10 mayo 2012

El exilio interior



Interrumpió de golpe la canción que estaba tarareando mientras se secaba. Algo inquieto, detectando ciertas variantes, barrió con la mirada el cuarto de baño, ahora que la nube de vapor permitió a los objetos delimitar sus formas. El diseño de los azulejos se le antojó tan extraño como ridículo, el bidé había desaparecido, el espejo era ahora oval.
Desde la cocina, una voz lo reclamaba cada vez con mayor urgencia. Hora de cenar. Se apresuró a bajar las escaleras: el pasamanos, el color del mármol… Para cuando se sentó a la mesa de la cocina, varias veces se había preguntado dónde estaba, porque aquella no era su casa. Como tampoco era su esposa la mujer que se comportaba como tal y le pedía que le pasase el pan con la voz monótona de quienes llevan años conviviendo.

2007

08 mayo 2012

Hard Candy


Invito desde aquí a que os adentréis en esta brutal película de género ganadora en Sitges en la que una jovencísima Ellen Page (Juno, Origen) se sale. Como no se me ocurre mejor presentación a Hard Candy (2005) que la que firma Pablo Cerezal en la revista Achtung, dejo aquí un fragmento para abrir boca sin destripar nada (por mi parte, me alegro de no haber visto el tráiler):


"Allá por los oscuros años del medioevo europeo, circulaba de boca en boca un sobrecogedor relato de nombre Caperucita Roja en que una dulce niña era acosada por un feroz lobo que, con burdas artimañas conseguiría que la chiquilla compartiese lecho con él para, después, ser devorada. Ya cercano el siglo XVII, el francés Charles Perrault decidió dulcificar el cuento, restándole detalles escabrosos como la orgía de carne y sangre a que el lobo se entrega con Caperucita entre sus brazos, haciendo hincapié en la advertencia a los menores sobre el peligro de frecuentar la compañía de adultos. Por último los hermanos Grimm, ya en el siglo XIX, decidieron dar una vuelta de tuerca a la truculenta historia convirtiendo a Caperucita en una heroína que, con infantiles pero infalibles armas (y con la ayuda inestimable de un leñador) consigue vencer al lobo y salir con vida de la terrible peripecia.

Ignoro que versión del cuento tendría más en mente el equipo formado por el guionista y el director de Hard Candy, pero es evidente, desde la propia estética de la película, que Caperucita y el Lobo se dan cita en esta cinta para copiar, desbaratar y reinterpretar la inmemorial fábula. 
(...)
Antes de enfrentarnos a Hard Candy, debemos olvidar el resto de películas perpetradas posteriormente por su director, David Slade, o correríamos el riesgo de evitarnos el visionado de este cruel y perfectamente engranado artefacto psicológico y cinematográfico. Y deberíamos olvidar también cualquier intención de conocer la trama, argumento, desarrollo, referencias del filme. Debería bastarnos con saber que Hard Candy es una expresión utilizada en inglés para designar a jovencitas cuyas procaces actitudes subidas de tono las convierte en premeditadas adultas, y que en la película homónima que nos ocupa una joven adolescente de 14 años, Hayley, contacta con un maduro fotógrafo que supera la treintena, Jeff. O bien que Jeff contacta con Hayley. O que ambos toman conocimiento de la existencia del otro y deciden que esta confluya unida en un momento determinado de sus vidas." 




05 mayo 2012

Midnight in Paris



Woody Allen continúa su paseo por esa Europa que lo admira y en esta ocasión le ha tocado el turno a la capital gala. El resultado, Midnight in Paris (2011), vuelve a dar muestras del encanto del neoyorquino. En mi opinión, desde Match Point (2005) no veíamos a Woody Allen en tan buena forma. Parece que así se lo han reconocido también los académicos de Hollywood, habiéndole otorgado cuatro nominaciones (entre ellas a mejor película y mejor director) y el Oscar al mejor guión original. Pese a todo, como toda película del director desde hace más de una década, Midnight in Paris no se libra de ser cuestionada: hay quien dice que cae en el cliché, pero mucho más tópica era, para mí, Vicky Cristina Barcelona (2008), posiblemente la peor película de Allen que he visto. Algunas voces lo señalan como un autor en evidente decadencia, supongo que, al igual que los seres nostálgicos que pululan por la película que nos ocupa, porque consideran que cualquier tiempo pasado fue mejor.

