"Tan pronto como el suicida se
subió al árbol, los doce compañeros de clase decidieron que era el momento de
salir del escondite para contemplar de cerca la escena. Él fingió no verlos,
sacó del bolsillo una soga resistente y lo preparó todo para evitar fallos de
última hora.
Pero no
sabía muy bien cómo ni dónde hacer los nudos. Era un suicida sin experiencia
como todos pero bastante torpe, hasta el punto de provocar la risa. Además le
fastidió sobremanera que entre sus compañeros no cundiese el pánico, que
llegasen al extremo de troncharse de risa cuando era obvio que él estaba a
punto de hacer algo muy serio.
Al
comprobar que el drama que tenía preparado había degenerado en simple comedia,
el suicida saltó del árbol, tiró con rabia la soga y se alejó corriendo de
allí."
Me gusta mucho este texto, pidiendo atención desesperadamente a gritos a un grupo de sordos o más bien con una voz que no suena. Da mucho que pensar con lo cortito que es. Un abrazo Jesús.
ResponderEliminarGracias, hace ilusión que alguien como tú lea lo que escribes, aunque sea un texto tan corto.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Me encantó. Un gran retrato- y muy lúcido- sobre la frivolidad humana. Por favor, no dejes de seguir escribiendo =)
ResponderEliminarGracias por los ánimos, muy amable. :)
ResponderEliminarA mi también me parece brutal. No sé cómo haces para contener en tan poco espacio tanta información.
ResponderEliminarUn abrazo, y sí, yo también soy de la opinión que no debes dejar de escribir. Somos afortunados los que te hemos leído ya.
Gracias, Jordi!
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