). ¿Para anularse como objeto de deseo y erradicar de este modo muchos problemas? El texto no se prodiga en respuestas, pero se palpa el componente feminista.


Una lectura muy satisfactoria, en su conjunto. Podemos dar cuenta del talento de Mariana Enríquez, a la que imagino que volveremos a leer. 

2 comentarios:

  1. Ah me encanta Mariana. Todos sus libros son terribles :) gran material para sueños y miedos. Para mi su escritura se hace mas especial porque algunos de sus relatos suceden por los barrios que suelo recorrer y donde el peligro, de por si, es casi palpable. Es verdad, este tiempo extraño en el que vivimos es especial para leerla! Saludos.

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    1. Hola, Ana. Seguro que habrás leído, entonces, "Nuestra parte de noche". Como digo en la entrada, me parece una autora muy interesante. Saludos.

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