28 mayo 2023

"As bestas" (2022), de Rodrigo Sorogoyen

 

 

As bestas es con toda probabilidad la mejor película hasta la fecha de Rodrigo Sorogoyen, uno de los pocos directores españoles del momento con proyección internacional. La película concursó en la sección oficial del Festival de Cannes y obtuvo el César a mejor película extranjera, algo que hasta la fecha apenas había conseguido, entre los cineastas patrios, Pedro Almodóvar.

 

La trama gira en torno a la vida de un pueblo de la Galicia profunda, donde un matrimonio francés se ha establecido y se dedica a la agricultura. Los vecinos tienen una oferta de una empresa energética para instalar molinos con los que generar energía eólica, a cambio de una cantidad de dinero. Muy pocos se oponen a este proyecto, entre otros el matrimonio francés, lo que les genera la enemistad de unos vecinos particularmente cabroncetes. A ellos el dinero de la eléctrica les vendría que ni pintado para realizar algunos sueños, no son malvados sin más (el cuidado guion se cuida de no caer en el maniqueísmo, presenta matices), también tienen sus razones. "En este mundo ocurre una cosa terrible, y es que todo el mundo tiene sus razones", venía a decir un personaje en La regla del juego de Renoir. Esto, por supuesto, no exime de responsabilidad al que atenta contra el código penal, pero aporta complejidad a la historia. El matrimonio francés se lleva bien con la mayoría de los vecinos, no parecen los típicos forasteros que llegan a un lugar a imponer sus normas.

 

En la película tiene lugar una escena de vacile entre el conductor de un coche y un peatón, quién sabe si influenciada por aquella otra que aparecía en El cazador de Michael Cimino (Sorogoyen, bien es cierto, lo lleva más allá). Las interpretaciones, empezando por Luis Zahera y Diego Anido, son estupendas. Para mí el filme plantea un tema que me subyuga: la irrupción irreversible de la violencia en las vidas de la gente de a pie que trata de vivir tranquila sin meterse en problemas. "Imposible escapar de la violencia", escribió Roberto Bolaño. El dilema de si huir a otra parte o arrostrarla, y la posibilidad -alcanzable o no- de mantener la integridad en todo el proceso (pese al drama, pese al dolor), que nos haga mantener el grado de civilización o de humanidad que pueda haber en nosotros.

 

Este párrafo puede saltárselo el lector sensible al spoiler, pues lo contiene. Según mi interpretación, a buen seguro errada pero expuesta en el párrafo anterior, el auténtico final de la película tiene lugar cuando la mujer del francés le dice a la madre de los vecinos que se va a quedar sola, que las dos van a estar solas y que allí está ella por si necesita algo. La francesa, que tendría todos los motivos para lo contrario, ha mantenido (en este proceso extremo de violencia y de pérdida) su humanidad. El final abierto, por lo tanto, no es gratuito porque cómo se resuelva el caso, aunque se deja intuir, no importa tanto como lo primero.

 

Fui a verla al cine. No pisaba una sala desde febrero de 2020, cuando acudí a ver Parásitos. Creo que desde la infancia no había pasado tres años sin ir al cine. En ello influyen la maldita pandemia, las plataformas y el hecho de tener que coger el coche y hacer kilómetros, por vivir en la España rural. En la cola, ante un póster donde aparecía Adam Driver, una joven exclamó: "y el pesado este, ¿qué va a salir ahora, en todas las películas?".

 

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