En este caso Woody Allen se descuelga con una película amena, que al menos a mí sólo por el cartel ya me llama la atención con ese aire a La noche estrellada. En la cinta, el personaje encarnado por Owen Wilson se nos presenta como un nostálgico del París de los años veinte, de la vida bohemia y soñadora de los artistas. Se trata de un escritor fascinado por la imagen de París, ciudad en la que le gustaría vivir y por la que pasea ojeando librerías de viejo y discos de Col Porter. En el polo opuesto está su novia, interpretada por Rachel McAdams, algo pija ella, que resulta un ejemplo de pragmatismo y detesta la acusada tendencia a lo sentimental que observa en su prometido. El contraste entre ambos está presente desde el inicio. 

De nuevo encontramos el típico protagonista álter ego del director, ese característico personaje que a menudo tartamudea, es ingenioso y siempre lleva encima algún que otro bote de pastillas. En este caso verá su sueño cumplido mediante un viaje en el tiempo que lo llevará a los años veinte que tanto admira, de modo que podrá conocer e intercambiar impresiones con Hemingway, Scott Fitzgerald, Salvador Dalí, Gertrude Stein, Buñuel o Picasso.

Entre el reparto destacan, entre otros, Marion Cotillard y un Adrien Brody que, en la piel de Dalí, protagoniza algún momento bastante cómico. Carla Bruni tiene una breve aparición, más bien anecdótica. Destacables también los monólogos de Hemingway y esa reflexión de la película sobre la nostalgia y las idealizadas edades doradas. Una comedia romántica con un final amable, con encanto, que sí, lo sé, he tardado demasiado tiempo en ver. Pero me alegro de que los académicos la hayan tenido en cuenta en sus premios. La próxima parada de Woody, que como sabéis sale a película por año, será Roma.

Seguro que vosotros la habéis visto. ¿Qué os parece? ¿Y Woody Allen en general?






29 abril 2012

La idea de Duchamp



Durante un rato se quedó quieto, respirando con la boca abierta, apoyado en el palo horizontal del tendedero. Después entró en la casucha como si le faltara oxígeno y de una bolsa de plástico con el logotipo del supermercado al que iba con su hija a hacer la compra semanal extrajo tres pinzas para la ropa, que él se empecinaba en llamar “perritos”, y con ellas enganchó y colgó el libro de uno de los cordeles y luego volvió a entrar en su casa sintiéndose mucho más aliviado.

La idea, por supuesto, era de Duchamp.

De su estancia en Buenos Aires sólo existe o sólo se conserva un ready-made. Aunque su vida entera fue un ready-made, que es una forma de apaciguar el destino y al mismo tiempo enviar señales de alarma. Calvin Tomkins escribe al respecto: Con motivo de la boda de su hermana Suzanne con su íntimo amigo Jean Crotti, que se casaron en París el 14 de abril de 1919, Duchamp mandó por correo un regalo a la pareja. Se trataba de unas instrucciones para colgar un tratado de geometría de la ventana de su apartamento y fijarlo con cordel, para que el viento pudiera “hojear el libro, escoger los problemas, pasar las páginas y arrancarlas.” Como se puede ver, Duchamp no sólo jugó al ajedrez en Buenos Aires. Sigue Tomkins: Puede que la falta de alegría de este Ready-made malheureux, como lo llamó Duchamp, resultara un regalo chocante para unos recién casados, pero Suzanne y Jean siguieron las instrucciones de Duchamp con buen humor. De hecho, llegaron a fotografiar aquel libro abierto suspendido en el aire -imagen que constituye el único testimonio de la obra, que no logró sobrevivir a semejante exposición a los elementos- y más tarde Suzanne pintó un cuadro de él titulado Le ready-made malheureux de Marcel. Como explicaría Duchamp a Cabanne: “Me divertía introducir la idea de la felicidad y la infelicidad en los ready-mades, y luego estaba la lluvia, el viento, las páginas volando, era una idea divertida”. (…) Sigue Tomkins: En los últimos años, Duchamp confesó a un entrevistador que había disfrutado desacreditando “la seriedad de un libro cargado de principios” como aquél y hasta insinuó a otro periodista que, al exponerlo a las inclemencias del tiempo, “el tratado había captado por fin cuatro cosas de la vida”.

Fragmento de 2666 de Roberto Bolaño (1953-2003), correspondiente a La parte de Amalfitano.

