Leyendo este título quizá venga a la memoria
del lector una novela bastante vendida hace unos años, El afinador de pianos de Daniel Mason. Lo de los pianos se
entiende, pero… ¿habitaciones? Uno se pregunta antes de empezar de qué irá la
cosa.
Precede a El afinador
de habitaciones (2010) la historia de La
cuervo, escrita once años antes. En ella encontramos a esta adolescente que
a su edad va de luto por la vida. Sus razones tiene. Pronto intimará con el
narrador, en una relación que irá evolucionando con las páginas. El mismo
narrador encontramos en El afinador de
habitaciones, donde seguimos comprobando que eso de las mujeres se le da de
maravilla. Tiene diecisiete años, vive con su abuela y lidia con una ansiedad
que trata de mitigar bebiendo coñac. Aprecia la buena literatura, de modo que en
el libro abundan las referencias literarias. Algunas pequeñas historias que
permanecerán en el recuerdo del lector son la del sabbath judío y el cómputo de
los pasos o la relación entre la escritura de la letra t y la fuerza de
voluntad que el narrador encuentra en un libro sobre grafología.
La forma de escribir de Celso Castro se sale de lo
convencional. Aparte de ciertas libertades tipográficas, como la ausencia de
mayúsculas o el uso caótico de los guiones (según he leído guiñándole el ojo a
Nietzsche), consigue crear una cadencia, una atmósfera que envuelve con una
capa sutil de sensaciones al lector. Buena literatura, quizá para paladares
algo selectos.
Es la primera vez que leo sobre el autor y como siempre que vengo me lo voy apuntando ya aunque te digo que me he hecho un poco de lío con el título jejeje. Un abrazo.
ResponderEliminarSi indagas un poco verás que no soy el único al que le ha gustado. Javier Avilés de "El lamento de Portnoy", en su entrada debida a la muerte del editor de Libros del Silencio, le agradece entre otras cosas el descubrimiento de Celso Castro. Un abrazo.
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