Un atardecer sobrio, sin arabescos.
Acudió a visitar a su abuela octogenaria, que tenía la tele puesta.
-Vaya, mira qué pelánganos tiene ése -empezó ella a decir, comentando la imagen-, y sin afeitar... ¡Vaya pinta! Luego se queja la gente joven de que no encuentra trabajo. Así quién los va a contratar...
El nieto dejaba hablar a la anciana, de férreo carácter, y dudaba si explicarle que quien aparecía en pantalla no era ningún nini desempleado, sino el eminente violinista Ara Malikian.
Fuente: Wikipedia
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