27 abril 2012

Arvo Pärt: Portrait



Título del álbum: Arvo Pärt: Portrait
Títulos del álbum: 01 Summa, 02 Cantus in memoriam Benjamin Britten, 03 Tabula Rasa: I. Ludus, 04 Tabula Rasa: II. Silentium, 05 Wallfahrtslied (Pilgrim's Song), 06 Mozart-Adagio, 07 Spiegel im spiegel 
Duración: una hora aproximadamente.









19 abril 2012

Knockemstiff



Parece una onomatopeya, el sonido de algo duro, demoledor: Knockemstiff. Y lo cierto es que el título parece acorde con el interior. Rodrigo Fresán ha dicho que el libro de Donald Ray Pollock es “portentoso y bestial”. Nada que objetar. Brutal, sería otra palabra.

Knockemstiff es el nombre de una pequeña población situada al sur de Ohio (en el noreste de Estados Unidos) que ronda los doscientos habitantes. “Es un nombre muy agresivo para un sitio tan tranquilo”, opina un visitante en uno de los relatos que componen el libro. Se trata del típico pueblo perdido en medio de ninguna parte. O, en palabras más propias de la prosa de Donald Ray Pollock, el culo del mundo. Uno de esos pueblos de lo que suelen llamar “la América profunda”.


Un total de dieciocho relatos de extensión más bien breve componen el libro, publicado en España el pasado 2011 y que ha conseguido colarse en varias de esas listas que resumen lo mejor del año. Y lo cierto es que el libro reúne un puñado de buenas historias, que nos ofrecen un ramillete de personajes desesperados, fracasados y, en una palabra, descorazonadores, envueltos en tramas que coquetean con lo sórdido, lo disfuncional, lo inquietante, y que en muchos casos nos conmueven. La prosa del autor nos golpea, directa como el gancho de un boxeador. El de Donald Ray Pollock es un estilo crudo y ágil. Quizá no sea desacertado encuadrarlo en el denominado realismo sucio.

Entre las páginas del libro encontraremos alguna tierna y triste historia de paletos secretamente enamorados; a un adolescente protagonizando un episodio de violencia propiciado por su brutal padre, del que dice que lo único que se le daba bien era hacer daño a la gente; a otro que acabará huyendo de casa en autoestop una vez su padre se entera de sus miserias sexuales, o a un grupo de jóvenes que quieren viajar a la lejana California, nombre bajo el que se esconden, entre otras, posibilidades de sexo con las que no paran de fantasear. Más de un maníaco pulula también por estos ambientes que se salen de lo común, en los que no faltan la cerveza Blue Ribbon y las anfetaminas.

El aburrimiento, en definitiva, queda descartado: estamos ante un libro de calidad que también es entretenido. Habrá que seguir a este autor, cómo no. Su segundo libro, la novela The devil all the time, se publicó en Estados Unidos en 2011 y habrá que esperar a que se traduzca. Por lo que respecta a su debut, me parece sencillamente brillante.

13 abril 2012

Los enamoramientos



Una nueva novela de Javier Marías. Más de lo mismo, dirán algunos: cómo se reitera y se recrea, cómo repite una y otra vez las mismas ideas, qué autocomplacencia. Qué delicia, dirán otros: cómo te lleva y te trae, qué prosa, cómo ahonda, qué reflexiones, qué gusto.

En Los enamoramientos Marías cuenta con una narradora femenina y juega con el suspense hasta el final en una novela que parece más accesible que otras del autor (en la memoria reciente, la mastodóntica y monumental Tu rostro mañana). Hay un crimen por medio y dos versiones entre las que se nos hace dudar hasta las últimas páginas. Esta trama no sé si me ha acabado de convencer (hay cosas que me ha costado creerme). También es cierto que la mayoría de la gente que lee a Marías quizá no lo hace tanto por las peripecias que pueda encontrar en sus novelas (hay ciertos territorios en los que se mueven mucho mejor autores más comerciales o que al menos cultivan subgéneros no tan apreciados) cuanto por el deleite de saborear su estilo, sus divagaciones, sus ideas.

Aprovechando que la narradora, María Dolz, trabaja en una editorial, el autor se dedica por momentos a caricaturizar la vanidad del mundo literario, dando lugar a algunos momentos cómicos protagonizados por el personaje de Garay Fontina. Como casi siempre, hay referencias literarias (Shakespeare, of course, y en este caso también Dumas y Balzac). Algunos de los temas sobre los que se va posando la mirada del futurible Nobel son la muerte, la traición y, claro está, el amor. Se le puede poner alguna pega, pero siempre es un placer leer a Marías: a su altura no son muchos los que llegan. Desde luego que es un escritorazo.

