23 mayo 2021

"El boxeador polaco", de Eduardo Halfon

 


El boxeador polaco, acaso el libro más conocido de Eduardo Halfon (Ciudad de Guatemala, 1971), fue publicado por Pre-Textos en 2008. Libros del Asteroide lo reeditó en 2019, en un volumen que incluye La pirueta, otra obra (cuento largo o novela corta) de 2010 que también había publicado Pre-Textos y que guarda una indudable unidad con los textos de El boxeador polaco. Con buen criterio, por lo tanto, se ha incluido en esta reedición. Libros del Asteroide parece haberse convertido en casa estable para este autor latinoamericano, cosmopolita, moderno y propenso a las mudanzas: desde 2014 sus libros se han venido publicando ahí (Monasterio, Signor Hoffman, Duelo o Canción, de este mismo 2021), salvo una escapada a Jekyll & Jill con Biblioteca bizarra (2018).

 

Se trata del primer libro que leo de Eduardo Halfon, autor nacido en Guatemala, que con diez años se fue con sus padres a Estados Unidos y ahora reside en París con su mujer y un hijo. Es de orígenes judío-polacos por una rama familiar y judío-árabes por la otra (el apellido Halfon es de origen libanés). La historia familiar, el peso de los orígenes, la identidad o el desarraigo son elementos recurrentes en su obra y que podemos extraer de El boxeador polaco.


El libro se compone de siete relatos, todos ellos narrados por la misma voz, la de un Eduardo Halfon personaje que es y no es el autor, hilvanados entre sí (comparten varios personajes y referencias). A ellos le siguen La pirueta y el Discurso de Póvoa. Esta conexión entre las historias, así como su propia naturaleza y confección, me lleva a pensar en los relatos de un novelista, en una novela en episodios, fragmentada, más que en textos del género breve en sí.


En el primer relato, "Lejano", encontramos a ese Eduardo Halfon ficcional dando clases de literatura a jóvenes. Clases de iniciación, que lo enfrentan a los comentarios habituales de la gente que no lee o lee poco, a los que él responde de forma lúcida e intenta orientar en ese acercamiento a cuentos clásicos (les da a leer a Poe, Maupassant, Chéjov, Joyce). Esto me hizo recordar mi experiencia como bibliotecario en el mundo rural, donde tienes la oportunidad de tener un trato más cercano con los lectores, charlar con ellos y recibir comentarios parecidos a los del alumnado de Halfon en el relato, del tipo "el libro es feo" o "quiero un libro alegre, porque este me ha dejado un vacío por dentro que no quiero sentir más con un libro". Entre los alumnos hay uno que escribe poemas y con quien el narrador establece una relación especial, hasta el punto de emprender un viaje en su busca. "Lejano" me ha parecido un gran cuento.


Otro de los textos destacados del libro, cómo no, es el que le da título. "El boxeador polaco" cuenta la historia del abuelo de Halfon, que después de una vida de silencio comparte con su nieto la experiencia de su pasado en los campos de concentración nazis (en la fotografía de portada puede verse al hombre en cuestión, montado en bicicleta, poco después de su excarcelación). El nieto conocerá la verdadera historia del número que su abuelo lleva tatuado en el antebrazo izquierdo, y que siempre le había dicho que se trataba de su número de teléfono, que llevaba allí para no olvidarlo. La historia del boxeador polaco al que el abuelo se encontró en el campo, al que los nazis no mataban porque les gustaba verlo boxear, y que salvó la vida del abuelo de Halfon, no deja de ser interesante, pero quizá juegue un poco en su contra que a estas alturas conocemos ya muchos relatos de Auschwitz y el holocausto judío.


La prosa de Halfon es muy fluida, narra con inteligencia y atrapa al lector, y consigue varios felices hallazgos expresivos. No obstante, no consigo no sentir al cerrar el libro que me falta algo para considerarlo gran literatura, no sé si por falta de hondura (tal vez influya en esta percepción que yo venga de leer muy buenos libros -Faulkner, Trapiello, Marcelo Lillo-, no sé). El primer relato sí me ha parecido muy bueno, pero luego mi percepción de la calidad ha decaído un poco. 


Percibo, en el estilo, la influencia de Roberto Bolaño, en construcciones del tipo: "como en un sueño difuminado o como en una escena de un sueño difuminado en una película de antaño". Y, en general, en la narración vertiginosa, la prosa acelerada con el recurso del polisíndeton que encontramos, por ejemplo, en "La pirueta", donde Halfon se embarca en un viaje por Serbia a la búsqueda de Milan Rakic, un pianista gitano. En el libro conviven ambientes culturales (un congreso sobre Mark Twain, un concierto pianístico, las clases universitarias) con el ambiente de las calles y la gente de a pie (en el viaje del primer relato, en Guatemala, o en Serbia, en el caso de "La pirueta"). 


Como curiosidad lingüística, Halfon escribe, en lugar de azafata, aeromoza, que según el DRAE es común en el español de América. En un dardo de 1992, Lázaro Carreter lo señala como vocablo que tuvo poca aceptación en España cuando, surgida la aviación comercial, hubo que traducir el inglés "air hostess" (la palabra azafata, que acabaría triunfando, ya era voz anticuada por entonces).


Me ha gustado la experiencia de leer a Halfon.


Valoración: 3,5/5.


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