Puede que la primera vez que tuve noticia de este libro fuese en una de esas listas que a final de año elaboran los periódicos (en este caso, creo que El País) con los mejores libros del año (en este caso, el 2010). No había leído nada de Marcos Giralt Torrente, salvo alguna crítica positiva en revistas literarias. Sabía que era nieto de Gonzalo Torrente Ballester, sabía que había ganado el premio Herralde, pero poco más.
Tiempo de vida nace a raíz de la muerte de su padre, el pintor Juan Giralt. En las páginas iniciales, el autor explica su idea de escribir un libro acerca de su relación con él, analiza las vías que tiene para hacerlo y empieza citando libros de autores que dedicaron una obra a hablar de sus progenitores (desde Richard Ford a Hanif Kureishi, desde Philip Roth a Paul Auster). En un momento del libro, se nos hace partícipes de las dudas del autor “acerca de si lo escrito trascendería el interés que para mí tenía y cobraría entidad literaria”. Son esas mismas dudas las que este que escribe albergaba al principio del libro, cuando se empezaba a hablar del matrimonio de sus padres, su posterior nacimiento y demás. Sentía que estaba leyendo algo íntimo y personal que sólo tenía relevancia para el propio Giralt Torrente y allegados. Esta sensación es justo la que me producía la foto de portada, en la que el padre del autor aparece sentado con su hijo sobre una pierna y lo sostiene rodeándolo con el brazo. Me parecía una foto privada que transmitía poco a un lector ajeno al círculo de conocidos del autor. Sin embargo, conforme fueron pasando las páginas, esa sensación se fue diluyendo hasta acabar pensando, sin ninguna duda, que ciertamente Giralt Torrente ha conseguido lo que se proponía y, desde luego, su libro ha adquirido entidad literaria, ha trascendido lo personal para alcanzar lo universal. De modo que mi opinión del libro no puede ser sino positiva, me parece un ejercicio lleno de honestidad, maduro, mesurado y con múltiples matices, que refiere las luces y las sombras de la relación entre ambos, pero siempre sin cargar las tintas. Emana el libro una tristeza contenida pero honda que termina calando. En una palabra, conmueve, algo que no todos pueden decir. Este libro fue galardonado con el último Premio Nacional de Literatura.
“En el fondo, mi padre afrontó la muerte como había vivido: callándoselo todo, en silencio, fiel por entero a la idea que siempre quiso transmitir de sí mismo, una idea nada sentimental, aunque él lo fuera, enemiga de cualquier engolamiento, alérgica a provocar compasión. (…) Sólo me hizo una petición: que, llegado el momento, no celebrara un funeral sino una fiesta en la que sus amigos pudieran tomar una copa.”
Estoy de acuerdo con lo que dices. A mí me pareció un libro excelente, de una sensibilidad y una belleza extrañas, bien medidas, profundamente literarias. Es duro sin caer en el efectismo, de prosa fría y sin embargo muy cercana. Un acierto. Justo después leí "Patrimonio, una historia verdadera", de Philip Roth -mismo tema-: me pareció ridículo y a veces patético -ciertas escenas me sacaron de quicio, me produjeron tan sólo asco-, está a años luz de Giralt Torrente.
ResponderEliminarsaludos!
Hombre, que coincidencia de lectura en el tiempo y en la apreciación. Un saludo
ResponderEliminarHola, Víctor: Veo que coincidimos. Es un ejercicio honesto y no cae en el melodramatismo. El que comentas de Philip Roth no lo he leído. De hecho, sólo he leído de Roth "El mal de Portnoy", así que supongo que me quedan por descubrir sus grandes libros. Tengo por ahí "Pastoral americana", a ver qué tal. Un saludo!
ResponderEliminarOesido: Qué casualidad, no había visto tu entrada hasta hoy. Parece que nuestra sensibilidad no está demasiado alejada, cuando coincidimos en los comentarios del libro. La verdad es que me acordé de ti al leerlo, al principio cuando cita todos esos libros sobre padres e hijos (recordaba alguna entrada tuya dedicada al tema, con Richard Ford y creo que Handke). Por cierto, acabo de leer una novela que citas en la lista que adjuntas a la entrada: "La isla" de Giani Stuparich. Me ha dejado un poco indiferente, no sé. Un saludo, me alegro de que estés en twitter.
A mí la portada me gusta mucho, más allá de que sean dos desconocidos para mí. Me anoto el libro en mi libretita como posible futura lectura. Gracias, Jesús!
ResponderEliminarBesos,
Hola, mi nombre es Nati, tengo un blog de cuentos, al que puedes ir siempre que te apetezca, sin compromiso, quería invitarte personalmente.
ResponderEliminarTambien he disfrutado mucho con tu blog y todo lo que compartes con los demás, gracias, he pasado un rato muy agradable y volveré muy pronto.
Me quedo como seguidora, no me gusta perderme las buenas cosas.
Hasta que vuelva recibe un beso y aprovecho para felicitarte el año que recien hemos estrenado.
Ciao Nati.
Carmen: Gracias a ti. Sobra decir que estaré atento a tu blog por si lo lees. Besos.
ResponderEliminarHola, Nati: Gracias por tus palabras, me alegro de que te interese este espacio. Estaría encantado de pasarme por tu blog, me gusta el relato corto, pero me tienes que dar la dirección!! Como has comentado como anónimo y no constas en la lista de seguidores, no hay manera de que pueda encontrar tu blog. Así que espero que al menos leas esto. Un beso para ti también, que tengas un buen año.