08 abril 2012

Dos poemas de Alejandra Pizarnik

Fotografía de Edward Weston


SIEMPRE


Cansada del estruendo mágico de las vocales
Cansada de inquirir con los ojos elevados
Cansada de la espera del yo de paso
Cansada de aquel amor que no sucedió
Cansada de mis pies que sólo saben caminar
Cansada de la insidiosa fuga de preguntas
Cansada de dormir y de no poder mirarme
Cansada de abrir la boca y beber el viento
Cansada de sostener las mismas vísceras
Cansada del mar indiferente a mis angustias
¡Cansada de Dios! ¡Cansada de Dios!
Cansada por fin de las muertes de turno
a la espera de la hermana mayor
la otra la gran muerte
dulce morada para tanto cansancio.


YO SOY...


mis alas?
dos pétalos podridos


mi razón?
copitas de vino agrio


mi vida?
vacío bien pensado


mi cuerpo?
un tajo en la silla


mi vaivén?
un gong infantil


mi rostro?
un cero disimulado


mis ojos?
ah! trozos de infinito


Alejandra Pizarnik (1936-1972).

04 abril 2012

La era del vacío



Como este blog funciona a modo de cuaderno de lecturas, dejo aquí noticia de este ensayo que acabo de leer. La era del vacío (1986) lleva el subtítulo de “ensayos sobre el individualismo contemporáneo”. El autor, Gilles Lipovetsky, es un filósofo y sociólogo francés, profesor y analista de la posmodernidad. La verdad es que me ha resultado bastante interesante el libro, me parece un análisis lúcido y, aunque fue publicado en 1986, sus reflexiones siguen siendo vigentes y algunas de las tendencias que apuntaba se han acentuado. Así que sigo con curiosidad de continuar leyendo a Lipovetsky, creo que lo próximo será El imperio de lo efímero. Dejo la lista de capítulos que componen el libro para que tengáis más pistas de su contenido los que no lo hayáis leído: I. Seducción continua, II. La indiferencia pura, III. Narciso o la estrategia del vacío, IV Modernismo y posmodernismo, V. La sociedad humorística, VI. Violencias salvajes, violencias modernas. Y, para terminar, un fragmento del prefacio:

“…el individualismo hedonista y personalizado se ha vuelto legítimo y ya no encuentra oposición; dicho de otro modo, la era de la revolución, del escándalo, de la esperanza futurista, inseparable del modernismo, ha concluido. La sociedad posmoderna es aquella en que reina la indiferencia de masa, donde domina el sentimiento de reiteración y estancamiento, [….] La sociedad moderna era conquistadora, creía en el futuro, en la ciencia y en la técnica, se instituyó como ruptura con las jerarquías de sangre y la soberanía sagrada, con las tradiciones y los particularismos en nombre de lo universal, de la razón, de la revolución. Esa época se está disipando a ojos vistas; en parte es contra esos principios futuristas que se establecen nuestras sociedades, por este hecho posmodernas, ávidas de identidad, de diferencia, de conservación, de tranquilidad, de realización personal inmediata; se disuelven la confianza y la fe en el futuro, ya nadie cree en el porvenir radiante de la revolución y el progreso [….], Sociedad posmoderna significa en este sentido retracción del tiempo social e individual, al mismo tiempo que se impone más que nunca la necesidad de prever y organizar el tiempo colectivo, agotamiento del impulso modernista hacia el futuro, desencanto y monotonía de lo nuevo, cansancio de una sociedad que consiguió neutralizar en la apatía aquello en que se funda: el cambio. Los grandes ejes modernos, la revolución, las disciplinas, el laicismo, la vanguardia han sido abandonados a fuerza de personalización hedonista; murió el optimismo tecnológico y científico al ir acompañados de los innumerables descubrimientos por el sobrearmamiento de los bloques, la degradación del medio ambiente, el abandono acrecentado de los individuos; ya ninguna ideología política es capaz de entusiasmar a las masas, la sociedad posmoderna no tiene ídolo ni tabú, ni tan sólo imagen gloriosa de sí misma, ningún proyecto histórico movilizador, estamos ya regidos por el vacío, un vacío que no comporta, sin embargo, ni tragedia ni apocalipsis.”