"Aniquilación", de Michel Houellebecq
Tuve en mis manos la primera edición de este libro en la Feria del Libro de Torremolinos, el pasado mes de octubre, pero no lo compré. Finalmente he acabado haciéndome con la tercera, así que me arrepiento.
Aniquilación (Anagrama, 2022) es la última novela hasta la fecha del francés Michel Houellebecq, enfant terrible de las letras que el año pasado -diría que por vez primera- apareció como primer favorito en las quinielas de candidatos al Nobel. Se lo dieron a otra francesa: Annie Ernaux.
No acabo de entender a los críticos que dicen que Aniquilación es "un Houellebecq sin sexo", salvo -claro está- que no se hayan leído el libro. Este tipo de pulsiones siguen muy presentes en la trama de la novela, si bien igual no con los niveles de depravación o sordidez de sus primeras obras. Encontramos aquí a un Houellebecq más triste, más crepuscular, pero a juicio de este que escribe entregando al lector su mejor novela desde El mapa y el territorio (2010).
La aniquilación del título es la de Occidente, que ya hace años que presagiaba, por ejemplo, Arturo Pérez-Reverte, arguyendo que China, el mundo islámico o África acabarán con la civilización y la cultura occidentales tal y como las conocemos. "Son más y tienen más hambre", añade el autor de Alatriste. "Lo peor era que no podía discrepar con los terroristas si su objetivo era aniquilar el mundo tal como él lo conocía, aniquilar el mundo moderno", leemos en la novela de Houellebecq.
El autor nos sitúa en un futuro 2027, y entre una trama de tintes políticos (que ya sondeó en Sumisión) y otra familiar (las relaciones personales de una familia francesa y el tiempo que les ha tocado vivir cobran una gran relevancia), el autor va soltando su filosofía triste:
"La vida humana se compone de una sucesión de dificultades administrativas y técnicas, entrecortadas por problemas médicos; con la edad, prevalecen los aspectos médicos."
O:
"Los hombres se esfuerzan en mantener relaciones sociales y hasta relaciones amistosas que casi no les sirven para nada, es un rasgo bastante conmovedor en ellos."
Un 2027 en que la gente está más sola es un vaticinio con un sustento cierto en la actualidad, no en vano algunos teóricos hablan ya del siglo XXI como del siglo de la soledad. Los japoneses, no deja de ser curioso, crearon un ministerio para esto. Sin contar nada de la trama, a veces he encontrado algo inverosímil que un tipo como el protagonista, descreído y desencantado, se dedique a la política de primer nivel. Con esos mimbres encaja más en el perfil de un escritor, un periodista o, sin más, un suicida. He aquí una aguda crítica política:
"-En el fondo -dijo al final Bruno a Paul-, el presidente tiene una convicción política, una sola. Es exactamente la misma que todos sus antecesores, y puede resumirse en una frase: "Estoy hecho para ser presidente de la República". Sobre todo lo demás, las decisiones que tomar, la orientación de la opción pública, está dispuesto casi a cualquier cosa, siempre que le parezca que se ajusta a sus intereses políticos."
Se habla de que podría ser la última novela del autor, que a día de hoy cuenta 65 años. Esperemos que no, aunque, como apunta un crítico, que siga una dieta constituida por "vino, embutidos y barbitúricos" no invita a imaginar que llegue a la edad de la reina de Inglaterra. Estos días, si entramos en los terrenos cenagosos del chismorreo, Houellebecq ha aparecido en prensa por su intento fallido de frenar la difusión de una película porno en la que al parecer participó, contrato escrito mediante (dejo enlace). Menudo personaje, como ya demostró en esa película en la que se ríe un poco de sí mismo: El secuestro de Michel Houellebecq (2014). Si no existiera, habría que inventarlo.
He disfrutado bastante esta lectura.
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