Interrumpió de golpe la canción que estaba tarareando
mientras se secaba. Algo inquieto, detectando ciertas variantes, barrió con la
mirada el cuarto de baño, ahora que la nube de vapor permitió a los objetos
delimitar sus formas. El diseño de los azulejos se le antojó tan extraño como
ridículo, el bidé había desaparecido, el espejo era ahora oval.
Desde la cocina, una voz lo reclamaba cada vez con mayor
urgencia. Hora de cenar. Se apresuró a bajar las escaleras: el pasamanos, el
color del mármol… Para cuando se sentó a la mesa de la cocina, varias veces se
había preguntado dónde estaba, porque aquella no era su casa. Como tampoco era su esposa la mujer que se
comportaba como tal y le pedía que le pasase el pan con la voz monótona de
quienes llevan años conviviendo.
2007
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